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Movimiento estudiantil de 1968: la frustrada visita de los Panteras Negras

Un episodio poco conocido del movimiento de 1968 fue la temprana visita que recibió de líderes del Partido Pantera Negra, quienes se reunieron con estudiantes del IPN antes de intentar trasladarse a Cuba... pero fueron detenidos en el aeropuerto y trasladados a una estación clandestina

Una noche de agosto de 1968, por invitación de Francisco, Xóchitl se adentró en una vecindad de la calle Guatemala en el centro de la Ciudad de México. En una de las viviendas se celebraba una reunión secreta con otras y otros jóvenes estudiantes politécnicos. También estaban varios afroestadunidenses, armados y vestidos de negro, que se presentaron como militantes del Partido Pantera Negra (PPN).

Movimiento estudiantil de 1968: la frustrada visita de los Panteras Negras

Para la primera semana de agosto todas las escuelas del IPN estaban en huelga. Algunos edificios de la UNAM y del Poli estaban ocupados por elementos del Ejército y las protestas públicas se habían vuelto masivas. 

Los estudiantes acordaron un pliego petitorio de seis puntos para la resolución del conflicto y enseguida la juventud de la capital comenzó a organizarse en brigadas, las que recorrieron los mercados y las calles de las colonias populares, pronunciando discursos y repartiendo volantes donde explicaban sus peticiones. 

De acuerdo con su testimonio, Xóchitl y Francisco se integraron de lleno a las brigadas y estrecharon su amistad durante aquellas jornadas. Pronto se hicieron inseparables. A diferencia de Xóchitl, quien era la primera vez que participaba en la política estudiantil, Francisco había militado ya en varias organizaciones de izquierda y desde 1966 formaba parte de la Liga Comunista Espartaco, cuyos integrantes, en ocasiones, actuaban en la clandestinidad.

Sin saberlo, aquella noche de agosto de 1968 Xóchitl se había sentado a la mesa con algunos de los líderes de la agrupación que poco después se convertiría en la más perseguida de Estados Unidos. Supuestamente, la motivación principal de los panteras negras para reunirse con los estudiantes mexicanos habría sido la de conocer de primera mano a las y los brigadistas, a quienes consideraban la base del movimiento social. 

Antes de su llegada a México, los integrantes del PPN ya habían sido detectados por las agencias estadunidenses de vigilancia, que advirtieron a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) los planes de aquéllos de ingresar al país y posteriormente trasladarse a Cuba.

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La delegación del PPN. Expulsada. Foto: Archivo General de la Nación

Huellas documentales

De acuerdo con una copia de baja calidad de un telegrama sin fecha ni firma, resguardada en la colección de la DFS en el Archivo General de la Nación, expediente 76-7-968 L3, David Hilliard, George Murray y Landon Williams, “líderes del grupo conocido como el Partido de Panteras Negras, […] dedicado a la violencia y a la acción armada”, […] van a salir de San Francisco, California el día 9 de agosto de 1968 por avión con destino a México D.F. y luego la Habana, Cuba. No se sabe por cual compañía de aviación van a viajar pero es probable que sea por Western Arlines”.

Y así fue. Los afroestadunidenses llegaron a México en el vuelo 635 de Western Airlines, procedentes de Los Ángeles, según el memorándum (que se encuentra en el expediente citado) fechado el 12 de agosto de 1968 y firmado por el entonces agente de la DFS Miguel Nazar Haro.

Según el reporte se trataba de los militantes David Hilliard, supuestamente “capitán del batallón nacional de la organización denominada Partido de la Pantera Negra, con sede en Oakland, California, George Murray, también miembro de esta organización y Landon Williams”, además de los simpatizantes Anthony Ashler y Anthony Willard. 

Según el reporte de Nazar Haro, los “norteamericanos de raza negra” habían llegado a México con el fin de viajar a La Habana, Cuba, y “solicitar de Fidel Castro Ruz ayuda para su movimiento armado en los Estados Unidos de Norteamérica y para ello recibir adiestramiento en las escuelas de guerrillas de aquel país”.

El PPN, continuaba el memorándum, perteneciente al “Poder Negro, es el más violento en sus acciones, ya que ejecutan misiones suicidas aisladamente, asesinando policías y efectuando actos de sabotaje que realizan no importando la seguridad que para ello tome el Gobierno […]

“Dicen tener 4,000 militantes, pero en realidad son 500 negros los activistas de este Partido que es el causante de los problemas radicales raciales en aquel país”, asegura el documento, y finalmente Nazar Haro informa que los afroestadunidenses fueron detenidos por agentes de la Secretaría de Gobernación y expulsados a su país de origen.

