Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA

De adicto a adicto

Juventud en decadencia

El sello de la casa

¿Por qué se hizo adicto mi hijo?- Pues la verdad es que tengo que ver los ejemplos que les estoy dando, si soy un tipo raro, que no saludo, no digo ni por favor, ni gracias, los enseño a ser déspotas, groseros y mal educados, si no doy muestras de gratitud cuando alguien tiene la atención y la cortesía de darme el pase en un cruce peatonal, ellos, mis hijos aprenderán de mí a ser merecedores,  miserables, ingratos, mediocres y soberbios, si mastico como animal, devoro la comida con mucha ansiedad, sin duda, ellos harán lo mismo y así puedo hablar de corrupción, de violar las leyes de tránsito, de ser un tipo macho mexicano, de ser engañifa, estafador, mentiroso, hipócrita, puedo reflejar mi miseria espiritual y darles todo en charola de plata. Ellos repetirán los mismos patrones de conducta de sus padres y entonces cuando alguien me pregunte.- ¿Por qué mi hijo se hizo adicto? Le pediré que encuentre la respuesta en el ejemplo que les ha dado desde que eran niños y ahí estará el por qué?.- El alumno supera al maestro.-

De adicto a adicto

La enfermedad es genética y viene de una generación a otra

Si sabemos que el adicto va a dejar la escuela, el marido irresponsable, perezoso, borracho, se va a divorciar o lo van a divorciar, si sabemos que habrá accidentes de tránsito, morirá gente inocente, que habrá pérdidas físicas y económicas, también que lo correrán del trabajo, que la hija se embarazará y dejará a las crías, de uno y de otro, a veces hasta de tres padres distintos al cuidado de la mamá o de la abuela, si sabemos, que la mayoría de los adictos son ladrones, extorsionadores, entonces, por qué la prevención no existe a pesar de que la enfermedad emocional está causando tantos problemas, si ya sabemos el calvario de un adicto, entonces, por qué no hemos aprendido la lección,  hay quienes viven el sufrimiento con el padre, luego con un hijo, posteriormente con otro y con casi todos los hermanos, y la familia no ha sabido cómo poner remedio, porque no hay una cultura de prevención. A nadie le importa la decadencia social, el reflejo de una ausencia y de una responsabilidad en los daños que generan los hogares disfuncionales, embarazos no deseados en niñas de 13 a 16 años, madres solteras, menores de 20, deserción escolar, unión libre en mocosos de 15 años, suicidios, violencia doméstica, delitos sexuales, desintegración juvenil, drogadicción, por supuesto delincuencia en todas sus escalas y al parecer, a nadie le importa todas las muertes que los hogares disfuncionales causan al día, a la semana, al día,  al mes... al año.