¿Qué tan buen papá eres?
Los hombres comienzan a hacerse cargo de tareas del hogar y a relacionarse de manera distinta con los hijos... pero les está costando
"Vas a ver cuando llegue tu padre...".
También es una frase que refleja una imagen paterna que castiga y que es la encargada de imponer autoridad y orden. Sin embargo, este modelo de paternidad ha cambiado desde hace años a medida que los movimientos feministas han tenido como uno de sus efectos la reflexión de ser hombre.
Las mujeres cada vez salen más a trabajar fuera del hogar, muchas veces por la necesidad de un doble sueldo para sostener los gastos o por su interés en desarrollarse profesionalmente, enfrentando al doble reto de balancear empleo, el trabajo de la casa y cuidado de los hijos. Por su parte, poco a poco, los hombres también comienzan a hacerse cargo de tareas del hogar y a relacionarse de manera distinta con los hijos... pero les está costando.
"En ocasiones como padre estoy entrándole al trabajo en casa y cuidado de los hijos, pero con un sentido de 'ayudar' a la pareja, no en un sentido de corresponsabilidad", advierte Armando Ávila, coordinador del Centro de Salud y Desarrollo de la UDEM, donde también trabaja con grupos de hombres que reconocen su violencia.
"Para los hombres es más complicado, porque nos han enseñado que esta parte le toca a las mujeres".
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De una u otra manera, el padre del siglo 21 está respondiendo los cuestionamientos que el modelo de nuevas masculinidades ha puesto sobre la mesa en busca de construir una sociedad igualitaria.
"Algunos se adaptan, reaccionan y actúan; otros no: chocan y no quieren cumplir con esos patrones, esquemas nuevos y alternativos que tenemos, que son necesarios, que hablan de corresponsabilidad", dice Ávila.
Un beso en la mejilla
De niño, Luis Carlos Villalpando recibía siempre un beso de su padre en la mejilla.
"En la secundaria me apenaba un poco", reconoce el ahora especialista en estudios de género para la educación y quien estudia un doctorado en derechos sobre niños y niñas.
En una charla en la escuela, recuerda, el expositor preguntó quién saludaba de beso a sus padres. Luis Carlos fue el único que levantó la mano.
"Te felicito", le dijo el expositor, "yo daría lo que fuera por tener a mi padre con vida y poder darle un beso".
Aquel momento fue para Luis Carlos el inicio de tener conciencia como hijo de la importancia de demostrar el afecto.
Ahora, como padre de Natalia, Alejandro y Ricardo, de 6, 5 y 2 años de edad, respectivamente, dar un beso en la mejilla es una práctica que ha reproducido, al mismo tiempo que les dice "te amo".
"Inició como una imitación de ser padre y luego tomé conciencia de la implicación que tienen mi actitud y mis acciones", expresa Luis Carlos, quien es también director de una primaria pública.
"Cuando veo que mis hijos me dicen: 'Te amo, papá', tomo conciencia del efecto que toman esas acciones".
Combinar el ser padre proveedor con ser un padre cuidador y amoroso es complicado para los hombres porque implica romper estereotipos. Pero es posible.
"Los papás tenemos que reconocer que es igual de importante que tus hijos crezcan viéndote en casa, eso es tan importante como tener a mamá en casa", expresa.
Lograrlo es difícil cuando se debe cumplir con un horario laboral exigente, sin embargo, una pregunta clave ante ello es: "¿Qué me estoy perdiendo de la educación como padre por estar trabajando?".
"Disfruto mi trabajo, pero a mí sí me pesa perderme de algunas cosas como padre", comenta Luis Carlos, "no llevar a mi niña al futbol o no estar con el más chiquito. Cocinar con ellos, leerles cuentos, bañarlos cuando tengo la oportunidad lo hago sin problema.
"Quienes se hacen esta pregunta y sí les pesa, y sí identifican cosas que se están perdiendo, ya han hecho este brinco a la conciencia y tendrán más esperanzas para estar presentes en la educación de sus hijos".
Abrazarlos
Cuando un niño o niña llora, suele pasar que la primera reacción del padre sea gritar: "¡Cállalo!".
