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No dejes de disparar

En la película “Rescatando al soldado Ryan” —Segunda Guerra Mundial— hay una escena impresionante e inspiradora a la vez. Tras muchas y sangrientas batallas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, el general americano —representado por Tom Hanks— y su pequeño grupo de soldados —o lo que queda de él— han encontrado finalmente al soldado Ryan, a quien tenían instrucciones de sacar del campo de batalla y enviarlo a casa, pues sus dos hermanos habían muerto en combate y los altos mandos no querían que su madre viuda quedara totalmente sola.

Casi para llegar a la base aliada, hay un último enfrentamiento en donde muere la mayoría del pequeño pelotón americano y el general queda malherido. Recargado sobre una motocicleta, sin poder ya levantarse, le da indicaciones a Ryan y a los que quedan para que lleguen a la base. Los soldados corren, pues escuchan que se acerca un grupo grande de soldados alemanes y el general queda totalmente solo e indefenso.

No dejes de disparar

Ve aparecer un tanque de guerra enemigo que se acerca lentamente hacia donde él está. Y entonces, con las últimas fuerzas que le quedan, el general saca su pistola y le empieza a disparar al tanque, en lo que obviamente parecía un esfuerzo inútil. Las balas rebotan en el acero de esa mole destructora, pero él sigue disparando hasta agotar sus municiones.

El tanque pasa por un lado de él sin parecer percatarse de su presencia y el general exhala su último aliento de vida. En la siguiente escena, un grupo de soldados alemanes observa con curiosidad el cuerpo inerte del general con su pistola en la mano. La expresión en sus caras refleja el respeto que sienten por ese soldado que luchó hasta el final.

Lo que me impresiona e inspira en esta escena es el mensaje que deja. La actitud del valiente general que sigue disparando cuando ya todo parece perdido. Porque a diferencia de un soldado raso, que tal vez se acobardaría o se pondría a lamentar su situación, el general sigue luchando aunque parezca que ya no tiene sentido hacerlo.

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IMITANDO AL GENERAL

Hay veces en la vida en que los problemas se nos vienen encima como un tanque de guerra enemigo. Hay veces en que enfrentamos batallas dolorosas que hacen sangrar nuestra alma y nos hacen sentir que no hay esperanza. Hay ocasiones en que todos nuestros esfuerzos parecen no tener sentido.

Cuando eso ocurra, te invito a imitar la actitud de este general.

Sigue disparando, síguete levantando cada mañana por mucho que te pese hacerlo, por mucho que tu cuerpo parezca no responder. Deja que tu espíritu tome el mando, porque fuiste hecho en los cielos para ser general y no soldado raso.

Hacia el final de la película, el soldado Ryan, ya un hombre mayor, sigue guiando su vida inspirado por el ejemplo de honor y valor del general y enseña a su familia a honrar a ese hombre que salvó su vida a costa de la suya.

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NO DEJES DE ‘DISPARAR’

Porque no sabes a cuántas generaciones puede impactar tu ejemplo, sigue disparando. Aunque tú sientas que estás fracasando, aunque sientas que no logras lo que quieres, aunque sientas que no avanzas, levántate cada mañana y entrega tu trabajo con amor, con excelencia, por sencillo o humilde que este sea, pues hay honor y valor en seguir luchado cuando sientes que las fuerzas te faltan. Y aunque no ganaras ninguna otra cosa, te aseguro que ganarás el respeto de quienes sepan que luchaste hasta el final.

En la universidad asesoro a alumnos en su tesis y me conmueve leer algunas dedicatorias. Muchos de ellos son hijos de obreros de maquiladoras, de trabajadores de la construcción, de vendedores ambulantes. Personas que, seguramente, muchas veces se levantaron de madrugada, con el alma abatida, para ganar un día más el sustento y ayudar a sus hijos a recibir las oportunidades de estudio que ellos no pudieron tener. Las palabras que estos muchachos expresan al dedicarle su tesis a sus padres son realmente entrañables y conmovedoras.

Ya sean estos tus desafíos o sean de otro tipo, enfréntalos con la actitud de un general. Cuando sientas que las fuerzas te abandonan y ya no puedes más, sigue disparando.

Cuando tus problemas sean tan grandes y atemorizantes como un tanque de guerra enemigo, sigue disparando. Cuando te preguntes si lo que haces tiene sentido y sobre todo, cuando parezca que no lo tiene, sigue disparando.

Pídele fuerzas a Dios, llora si tienes que hacerlo para limpiar tu alma, haz lo que tengas que hacer para reanimarte, sólo no dejes de disparar.