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Muchos balazos sin abrazos

Con escenas propias de una guerra civil, dónde la autoridad se mantiene confinada en los cuarteles o sale a realizar sus acostumbrados y aberrantes desfiles sólo para hacer el recuento de víctimas y daños, así se ve gran parte del país.

En 96 horas, los estados de Michoacán, Jalisco, Baja California, Chihuahua y Guanajuato, vivieron el clímax de la violencia.

Muchos balazos sin abrazos

Que dejó como saldo rojo, una docena de personas muertas, seis heridos y una veintena de detenidos.

El peor de los escenarios se vivió en Ciudad Juárez, dónde los criminales con toda impunidad salieron a ´cazar´ a civiles inocentes.

La tibieza en la narrativa de los hechos y las justificaciones de las autoridades, exhiben a gobiernos ineptos y en algunos casos cómplices de la barbarie y culpables por el estado de indefensión que sufre la ciudadanía.

Tanta culpa tiene el gobierno federal, que irresponsablemente tomó la inseguridad desde el inicio del gobierno de López Obrador, cómo chunga. Y peor aún, como pretexto, para culpar a anteriores administraciones de la violencia que se comprometió a atacar.

Su frase, a manera de consigna de enfrentar a criminales con "Abrazos y no balazos" es un reflejo tangible de la indolencia cómo se ve y se trata la criminalidad en el país.

Pero la misma responsabilidad tienen los Estados que han dejado crecer grupos criminales por comodidad o complicidad, con el argumento pueril de que es un problema del gobierno federal.

Y los gobiernos municipales hacen el papel más patético. Porque muchos no tienen ni policías y están sin dinero para atacar la criminalidad.

La promesa de combatir la violencia atacando las causas es demagogia y se advierte en la rápida reposición de pérdidas que sufren los grupos armados, en jóvenes con hambre, sin oportunidades de trabajar o de estudiar.

Incluso aquellos que reciben becas del gobierno federal, que muchas veces son usadas para mantener a sus familias. Porque sus padres no tienen trabajo.

En la pobreza y en el desempleo, la delincuencia tiene el almácigo para crecer como lo has hecho al extremo de rebasar y ahora desafiar a los gobiernos.

Entre la ciudadanía hay miedo y la incertidumbre de que el poder ya no lo tienen los gobiernos en varios estados del país.

Lo peor es que el presidente aún no se da cuenta que de seguir igual las cosas, heredará un gobierno sin autoridad y un país sin gobierno.