Siempre vigilados

Otro documento en el mismo expediente, pero sin membrete, fecha, ni firma, proporcionó información adicional sobre el seguimiento de las agencias de inteligencia a las panteras negras en México.

En este registro se menciona que tanto Ashler como Willard habían llegado a México el 11 de agosto de 1968 con un grupo de estudiantes estadunidenses que viajarían a Cuba y África, patrocinados por el Sindicato Nacional de Abogados. 

Según el reporte, la mañana del día siguiente, Ashler y Willard se presentaron en la embajada de Cuba en México, donde supuestamente “se les negaron las visas para entrar a Cuba”. Más tarde, “a las 10 de la mañana fueron detenidos por agentes de inmigración y salieron de México voluntariamente, ellos a San Francisco y los demás a Nueva York”.

De vuelta en California, Murray, ministro de educación del PPN, convocó a una rueda de prensa que fue transmitida el 14 de agosto por la televisora KPIX, en la que denunció que tanto él como Hilliard y Williams habían sido secuestrados en México por agentes internacionales. 

En respuesta a las preguntas del reportero, Murray explicó que habían sido detenidos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, esposados, arrojados con violencia en una camioneta vieja y trasladados a un lugar lejano, donde creyeron que serían fusilados por los agentes.

Con evidente ira, Murray relata que después fueron llevados a una “estación oscura”, donde descubrieron a dos afroestadunidenses más, quienes también habían sido secuestrados por estos mismos agentes.

Durante la conferencia, el ministro de educación del PPN denunció que todas sus propiedades habían sido confiscadas, entre ropa, dinero, joyas, pasaportes, las visas a Cuba, los pases turísticos a la Ciudad de México, insignias del partido, libros y manuscritos. 

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Huellas documentales del paso de las Panteras Negras. Foto: Archivo General de la Nación

Reacción a Tlatelolco

Días después de la Matanza de Tlatelolco, el 5 de octubre de 1968 fue dada a conocer una versión extendida sobre la presencia de las panteras negras en México, en el órgano oficial de difusión del PPN, The Black Panther.

En la columna titulada “Panteras en México”, Landon Williams señala que “el gobierno racista de los Estados Unidos mostró su fuerza internacional el fin de semana del 10 al 12 de agosto de 1968”, al impedir que una delegación de tres miembros de las panteras negras visitara Cuba, por invitación del primer ministro Fidel Castro y el pueblo cubano. 

Según Williams, varias semanas antes, algunos miembros del Comité Central del Partido y una delegación de cubanos habían planeado el viaje durante su encuentro en los pasillos de la sede de la ONU en Nueva York, donde presentaron el caso del ministro de defensa del PPN, Huey P. Newton, encarcelado el 28 de octubre de 1967, acusado de asesinar a John Frey, policía de Oakland, California. 

De acuerdo con la publicación, la visita tendría un propósito educativo, ya que viajarían a Cuba para revelar “la verdadera historia de las condiciones a las que se encuentra sujeto el pueblo afroamericano en un Estados Unidos racista y decadente, y cómo, en cada vez mayor número, más y más hermanas y hermanos negros están recurriendo a las lecciones de Huey P. Newton, tomando el arma y usándola”. 

Esto en preparación de la “Semana de Solidaridad de los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos con los pueblos, con los afroestadunidenses en su lucha contra la represión violenta”, que sería proclamada en Cuba del 18 al 24 de agosto, según Williams.

Con ese motivo, el ministro de educación, G. Murray; el jefe del estado mayor, D. Hilliard, ambos del Comité Central del PPN, y Williams viajaron del aeropuerto de San Francisco “la noche del viernes 10 de julio (sic) en un jet de Western Airlines rumbo a la Ciudad de México”, donde pasarían la noche para trasladarse a Cuba al día siguiente. 

En su relato sobre México, cuenta que a las 09:00 horas del sábado 11 de agosto salieron de su hotel rumbo a la embajada de Cuba. De camino en el taxi, Murray comenzó a platicar con el conductor en perfecto español, por quien se enteraron que una semana antes se habían presentado “rebeliones estudiantiles sangrientas que habían sacudido la ciudad por casi dos semanas”.

En la embajada cubana los miembros del PPN fueron recibidos afectuosamente por el personal diplomático cubano y enseguida comenzaron la preparación de la visa y cartas de presentación. Después del papeleo, les explicaron que a las 14:00 horas de ese día arribarían al aeropuerto de Cuba, donde una comisión estaría esperándolos. 

Williams cuenta que salieron de la embajada y se trasladaron en taxi al aeropuerto. “Bajamos del taxi, le pagamos al conductor, recogimos nuestras maletas y nos dirigimos a la agencia de boletos Air Cubana y fue cuando ocurrió.

