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¡Qué desconsiderados son sus hombres!

Conversaban dos añosos caballeros, don Valetu di Nario y don Calendo Pitoflacio. Declaró con tristeza don Valetu: "Debo estar envejeciendo. Antes me desvelaba todas las noches; ahora me duermo en el acto". Suspiró don Calendo: "Entonces he envejecido más que tú. Yo me duermo antes del acto". En la mañana del primer día de la luna de miel la recién casada leyó el letrero en el restorán del hotel: "Desayuno: de 7 a 12 horas. Comida: de 12 a 19. Cena: de  19 a 24 horas". Le dijo, desolada, a su flamante maridito: "¡Casi no nos van a dejar tiempo para lo otro!". El pequeño aborigen le avisó a su madre: "Mi papá amaneció crudo". Le indicó la señora: "Ponle más leña a la estufa". El  chiste que ahora sigue es de los llamados crueles. Las personas cuyos delicados sentimientos les impidan leer chistes de esa clase sáltense en la lectura hasta donde dice: "Cuando salí de la escuela secundaria.", etcétera. Un sujeto relató: "Tuve un amigo cuya historia parece sacada de las Mil y Una Noches. Robó unas babuchas, y como las leyes de su país castigaban con rigor draconiano el robo le cortaron los pulgares de ambas manos. Luego robó una alfombra, y le cortaron los dedos índices. No escarmentó: robó una lámpara, y le cortaron los dedos anulares. En seguida robó un turbante, y le cortaron los meñiques. Le quedaban nada más los dedos medios. Robó un albornoz, y le cortaron el de la mano izquierda. Ya sólo tenía un dedo en la mano derecha. Entonces huyó a los Estados Unidos. Ahí siguió su carrera de ladrón". "Oye -lo interrumpió uno-. ¿Cómo dices que siguió su carrera de ladrón? Con un solo dedo ¿qué podía robar?". Contestó el otro: "Donas". Cuando salí de la escuela secundaria hablaba yo un inglés tan correcto que los norteamericanos no me entendían. Y es que lo aprendí de la señorita Sutton, cuya pronunciación era bostoniana. Otro maestro tuve: el famoso método Ollendorf, al que varias veces he aludido aquí. Con él te hacías de un copiosísimo vocabulario, pues su enseñanza consistía en preguntas cuya respuesta no guardaba relación alguna con lo preguntado. "¿Quién escondió el corsé de la mucama?". "El paraguas del vicario lo tiene el jardinero". López Obrador me hizo recordar ese método. Al intervenir en la Cumbre de Líderes sobre el Cambio Climático habló de asuntos que nada tenían que ver con la temática del foro, como el hallazgo de nuevos yacimientos de petróleo y las sabias recomendaciones de AMLO al gobierno de Biden para que reciba migrantes provenientes de países de Centroamérica, le dé empleo y luego les otorgue la ciudadanía americana. Asesoría gratuita de la 4T a la Casa Blanca. La verdad es que a veces perdemos valiosas oportunidades de quedarnos callados. Ésta fue una de ellas. Las inditas se afanaban por el camino cargando pesados fardos en la espalda mientras sus maridos iban muy quitados de la pena a lomo de sus burros. Una turista vio aquello y les dijo, exasperada, a las mujeres: "¡Qué desconsiderados son sus hombres!". Le respondió una: "Preferimos que sean eso que usted dice, y no que estén cansados por la noche". Babalucas se estrenaba como dependiente de farmacia. Llegó un cliente y le preguntó: "¿Tiene ungüento?". Respondió el badulaque: "¿Cuál le gusta? Tengo el de Blanca Nieves, la Cenicienta, Caperucita Roja.". (Advertencia: un chiste más como ése, columnista, y tus cuatro lectores quedarán reducidos cuando mucho a dos). Pepito regresó de la escuela y les comentó a sus papás: "La clase de Biología estuvo hoy muy interesante. Y una cosa les voy a decir: si siguen ustedes creyendo en eso de las abejitas y los pajaritos se van a llevar una sorpresa muy grande". FIN

MANGANITAS

¡Qué desconsiderados son sus hombres!

Por AFA.

‘…La inflación supera 

ya el 6 por ciento…’

Dirá un oficial vocero,

con exacta precisión,

que en materia de inflación

andamos en tasa cero.