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Caso Posadas Ocampo: Así era don Juan Jesús

La personalidad del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo navegó en los extremos: lo rodearon de lujo, mas priorizó la oración y la cercanía con el pueblo

Esta descripción la hizo el Padre Ramiro Vázquez Sáinz, secretario canciller del Arzobispado de Guadalajara en los tiempos de monseñor. En 1999 escribió el libro "Así era Don Juan Jesús", un relato íntimo para reflejar su visión tras años de estrecha convivencia.

Caso Posadas Ocampo: Así era don Juan Jesús

Como también mandaba postales por el cumpleaños de cada sacerdote de su diócesis; obsequiaba rosarios y otros detalles, guardados en un cajón, a todo aquel que lo visitara.

 "Su sonrisa permanente era su carta de presentación cuando alguien lo saludaba", destaca.

 Detrás de la expresión estaba el hombre que mientras estrenaba la nueva casa para los arzobispos, no exenta de críticas por el derroche, solicitaba estar en más misas.

 En su morada de "La Quinta de Tlaquepaque", un día ordinario seguía un orden estricto: unos minutos nadando en la alberca, un baño de regadera con música clásica y una oración de rodillas frente al Santísimo, relata Vázquez Sáinz.

 Aunque el mejor de los "baños" era el del pueblo. Además de la eucaristía de las 12:00, quiso presidir la de las 18:00 horas todos los domingos en la Catedral, donde al salir era capaz de bendecir a cada feligrés en la fila.

 Hasta en su misa de bienvenida, el 8 de julio de 1987, en el Auditorio Benito Juárez, tuvieron que ponerle un alto a su largo recorrido entre los fieles, pues estaba retrasando la ceremonia.

 "No tenía tiempo límite para terminar lo que era un saludo personal de todo el que se acercara", narra el Padre Ramiro.

 Tampoco hacía excepciones al rezar. El Arzobispo detenía la actividad que fuera para cumplir la Liturgia de las Horas y el Ángelus.

 No le importaba si estaba en un avión o a bordo de su coche que, en realidad, nunca poseyó, pues era una prestación de las agencias Ford. Cada año le renovaban el vehículo. 

El último fue el Grand Marquis blanco en el que perdió la vida.

 Los contrastes de la vida del fallecido Arzobispo se retratan en sus viajes pastorales. El mismo valor dio a Cuba y Nueva York. En la Gran Manzana se alojó en una modesta habitación, pero de allí volvió con un reloj Rólex, obsequio del Padre Teodoro Isaías, cuyo precio regateó a un vendedor.

 Fue enviado como legado papal a El Salvador, donde concelebró una misa revestido con una sotana prestada y apretada, pues la aerolínea perdió su equipaje.

 No se puede hablar de una vida rosa. Vázquez Sáinz sostiene que, a menudo, don Juan Jesús fue subestimado por no tener un alto grado de estudios, incluso entre sus presbíteros.

 Las críticas no le impidieron ser el primer obispo mexicano en presidir una misa junto al Papa Juan Pablo II en su verdadera catedral: San Juan de Letrán. Sucedió en 1992 por la beatificación de los 25 mártires de la Cristiada.

 Más allá de la espiritualidad y la religión, su secretario canciller califica a Posadas Ocampo como un hombre culto, con amplio conocimiento en ramas como el psicoanálisis. Poseía la obra de Pier Janet e instauró el "Proyecto Génesis", para la ayuda psicológica de los clérigos, a quienes hablaba de "usted" y se aprendió el nombre de más de 700.

 Entre todo el presbiterio tapatío, Ramiro Vázquez Sáinz fue elegido secretario canciller del Arzobispado en 1988. Sustituyó a José Guadalupe Martín Rábago, quien pasó a la rectoría del Seminario de Guadalajara tras la partida del hoy Cardenal Juan Sandoval Íñiguez como obispo coadjutor de Ciudad Juárez.

 Así tejió una historia que le permitió ser la persona que más convivió con don Juan Jesús el 24 de mayo de 1993.

 Pasó cerca de dos horas en su oficina pidiendo su firma para cinco circulares y entregándole 

correspondencia. De ahí, el Arzobispo pasó rápido a su casa y luego salió al Aeropuerto de Guadalajara, de donde no regresaría vivo.

 

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