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El factor Maki: una suma que multiplica

La decisión de Maki Ortiz de respaldar, finalmente, el proyecto político de Américo Villarreal Anaya por ser gobernador del estado es una suma que multiplica.

Si bien, en su momento, al calor de la pasión política, el doctor dijo en una entrevista con un medio de comunicación de Reynosa que tanto Maki como Carlos Peña valían solamente dos votos, todos sabían que no era así, ya que ellos representan muchísimo más.

El factor Maki: una suma que multiplica

La adhesión de la exalcaldesa y de su hijo, el actual presidente municipal reynosense, a favor del doctor y de la Cuarta Transformación llega en un momento clave: cuando la campaña electoral se encamina hacia su tramo final, en el instante en que el manual dicta que el candidato debe fortalecer el mensaje de pedir el voto a los ciudadanos.

La aparición de Carlos Peña Ortiz en un mitin de Américo Villarreal en Matamoros fue un golpe sobre la mesa electoral tamaulipeca de parte del Movimiento de Regeneración Nacional: la presencia del joven acabó de tajo con múltiples especulaciones.

Vendrá, en los días por venir, el respaldo público de Maki Ortiz al candidato de Morena a la gubernatura de Tamaulipas. Esa imagen fortalecerá a la 4T en su ruta por alcanzar el poder con un triunfo contundente en las urnas el próximo 5 de junio.

Hace un año, en la elección de 2021, la postulación del hijo de la exalcaldesa garantizó la arrolladora victoria morenista en Reynosa, el municipio con el mayor padrón electoral del estado y, por tanto, sumamente estratégico para ganar la gubernatura.

¿Por qué Maki decidió finalmente apoyar a Américo Villarreal? Como suele suceder en política, la decisión debe estar sustentada en la conjugación de una serie de factores.

Para comenzar, ella misma lo dijo cuando recibió la resolución definitiva de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: su impugnación no fue en contra de una persona, sino en contra de un proceso interno.

Es decir, ella no tenía una animadversión en contra del doctor, sino que, en su legítimo derecho, cuestionó la forma en cómo Morena eligió al candidato a gobernador de Tamaulipas. Una vez que su impugnación fue rechazada tras pasar por varias instancias, la exalcaldesa tomó la resolución con sabiduría.

El futuro político, tanto de Maki como de su hijo, Carlos Peña, seguramente fue un factor fundamental para que ambos le dieran, ahora sí, todo su apoyo a Américo Villarreal Anaya.

La doctora tiene una trayectoria política que confirma lo que vale: regidora, diputada federal, subsecretaria de salud a nivel federal, senadora y dos veces alcaldesa. Además, siempre ha sido una candidata triunfadora.

Con su adhesión, Maki posiblemente forme parte del gabinete de Américo Villarreal, en caso de que el doctor confirme las tendencias en las urnas el 5 de junio.

Por su parte, Carlos Peña Ortiz es un joven que tiene un enorme futuro político. Apenas tiene 30 años de edad y ya es alcalde de la ciudad más grande de Tamaulipas.

Desde niño, Carlos Peña escuchó hablar de política, de mucha política en su casa. Acompañó a su madre a todas las campañas. Es un aprendizaje que viene de la infancia, prácticamente estampado en su ADN. El joven puede llegar muy alto a nivel estatal, más allá de su municipio... siempre y cuando tome sus decisiones con serenidad. El futuro es suyo.

Así las cosas, la reaparición de Maki Ortiz y de su hijo Carlos Peña en el escenario de la Cuarta Transformación es una suma que multiplica y que rubrica las tendencias a favor de Morena en tierras tamaulipecas.

Y PARA CERRAR...

Los voceros oficiosos de 'los vientos del cambio' aseguran que la presencia del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca en los eventos de campaña de César Verástegui fortalecen la campaña del candidato de la alianza 'Va por Tamaulipas'. Eso no es cierto. Todo lo contrario: resta puntos porcentuales en un momento clave.

Alguien debería hablar con el mandatario estatal y decirle la verdad, aunque haga 'caras y gestos' y se enoje...

Por supuesto, es evidente que nadie se lo quiere comentar... lo que confirma una aberrante característica del sexenio que está a cuatro meses y medio de concluir. ¡¡¡Caray!!!