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Carta para Kalimán

Querido amigo Kalimán: Antes que nada, quiero darte las gracias por las alegrías y emociones que me regalaste durante mi niñez. Tendrías que haber visto cómo se me “cocían las habas” todos los días por llegar corriendo de la escuela, encender la radio y escuchar con emoción estas palabras: “¡Tierno con los niños, galante con las mujeres, caballero con los hombres, implacable con los malvados, así es KAAAAAAALIIIIIIIIMANNNNNNN!”. Nombre, no te imaginas. Me transportaba a Egipto, a las islas lejanas y a todos esos lugares mágicos y maravillosos para acompañarte en tus aventuras.

Ahora, te soy sincero, la verdad es que sí me “shockeaba” un poco escuchar que la voz que te ponían era la de Luis Manuel Pelayo, a quien en las noches veía en la tele en el programa “El juego de Juan Pirulero”, por lo que de repente me desubicaba y se me hacía que en cualquier momento te iba a escuchar diciendo “sube Pelayo, sube; sube Pelayo, sube…”, el grito con el que animaban a sus invitados en el programa para subir el palo encebado. Además, tenía más pinta yo de extranjero que el falso acento que intentaba hacer Pelayo metido en tu personaje.

Carta para Kalimán

También me “shockeó” ver al actor que usaron para tus películas proyectadas en el cine, Jeff Cooper. Se me hacía muy escuálido, subdesarrollado y tercermundista. Por más que se aventaron la “mafufada”, al principio de la película, de que Pelayo dijera con su huasteco acento “extranjero”: “Yo, Kalimán, autorizo al actor Jeff Cooper a representar este episodio de mi vida…” y no recuerdo qué otro rollo más, en un intento por justificar porqué el Kalimán de la película no lucía como el de la revista. El único que sí me cuadró fue Nino del Arco como el pequeño Solín.

Pero, bueno, basta de quejas. No fue eso lo que me motivó a escribirte. En lo que me quiero concentrar para darte principalmente las gracias es en la filosofía simple, pero profunda que utilizabas para dejar alguna enseñanza. Infinidad de veces leí o escuché tu famosa frase: “Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín, mucha paciencia”. Y el pequeño Jesús procesaba en su cerebro infantil que estas dos virtudes eran importantes, lo que le ha permitido al Jesús adulto aplicarlas cuando la vida parece tardarse en concederle lo que busca.

Otra de tus frases era: “Siempre hay un camino cuando se usa la inteligencia”. En aquel entonces, el pequeño Jesús no se imaginaba cuántos caminos se le iban a cerrar a lo largo de su vida adulta, pero siempre recordaría que el camino está ahí, en algún lado, solo tenía que perseverar con inteligencia para poder encontrarlo.

“Aquel que no toma riesgos nunca gana” decías en otra de tus frases. ¿Sabes? El pequeño Jesús vivía con miedo, no le gustaba arriesgarse, prefería quedarse en su zona de seguridad evitando los peligros. Pero al Jesús adulto los años le han enseñado que el mayor peligro de la vida es nunca arriesgarse a nada. Y sí, al hacerlo, siempre ha ganado. Algunas veces ha ganado al lograr lo que buscaba, y otras veces ha ganado al aprender de sus fracasos.

¿Quién no recuerda una de tus frases más famosas?: “No hay fuerza más poderosa que la mente humana, y quien domina la mente, lo domina todo”. En tus historias usabas tu mente para realizar cosas extraordinarias: hipnotizar a la gente, hacer que tu cuerpo pareciera estar muerto, dominar y doblegar animales salvajes. En mi historia, trato de usar mi mente para cosas ordinarias, pero no por ello menos importantes: Mantener vivos mis sueños, hacer que mi cuerpo y mi corazón se sientan vivos, dominar y doblegar la adversidad. Y he comprobado que también en esto tenías razón: Quien domina su mente, lo domina todo: El desánimo, la frustración, etcétera.

Por todo esto y más te doy las gracias. Fueron varios años que me acompañaste. No recuerdo cuándo fue que dejé de leerte o escucharte, pero una de las últimas frases que leí o te escuché decir fue: “Solo el cobarde se rinde sin pelear”.

Te prometo que he tratado y seguiré tratando de mantenerme fiel a tus enseñanzas. Todavía me faltan muchas cosas por lograr, muchos sueños por cumplir. Algunos los alcanzaré, otros tal vez no, pero ten por seguro que el Jesús adulto sabrá ayudarle al pequeño Jesús a vencer sus miedos, y juntos, seguirán adelante hasta el último día, sabiendo vivir como valientes, peleando siempre sin rendir.

Recibe estas líneas con mi gratitud eterna, de parte de tu atento y seguro servidor.

jesus_tarrega@yahoo.com.mx

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