Rafael Limones, psicólogo social de la asociación civil Supera, comenta que en su trabajo con hombres escucha como una constante que el recuerdo de muchos de ellos es el de un padre que gritaba, pegaba y al que le tenían miedo.
Desde hace varios años su trabajo se enfoca en tratar de cambiar estas actitudes de violencia, principalmente en hombres que se convertirán muy probablemente en padres.
"Hay que escuchar el llanto de tu hijo, de tu hija, abrázalo, simplemente abrázalo", reflexiona Rafael, de 45, padre de Ian, de 6 años.
"En ese escuchar está el escucharse ambos, que él sepa que tu corazón está con él y que él sepa que hay alguien con quien puede llorar, que él sepa que está su papá, que a pesar de las ausencias por el trabajo de largas jornadas está ahí su papá para escuchar lo que a él le duele".
En esos momentos es importante ver a los hijos a los ojos para provocar la conexión.
"Decirle: 'Aquí estoy', tomarlo de la mano, usar los sentidos, la voz, la mirada, el olfato.
"Mis ojos los uso para ver y trabajar, pero también para tener un contacto con mi hijo, también el oído, el tacto y la intuición. Eso genera y repara muchos procesos en las relaciones y le da seguridad a tu hijo".
Los hombres no suelen hablar de lo que les duele o lo que les preocupa, pero sin duda sufren también no poder estar con su hijo recién nacido, el de 5 años, el adolescente o el joven, cuando tienen un trabajo que los absorbe casi todo el día.
Por otro lado, aunque la paternidad ha evolucionado, aún queda camino por recorrer.
"Ahora los padres reconocen que sus hijas tiene las mismas habilidades que sus hijos y les dan las mismas responsabilidades.
"Hay un mayor reconocimiento de esos procesos de violencia masculina donde los hombres al menos reconocen que sí ejercen violencia y dicen: 'No sé qué hacer, pero ya no lo quiero hacer".
Hablar en plural
El psicólogo Armando Ávila comenta la importancia de aprender a hacer lo que un padre debe hacer.
"No me enseñaron a ser papá, OK, entonces ¿qué tengo que aprender?", reflexiona el coordinador del Centro de Salud y Desarrollo de la UDEM.
"Si tengo que cambiar pañales, dar medicamentos y dices: 'Es que no sé', pues aprende. Si puedes hacer cosas más complicadas en tu trabajo, en la casa, ¿cómo no puedes aprender a dar una cucharada de medicamento?".
Ávila también trabaja de manera grupal con hombres que buscan dejar de ejercer violencia. Recomienda abandonar los estereotipos y dejar de ver las actividades de crianza como algo que un hombre no puede hacer.
"Hay compañeros que dicen: 'Tengo miedo de lastimar al bebé al momento de cargarlo'. '¿Y si se me cae?'. Necesitamos involucrarnos en las actividades de crianza que socialmente y culturalmente vemos como una actividad femenina", indica el maestro en género y políticas públicas.
"Es asumir el compromiso, ser responsable y amoroso con mis hijos y mis hijas". Y es que el padre está acostumbrado a pensar en resolver la parte económica de la familia, pero pasa por alto las necesidades emocionales.
"La autoridad es importante mantenerla. Puedo tener confianza, diálogo, diversión, pero sigo siendo tu papá, y sigo teniendo autoridad junto con tu mamá. No caer en el error de ser quienes imponemos el castigo y luego escuchamos: 'Vas a ver cuando llegue tu papá'.
"La recomendación es estar en diálogo con mamá para entre los dos definir la autoridad y establecer las consecuencias, hablar en plural: 'Hemos decidido', 'nosotros pensamos'. Que quien lo diga sea ambas partes, no sólo mamá o papá".
Finalmente es darse la oportunidad de experimentar ser padre desde una perspectiva amorosa, incluso desde antes del nacimiento.
"Vivir esta relación parental desde el embarazo, desde la manera en que me relaciono con mi pareja en ese embarazo y establecer este enlace, hablarle al bebé. Desde ahí se va construyendo mi idea de ser padre, desde la gestación ya estoy siendo padre".
Con recomendaciones así, tú como hombre no sólo podrás ser un buen padre, sino un ser humano feliz.