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Mamá Rosa ya regresó: atiende a 4 que no fueron recibidos en ningún albergue

Cuatro meses y medio después de que la PGR desarticulase el internado de Rosa Verduzco, cuatro adultos y un bebé vuelven a vivir con ella. El DIF de Zamora, Michoacán lo sabe y no hace nada y el DIF estatal se concentra únicamente en los 46 niños que tiene albergados en sus instalaciones
  • Por: Animal Político
  • 01 / Diciembre / 2014 - 11:57 a.m.
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Mamá Rosa ya regresó: atiende a 4 que no fueron recibidos en ningún albergue

Cuatro adultos que crecieron con Mamá Rosa vuelven a vivir con ella. Son dos chicos y dos chicas. Una de las mujeres tiene un bebé, los otros tres adultos presentan alguna discapacidad intelectual. “No podemos hacer nada porque es una casa particular”, alega a Animal Político el vocero de la delegación del Sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Zamora, que ya conoce del caso. Es la misma explicación que dio cuando se le preguntó porqué no revisaban el albergue La Gran Familia, en la misma localidad, antes del operativo de la Procuraduría General de la República.

El pasado 15 de julio la PGR –en coordinación con el Ejército– desarticuló el internado La Gran Familia donde vivían 438 niños y 158 adultos bajo la regencia de Rosa del Carmen Verduzco en condiciones insalubres y con denuncias de malos tratos, abuso sexual y privación de la libertad. La noticia dio la vuelta al mundo y ocupó las portadas de medios nacionales e internacionales durante días. El albergue se clausuró y después de sufrir un incendio parcial en octubre, está resguardado por dos policías estatales. Seis de los ocho colaboradores de Verduzco están presos y enfrentan cargos por secuestro y trata de personas. La ley cayó sobre la fundadora y sus colaboradores, pero ni el DIF que le remitía niños, la Secretaría de Educación Pública que le daba subvenciones por su educación musical, o los diferentes gobiernos que la apoyaron financieramente, respondieron por qué nunca antes habían revisado las condiciones del lugar. El Ministerio Público tenía denuncias de padres al menos desde 2010

Después del linchamiento público –que no respetó la presunción de inocencia–, fue eximida de toda responsabilidad al considerar que, por su avanzada edad presentaba un estado mental y de salud que no permitía fincarle responsabilidades penales. El Procurador General, Jesús Murillo Karam la declaró “inimputable” con base en un estudio médico, patológico y psicológico.

Ahora, esta mujer presentada como incapaz vuelve a albergar en su domicilio privado –a 800 metros del antiguo albergue– a cinco de sus hijos, como ella los llama. Al tocar a la puerta dos de ellos abren. Uno de ellos, con sobrepeso y con un grado de discapacidad intelectual llegó caminando desde Morelia a un pueblo cercano a Zamora, donde un vecino lo acompañó donde Rosa. No tenía donde ir. Pero no quieren hablar con una desconocida. Solo confirman que ahí viven. La empleada doméstica, que se ocupa de la limpieza y la cocina de la casa, confirma que viven cinco con Rosa y que a diario llegan jóvenes de la calle o de escasos recursos al almuerzo. Ella hace de comer como una docena de raciones. Por si tocan a la puerta a pedir. Los limpiavidrios del barrio aseguran que los ha invitado a ir a comer. Para ello, Rosa sigue recibiendo el apoyo de amigos y comerciantes locales. El mandadero y chofer de la vieja camioneta con redila y el logo de La Gran Familia que laboraba para el albergue, llega el miércoles a las dos de la tarde a la casa con cuatro sacos de zanahorias que ya agotan su frescura. Vuelven a abrir los muchachos. El trabajador descarga algo y ahora sí sale Rosa Verduzco. Viste como siempre, falda a cuadros roja y azul y polo rojo de manga corta con La Gran Familia bordada en la pechera. El mismo uniforme escolar que portaban las niñas del internado durante décadas y que ha caracterizado el atuendo de la fundadora en todos los recuerdos de los zamoranos. Solo acepta algunos víveres, el resto ordena que lo repartan en una colonia popular de Zamora. “No se lo van a comer aquí”, dice.

A sus 80 años su cuerpo espigado y huesudo es dos terceras partes del de la mujer frondosa que revelan las fotografías que ilustraron las notas del operativo en julio. “Ya estoy mejor, he subido ocho kilos desde el golpe”, dice. Se la ve enérgica y resolutiva.

“Mira, eso fue como cuando tienes un accidente, se desarma todo el carro pero hay que seguirle”, asevera al preguntarle como se siente después de la clausura del internado. No quiere hablar más, ni que lo hagan los jóvenes que han vuelto a vivir con ella. Pero no se esconde, cada lunes almuerza con uno de sus mejores amigos, el dueño de un hotel en el centro Zamora. Va al mercado, saluda a los vecinos. “Aquí todo el mundo me conoce y me respetan” dice orgullosa.

En el DIF estatal dicen no saber nada de ella desde el 30 de julio. Ese día recibieron a las 102 personas entre menores y adultos que el DIF nacional no pudo reubicar en otros estados. En Morelia los alojaron en las antiguas instalaciones del Centro Michoacano de Salud Mental que el DIF estatal reconvirtió en el albergue infantil Vivan los Niños. Allí viven ahora 46 niños, y a una madre que creció en el albergue y salió con tres hijos sin tener de donde ir. El resto aseguran que paulatinamente fueron trasladados con sus familias.

“Sabemos que algunos tuvieron una reintegración muy adecuada, algunos otros no estaban con sus familias por algunas circunstancias y no es lo que más quisieran ellos, pero esa es la situación. Nosotros a los que estamos más enfocados es a los niños que están bajo nuestra custodia. De personas discapacitadas no tuvimos conocimiento”, se defiende la directora general del sistema michoacano del DIF, Mariana Sosa. Y asegura que los menores de Vivan Los Niños ya están recibiendo clases y atención integral.

“No hubo el apoyo de parte de gobierno, no debió hacerse el operativo sin tener un lugar adecuado donde realojarlos”, critica el Padre José Antonio Torres, párroco de la localidad vecina de Tangancícuaro y que apoyaba a Verduzco en el albergue. Este cura también ha criado niños abandonados y conoce a Mamá Rosa desde los 19 años, cuando apenas empezaba a hacerse cargo de algunos menores.

“Ella comenzó con una finalidad muy buena pero se le fue de las manos, porque tenía 600 y alimentar y hacerse cargo de 600 es imposible, también por la edad de ella y porque la gente que tenía ahí cuidando hacían lo que les daba la gana”, explica. Reconoce que Verduzco cometió errores pero opina que no se remediaban con un operativo. “Se necesitaba una solución a como estaba ahí pero no como se hizo. El gobierno tenía que haberla ayudado, no era de Rosa la obligación de estos niños, era del Estado”, concluye.

Al preguntarle a Rosa Verduzco directamente, se niega a responder. Dice que no quiere poner en peligro a sus hijos que enfrentan procesos judiciales, refiriéndose a sus seis colaboradores presos, de los cuales al menos tres de ellos crecieron en La Gran Familia. Y da por cerrada la conversación y se da la vuelta.

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