Mercenarios colombianos se instalan en Michoacán
La detención de nueve exmilitares del país sudamericano ilumina un fenómeno creciente en la región michoacana, que registra altos índices de violencia
Soldados colombianos en Bogotá, en 2023.
Ciudad de México.- En algún lugar perdido de México, un hombre cuenta su vida al servicio de las "cuatro letras", un apodo que usa para nombrar al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las mayores empresas criminales de América Latina. El exmilitar colombiano, cuya identidad ha sido reservada, asegura que en la banda han sido reclutados otros compatriotas, "puros comandos y fuerzas especiales", aunque también sea colega de "exguerrilleros". El hombre habla durante un par de minutos de los detalles de su trabajo: del pago o de las vacaciones, como si se tratara de un empleo ordinario y no un boleto directo a la cárcel o a la tumba.
La creciente presencia de exmilitares colombianos en México tiene en vilo a las autoridades. El Gobierno de Claudia Sheinbaum informaba la semana pasada de la detención de 12 ciudadanos del país sudamericano, relacionados con la muerte de ocho soldados por una mina antipersona en Michocacán, en el centro del país. Nueve de los capturados son exmilitares, mientras que los otros tres habían tenido entrenamiento castrense. Este caso se suma a otros recientes en la zona, donde las autoridades han relacionado a ciudadanos colombianos con ataques con drones bomba. En Guanajuato, la policía local afirma haber detectado a "paramilitares colombianos, lanceros y explosivistas [expertos en la manipulación de explosivos]".
La tendencia preocupa a las autoridades mexicanas. Cientos de exsoldados colombianos salen cada año de su país para combatir en conflictos extranjeros, como en la guerra de Ucrania, atraídos por las altas remuneraciones. "Para tener una perspectiva, en 2008, tan solo en Latinoamérica, se hablaba de 12.000 mercenarios, y ya para 2018 se calculó la presencia de 2,4 millones", afirma Paloma Mendoza Cortés, profesora experta en seguridad nacional del ITAM, una de las universidades más prestigiosas de México. "La mayoría de ellos son de origen colombiano y durante muchos años el Gobierno negó su existencia. Es un fenómeno sorprendente y que posee una influencia determinante que ayuda a explicar el incremento del poder de fuego del crimen organizado", añade.
En México, el CJNG y otros grupos ofrecen grandes sumas a los mercenarios, para batallar en un contexto extremadamente violento. En cada uno de los últimos ocho años, el país norteamericano ha contado más de 30.000 asesinatos, la mayoría cometidos con armas de fuego. El tráfico de drogas a Estados Unidos, el flujo ilegal de armas hacia el sur, y las prácticas mafiosas de los grupos criminales, inmersos en mil batallas por controlar regiones enteras, agudizan el escenario de violencia.
"Nosotros somos del Cartel Jalisco. Tenemos alianza con Sinaloa y con Los Viagras", cuenta el exmilitar colombiano en dos audios de WhatsApp a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Se refiere al Cartel de Sinaloa, la otra gran empresa criminal del país, y Los Viagras, una vieja red de extorsionadores y narcotraficantes de Michoacán. "Otros cárteles como los Caballeros Templarios son contras [enemigos], pero son más pequeños. Aquí muchas veces se pelea con ellos también. Les hemos matado cualquier cantidad [de gente]. Y también se pelea con el Gobierno", asegura. "El camello [el trabajo] es fijo", añade.
El que recibe los audios es Juan, otro exmilitar colombiano que usa un nombre inventado por temor a represalias. Los grupos criminales mexicanos, sostiene, buscan a personas que, como él, han tenido experiencia en otros conflictos. "Yo estuve en Ucrania unos meses. Muchos de nosotros creamos cuentas de TikTok en donde mostrábamos nuestro día a día. Los cárteles te contactan por ahí", asegura este soldado retirado de 31 años. La oferta que le hace su colega al otro lado de la línea es muy atractiva: 2.000 dólares al mes, con pagos en efectivo cada semana. Los cárteles, explica, le ofrecían a él y a otros compañeros viajar directamente desde Varsovia (Polonia) hasta México. "Irse desde Colombia es más difícil. Hay que cruzar el Darién con pasaportes falsos y ahora, con la seguridad que ha impuesto Panamá, lo hace dudar a uno más", señala.