De sentimientos y resentimientos

Una de las emociones más controvertidas que vive el ser humano es la ambivalencia, ese vivir dos sentimientos contrarios entre sí hacia una persona o ante una situación especial.

Amar y al mismo tiempo no tener empatía hacia la persona amada, especialmente cuando se trata de un familiar es una de las circunstancias más difíciles de confrontar.

De sentimientos y resentimientos

Una persona puede amar a un hermano o a un primo y tener buenos deseos hacia él pero eso no significa ser totalmente incondicional a él, estar totalmente de acuerdo con su forma de ser y de pensar y someterse a sus decisiones o caprichos por el simple hecho de estar emparentados.

La familia es un accidente biológico y desde pequeños nos "obligan" a querer a personas con las que crecemos pero que muchas veces no son afines a nosotros.

Es entonces cuando se presenta el conflicto interno del sentir un cariño aprendido a través de los años y el resentir una serie de eventos desagradables que también se experimentan a través de los años en el ámbito familiar.

Una familia típica mexicana, compuesta de padre, madre y dos o más hijos, por lo regular se involucra con la familia extendida, es decir, abuelos paternos y maternos, tíos y primos por ambos lados y todavía entran las amistades íntimas de los padres a los que por lo general (al menos en en norte de México) nos enseñan a llamarles "tíos" aunque no nos unan lazos de sangre.

La carga emocional para los infantes es demasiada, nos "obligan" a respetar a desconocidos, conocidos para los padres pero desconocidos para los pequeños y todavía para coronar los sentimientos confusos, esos "parientes" que no lo son, se toman atribuciones como si lo fueran, recibimos llamadas de atención, consejos no solicitados y comentarios invasivos a nuestra intimidad solo porque nuestra madre o nuestro padre les haya comentado alguna intimidad nuestra, y eso se llama falta de respeto.

Y volvemos a la confusión de nuestros sentimientos, amamos a nuestros padres y hermanos, pero odiamos que sin ninguna consideración se sientan con el derecho de burlarse de nosotros, de hacernos objeto de escarnio y de traicionar nuestra confianza revelando nuestras confidencias a los demás, y peor aun, usando nuestras confidencias como arma en contra de nosotros mismos.

Y así, nuestro ser interior se va llenando de resentimientos que por presiones sociales no podemos sacar de nosotros, y nos vamos agobiando en ese querer a alguien pero no tolerarlo, no quererlo a nuestro lado, y duele, duele mucho querer a alguien y preferir mantenerse alejado porque la primer persona a quien uno debe querer es a si mismo, y no es egoísmo, es amor propio, es respeto a uno mismo, es dignidad.

El hecho de que la biología y la naturaleza nos haya colocado en cierto ambiente familiar no nos obliga a permanecer en él, de hecho existe un dicho popular "De la familia y del sol, entre mas lejos, mejor" que en cientos de casos es cierto, Pero nuestra idiosincrasia latina nos lleva a querer estar a fuerza como muéganos pegados y ese es uno de los errores más graves.

Vemos a nuestro alrededor familias "muy unidas" pero si las observamos bien, si intimamos un poquito, podremos descubrir que a pesar del sentimiento de amor que los une, entre ellos existen resentimientos insalvables y esa "unión familiar" es solo una imagen falsa, un papel que se juega ante la sociedad, son personas que no son capaces de mover un dedo por uno de sus hermanos, existen familias que se nutren unas a otras, vemos en otras culturas como las árabes, las judías, incluso entre las españolas, que se ayudan unos a otros, no necesitan tener lazos de sangre para ayudar a un paisano en cualquier cosa que requiera.

Pero no así entre los latinos en general, presumimos de ser muy solidarios, pero la verdad es que solo unos cuantos lo son, cuando se trata de fiestas, comilonas, reuniones sociales es indudable que se contará con familiares y amigos, incluso en casos de enfermedad o luto aparecerán los más allegados, pero no hablemos de cuando alguien tiene un tropiezo económico o moral, cuando alguien fracasa económicamente o enfrenta un divorcio, desaparecen aquellos que estaban puestísimos para la fiesta, pero no para la desgracia, y desgraciadamente los primeros en desaparecer son los familiares.

Si, nuestros sentimientos son difíciles de eliminar, no se puede querer a un hermano un día y no quererlo al siguiente, pero tampoco se puede dejar de resentir la deslealtad, la crítica constante, el desprecio, el constante devaluar ante los demás nuestro ser.

Ante este estado de ambivalencia y ese ir y venir de sentimientos contradictorios, cuando el resentimiento rebasa al sentimiento la fórmula para encontrar la paz interior es alejarse de esa persona o de ese ambiente que nos hace daño, es más sano para nuestro espíritu retirarse de esas personas no importando que sean de nuestra propia familia.

Luchar por ganar el aprecio de los demás sin obtener resultados es una pérdida de tiempo y energía, es mejor rodearse de personas que podemos estar seguros que de verdad nos quieren, nos aprecian y nos rodean de ambientes positivos y constructivos, que nutren nuestro ser con amor, con comprensión y nos aceptan tal como somos, sin falsedades ni hipocresías, sin poses ridículas ni forzadas.

En cuanto a quienes nos han lastimado, no tenemos la obligación de perdonarlos, es mejor ignorarlos, tarde o temprano el karma hará su trabajo y pagaran por el daño que han hecho, hay un refrán oriental muy acertado "Siéntate a la orilla del río y verás el cadáver de tu enemigo pasar"

Estamos hechos de sentimientos y resentimientos, somos humanos, no somos perfectos pero si perfectibles, refugiemos nuestro ser en los sentimientos positivos y tratemos de ir eliminando poco a poco los resentimientos que nos agobian. 

Y aunque no estamos obligados a perdonar precisamente porque somos humanos y no seres divinos, el ignorar nos ayuda a sobrellevar el dolor de la traición y la maldad de la que hemos sido víctimas.