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Fresnillo: la ciudad de la violencia

Las organizaciones criminales no dan tregua a los habitantes de esta ciudad: un día abandonan cuerpos cercenados en las calles, una noche queman viviendas o las atacan a balazos, otro día extorsionan a los comercios y a las colonias. Casi a diario asesinan

La violencia de los cárteles del narco sigue a todo lo que da en Fresnillo, la ciudad más insegura del país, y se extiende por todo el municipio de Jerez. Hasta allá fue la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, a presentar cifras optimistas y a rechazar tajantemente la propuesta de pacificación planteada por el obispo de Zacatecas, Sigifredo Noriega. Ese día se cometieron al menos nueve asesinatos en el estado. 

Viviendas atacadas.Fresnillo: la ciudad de la violencia

Las organizaciones criminales no dan tregua a los habitantes de esta ciudad: un día abandonan cuerpos cercenados en las calles, una noche queman viviendas o las atacan a balazos, otro día extorsionan a los comercios y a las colonias.

Casi a diario asesinan.

Basta recorrer las calles de las colonias Abel Dávila, Arboledas, San Carlos, Emiliano Zapata, Industrial y otras para ver viviendas abandonadas e incluso saqueadas, otras quemadas o con las fachadas marcadas por las balas después de noches de terror generadas por la disputa entre el Cártel de Jalisco y el de Sinaloa.

El obispo de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, denunció: “La gente, sobre todo en ciertas colonias, se está desplazando forzadamente. ¿Por qué? Si no pueden pagar el cobro de piso les queman la casa. Y no hay autoridad que pueda poner orden”. 

Muchas familias “viven secuestradas” en sus casas por temor a ser víctimas de la inseguridad, lamentó el jerarca religioso, y denunció que algunas familias de Fresnillo huyeron a otras ciudades para ponerse a salvo de la violencia.

En San Carlos, un nuevo fraccionamiento en el sur de la ciudad, la inseguridad ha provocado que las familias abandonen sus hogares. Los tendederos de ropa en los patios de enfrente y las cortinas colocadas en las ventanas son indicios de que esas viviendas estuvieron habitadas.

En esa zona Arturo vive con su familia. En la calle de atrás, narra, civiles armados atacaron una casa y las balas pegaron en viviendas vecinas. “Ese es el miedo, que lleguen con el que la debe pero que también le toque a uno de vecino”, dice. 

En la misma zona está la colonia Abel Dávila, donde suelen verse cuadras enteras con sólo un par de casas habitadas. Las demás lucen desiertas, algunas con las fachadas rafagueadas o quemadas, como comprobó el reportero en un recorrido. 

Cuando salen a las maltrechas calles, los vecinos de esta colonia se apresuran a llegar a sus hogares enrejados y desde allí miran el constante paso de los “tipos de las motocicletas”.



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