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Huelen a sangre Sarabia y Las Palmas

Sus pobladores viven en calidad de desplazados junto con familias de otras 16 comunidades serranas del municipio, ubicado a 54 kilómetros de la ciudad de Zacatecas

Del pueblo alegre y trabajador dedicado al cultivo de durazno y a la ganadería sólo quedan de la comunidad de Sarabia las historias de dolor y de tragedia de su gente, que desde hace un año vive en casas prestadas o rentadas en la cabecera municipal, sin trabajo ni sustento seguro, con mucho miedo. Sarabia se quedó deshabitada. 

Territorios disputados y controlados por grupos delictivos.Huelen a sangre Sarabia y Las Palmas

“Estamos tirados, sin tierras, viviendo de arrimados”, dice Cecilia, una joven madre de familia. 

“Vivimos de caridad, el que tiene hijos en Estados Unidos le ayudan, pero los que no tenemos nada y nos dejaron en nada, ¿cómo le hacemos?”, lamenta don Ángel, uno de los campesinos de esa localidad de Jerez. 

Los nombres son ficticios por su seguridad; no así los horrores que narran los pobladores de Sarabia y Palmas Altas, quienes viven en calidad de desplazados junto con sus vecinos de otras 16 comunidades serranas del municipio, ubicado a 54 kilómetros de la ciudad de Zacatecas.

Más de un año tardó la respuesta del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a sus peticiones de ayuda: la reacción llegó hasta que los desplazados llevaron sus reclamos a las puertas de Palacio Nacional. Militares y agentes de la Guardia Nacional llegaron el lunes 14 a Sarabia y las otras 17 comunidades con el fin de recuperar el territorio hasta ahora controlado y disputado por los grupos delictivos. 

No obstante, el arribo de las Fuerzas Armadas a esa región todavía no da certeza a la población desplazada para animarse a volver. 

Fue en febrero de 2021 cuando las primeras camionetas con pistoleros irrumpieron en Sarabia. “Al principio no se metían con nadie; nunca pensamos que esos muchachitos de 15 años, que nos daban hasta lástima, nos iban a despojar de nuestro patrimonio”, refiere Elia, quien abandonó el pueblo cuando destrozaron y saquearon la casa de su madre enferma, después la de ella y siguieron con la de su hermano.

Los enfrentamientos armados comenzaron en mayo y con ello el éxodo. “A nuestro pueblo lo agarraron de campo de guerra. Para la parte norte, en las comunidades de Fresnillo están los de Sinaloa, y para el lado del sur, para Valparaíso, los de Jalisco”, dice Luis, un joven campesino.

Pistoleros de ambos cárteles desaparecieron personas, saquearon viviendas y despojaron de sus bienes a las familias. 

Con más de 80 años viviendo en este rancho, ubicado en la Sierra Madre Occidental, don Andrés jamás imaginó abandonar su hogar y su huerta de durazno para salvar su vida. “Andamos de mostrencos aquí y allá”, admite, pues pasa una temporada en casa de una de sus hijas en la cabecera de Jerez y luego se queda con otra de ellas en Fresnillo. 

SE LLEVAN HASTA LOS CALZONES

“Una mañana llega el comandante (el líder del grupo armado) con otros dos hombres a la casa y me dice: ‘¿Me prestas tu troca?’ –una Frontier 2002–. ‘Pues llévatela’”. El campesino lo relata con los puños apretados. Cuatro meses antes, con él ahí presente, habían irrumpido en su vivienda y sustrajeron tres televisiones, herramientas de trabajo y ropa de su hijo. “Hasta sin calzones nos dejaron”, cuenta, y se baja el sombrero para esconder las lágrimas. “Uno no podía decirle nada, ni resistirse a menos que quisiera irse pa’ abajo; nomás hágase cargo de lo que uno sentía en las tripas”. 

Zona de guerra 

- Unas 20 familias regresaron el 8 de marzo a Sarabia, escoltadas por militares y agentes de la Guardia Nacional, pero hallaron sus casas destruidas y saqueadas

- El pueblo “olía a muerte” por el ganado que pereció de hambre en los corrales junto con sus perros y gatos, por las huertas de durazno que se están secando y por la sangre de los muertos en los enfrentamientos, que mancha sus calles

- Las paredes baleadas y vehículos quemados en las calles muestran que Sarabia y Palmas Altas se convirtieron en zona de guerra

- En las puertas y paredes están pintadas las siglas de los cárteles de Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa, unas sobre otras. Incluso, algunas viviendas fueron usadas como trincheras o guaridas por los criminales

- De eso dan cuenta los colchones agujereados que emplearon en las barricadas, los montones de casquillos percutidos y los rastros de sangre

- Adrián y su esposa hallaron su casa con las puertas rotas. Los delincuentes se llevaron sus dos camionetas, una traila, sus herramientas de albañilería e implementos agrícolas, así como todos los electrodomésticos.

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Una habitante de Sarabia. 



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