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Una ´catafixia´ nociva

Una iniciativa presentada en la Cámara de Representantes de EU subraya de nuevo lo que está en juego en la relación bilateral más importante para nuestro país y las flaquezas, incongruencias y vulnerabilidades de las políticas públicas del mandatario mexicano. Hace unas semanas, el presidente Republicano del Subcomité de Asignación Presupuestal para Defensa de la cámara baja presentó una enmienda al proyecto presupuestal del año fiscal 24 para el Departamento de Defensa que transferiría jurisdicción de las relaciones militares, de defensa y seguridad nacional con México del Comando Norte —o NorthCom— al Comando Sur —o SouthCom— del Pentágono. Esto no es una mera sopa de letras o acrónimos sin consecuencias para nuestro país.

El Comando Norte, basado en Colorado, fue creado en respuesta a los atentados terroristas de 2001. Su razón de ser es garantizar la seguridad integral de la región norteamericana, de los flujos transfronterizos comerciales y de personas, e incorporando por primera vez a los dos vecinos estadounidenses, privilegiando paradigmas holísticos de seguridad en los cuales la prosperidad y seguridad compartidas —vertebradas en torno al TLCAN y ahora el TMEC— están entreveradas. Hasta antes de 2002 (año en el que se establece NorthCom), tanto Canadá como México no habían estado insertos en comando unificado. Durante mi gestión como embajador en EU, Semar y Sedena finalmente enviaron enlaces permanentes a NorthCom para institucionalizar y profundizar esa visión más amplia y moderna de seguridad norteamericana integral.

Una ´catafixia´ nociva

Transferir a México a SouthCom, el comando que vela por los temas militares y de defensa en el resto del continente americano, es un foco rojo parpadeante. Primero, porque está predicado en la lectura de México como problema, y no oportunidad, y en una visión simplista que nos encasilla en el compartimento-estanco de la lucha contra el crimen organizado transnacional. No hay que olvidar el discurso que hoy impera en buena parte del GOP en el sentido de que México y su frontera son la verdadera amenaza a la seguridad nacional de EU y que Washington debe contemplar medidas militares unilaterales para detener el trasiego de fentanilo.

Segundo, la incapacidad y falta de voluntad para confrontar al crimen organizado y particularmente la producción y tráfico de fentanilo en México —así como el discurso presidencial de que el fentanilo "no es problema mexicano", a pesar de que todos los datos duros dicen lo contrario— está agravando una crisis de percepciones para nuestro país, sobre todo si el GOP vence en los comicios de 2024. Tercero, la permanencia de México en NorthCom es clave por el papel integral por el que nuestro país debe pugnar en temas de seguridad norteamericana de cara al realineamiento geoestratégico de las relaciones de Washington con Beijing y su relevancia para los temas comerciales, económicos, de ciberseguridad y del debate de la relocalización de cadenas de suministro (que crecientemente en Washington se está rebautizando como "friend-shoring" o incluso "ally-shoring"). Pero el pequeño problema es que si el paradigma es uno que va un paso más allá de la mera vecindad geográfica, la mano de obra calificada o la arquitectura regulatoria (el TMEC) y se basa en convergencia estratégica y de paradigmas de política exterior y visiones —si no comunes por lo menos alineadas— de los grandes temas globales, México bajo López Obrador se ha comportado como todo menos un amigo o aliado.

No está claro si esta iniciativa obtendrá el apoyo de la bancada Demócrata, y el tema no se ha discutido en el Comité de las Fuerzas Armadas que es al que compete el tema. Incluso es muy probable que el propio Pentágono y otras dependencias del Ejecutivo se opondrán a un intento de reubicar a México. Pero hay que atar cabos y unir puntos con respecto a lo que está ocurriendo hoy en Washington, y este gobierno mexicano —ciertamente en Palacio Nacional— no lo hace. Un eventual traslado de NorthCom a SouthCom sería una señal más de la pérdida de tracción estratégica de México en EU y un retroceso fundamental en la visión de una región norteamericana más segura, próspera e integrada.

Diplomático de carrera durante 23 años y embajador de México