Indiana mata a un preso del corredor de la muerte
Joseph Corcoran fue ajusticiado por el método de la inyección letal; estaba condenado por el asesinato en 1997 de cuatro hombres
Un activista sujeta un cartel contra la pena capital en Terre Haute (Indiana) a finales de 2020, cuando Trump ordenó que se reanudaran las ejecuciones de presos en el corredor de la muerte federal.
MICHIGAN CITY, Indiana
Indiana, Estado del Medio Oeste, mató en la madrugada de este miércoles y por primera vez en 15 años a uno de los presos de su corredor de la muerte. Joseph Corcoran, enfermo de esquizofrenia paranoica de 49 años, fue ajusticiado por el método de la inyección letal. Estaba condenado por el asesinato en 1997 de cuatro hombres, uno de los cuales era su hermano, y otro, el prometido de su hermana.
El proceso, que se llevó con un secretismo criticado por los abogados de Corcoran y por varias organizaciones de derechos civiles, comenzó a eso de la medianoche, hora Central de Estados Unidos (una más en Washington). Se prolongó hasta las 12:44, y el fiscal general de Indiana, Todd Rokita, lo definió como "profesional".
Las últimas palabras del reo fueron: "No, en serio. Acabemos con esto de una vez". Horas antes, recibió su última comida: pidió un helado de la famosa marca Ben & Jerry´s.
Las leyes de Indiana no permiten a la prensa asistir a las ejecuciones como testigo, pero los abogados de Corcoran cedieron uno de los sitios que les correspondían a una reportera del diario de Indianápolis Capital Chronicle, que tuvo que esperar hasta las 12:32 para entrar, junto a uno de los letrados del preso, la esposa de este, Tahina, y el hijo de ambos. En su crónica, la periodista cuenta que el reo parecía "tranquilo" y que "parpadeaba continuamente" y escribe que no estuvo "claro cuándo exactamente se inoculó por vía intravenosa el pentobarbital, la droga empleada en la ejecución, en el brazo izquierdo de Corcoran". Tampoco, "si en otra estancia", lejos de su vista, "había miembros de las familias de las víctimas".
Los letrados de Corcoran trataron hasta el último momento de aplazar la ejecución con los mismos argumentos con los que han defendido el caso de su cliente durante décadas: que sufría un cuadro "esquizofrenia paranoide grave y prolongada", como probaban los libros que escribió y autoeditó en sus años entre rejas. En esas narraciones delirantes, contaba que lo habían sometido a "vigilancia ultrasónica". Esa enfermedad mental, argüían los abogados, le impedía entender la gravedad y las consecuencias de sus hechos.
En un comunicado emitido pasada la una de la madrugada, el gobernador de Indiana, el republicano Eric Holcomb, recordó que el caso había sido "revisado en repetidas ocasiones durante los últimos 25 años, incluidas siete veces por el Tribunal Supremo de Indiana y tres por el de Estados Unidos". "La más reciente, esta misma noche. Su sentencia nunca ha sido revocada y se cumplió según lo ordenado por el tribunal", dijo. El fiscal general Rokita se felicitó por su parte de que el condenado a muerte "finalmente hubiera pagado su deuda con la sociedad al brindar justicia a sus víctimas".
En junio, Holcomb y Rokita anunciaron su intención de reanudar las ejecuciones en vista de que las autoridades habían logrado, tras años de intentos infructuosos, procurarse el pentobarbital que se emplea en las inyecciones letales. Holcomb, que es gobernador desde 2017, cuenta los días para ser reemplazado por su sucesor, el también republicano Mike Braun, que ganó con holgura las elecciones del pasado mes de noviembre. Braun se ha mostrado abierto a reflexionar sobre el futuro de la pena capital en Indiana. Un legislador republicano del Estado presentó recientemente en el Capitolio de Indianápolis una iniciativa para discutir sobre su necesidad, pero Holcomb no quiso aplazar la primera ejecución en 15 años hasta la celebración de ese debate.

Benjamin Ritchie, condenado por el asesinato en 2000 del policía de Beech Grove, Bill Toney.
ARREBATOS PARANOICOS
En el momento de los asesinatos, Corcoran tenía 22 años. Aquella noche estaba viendo la televisión con su hermano James, ocho años mayor, en la casa que ambos compartían en la localidad de Fort Wayne, en el nordeste de Indiana. Aquel día, también estaban Robert Scott Turner, el novio de su hermana, y dos amigos: Douglas Stillwell y Timothy Bricker. Cinco años antes, Joseph Corcoran había sido absuelto del asesinato de sus padres.
La fiscalía sostuvo durante el juicio en el que un juez lo mandó al patíbulo que la emprendió a tiros porque creyó que esos cuatro hombres estaban cuchicheando sobre su supuesta responsabilidad en la muerte de sus progenitores. Según los médicos que testificaron en nombre de la defensa, aquel arrebato fue consecuencia de su personalidad paranoica.