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Anthony Willard. Otro militante en México. Foto: Archivo General de la Nación

“De pronto estábamos rodeados por doce hombres de distintas nacionalidades, vestidos de civil, con el aspecto de Elliot Ness y los Intocables.” 

Williams continúa explicando que, en el estilo típico de Elliot Ness, uno de los agentes lo tomó del brazo derecho mientras que otro tomaba su brazo izquierdo y uno más se paraba frente a él con la mano dentro del abrigo, quien le instruía que no se moviera y procedió a registrarlo por atrás. Lo mismo ocurrió con sus compañeros George y David y finalmente todos fueron esposados.

Cuando les preguntaron por qué estaban siendo detenidos, los agentes los amenazaron con armas 9 milímetros de 38 y 14 tiros. “En un preciso estilo mafioso, fuimos secuestrados en el aeropuerto a punta de pistola, llevados a la parte trasera de una camioneta blanca y sucia con ocho hombres armados, conducidos a una zona apartada de la Ciudad de México y robados de nuestro dinero, manuscritos, cámaras, grabadoras y libros”.

Durante la detención ilegal, los afroestadunidenses pidieron ser llevados a la embajada de Estados Unidos, pero en su lugar los trasladaron a otro sitio. “Cuando el auto se detuvo nos ordenaron que bajáramos. Cuando miré por la ventana sólo pude ver filas de tabiques blancos”.

Cuando las panteras negras salieron del carro fueron sujetados y alineados contra la pared, donde los interrogaron para saber por qué se encontraban en México. “Cuando no les decíamos nada más que éramos estudiantes, nos fotografiaron y nos dijeron que si regresábamos a México seríamos encarcelados cinco años”. Finalmente los agentes los escoltaron de vuelta al aeropuerto para colocarlos sobre la pista en un vuelo sin escalas a Nueva York.

“Nuestros pasaportes fueron colocados en nuestros bolsillos, los molestos guías dijeron adiós y nosotros volamos camino a Nueva York.”

Tanto el aeropuerto como la embajada de Cuba eran importantes blancos en la cobertura de vigilancia que realizaba la CIA ese año.

Así lo revela la Historia de la estación de la Ciudad de México, escrita por Ann Goodpasture, seudónimo de R. B. Riggs, y asistente principal del jefe de la estación de la CIA en México, Winston Scott, en la que además se señala, que como parte del Proyecto Litempo, la cobertura de vigilancia en el aeropuerto mexicano resultó estratégica, ya que éste era el único punto de enlace aéreo directo entre Cuba y América Latina.

Desde 1962 el espionaje en este aeropuerto mexicano se realizó por medio de la colocación de una “cámara oculta de pasaporte de 16 mm” y dos agentes. Después, en 1964 las operaciones se asignaron a sus reemplazos Lewis D. Humprey Jr. y Litempo-11, y posteriormente las operaciones se turnaron totalmente a personal nativo bajo las órdenes de Litempo-12, cuyo criptónimo probablemente corresponda al agente de la DFS y amigo cercano de Win Scott, Miguel Nazar Haro, cuyos seudónimos podrían ser Angus J. Laverdure y Juan Noriega, según han deducido varios investigadores, entre ellos el estadunidense Jefferson Morley en su obra Our man in Mexico (Nuestro hombre en México).

Según el manuscrito –revisado y desclasificado parcialmente en agosto de 1978 para investigar el asesinato de John Kennedy–, entre 1960 y 1967 Cuba fue considerado por la CIA como el objetivo de mayor relevancia, incluso por encima de la Unión Soviética, a causa de “la amenaza que representaba en el hemisferio occidental la exportación de actividades revolucionarias y guerrilleras al estilo de Castro”.

El Proyecto Litempo comenzó en 1960 como un medio de intercambio informal de información política relevante entre México y Estados Unidos, pero sin recurrir a los canales públicos y protocolarios.

Las actividades de contrainteligencia se realizaron en colaboración con otras agencias como la DFS de México y el FBI de Estados Unidos, esta última encargada de la seguridad interna de aquel país.

Según la Historia… de Goodpasture, el FBI recibió copias de todas las informaciones producidas por la CIA, sobre todo la relativa a ciudadanos no estadunidenses de interés para esa oficina, así como también de ciudadanos estadunidenses, excepto de aquellos que se encontraban en contacto con la embajada cubana o soviética. 

Para los planes de inteligencia, los militantes del PPN habían dejado de ser sólo una amenaza interna para convertirse también en una amenaza por sus ambiciosos planes en el comunismo internacional, creando relaciones con organizaciones de izquierda en África, Asia y América Latina.



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