Los secretos de la secta de Xul
Miles de italianos y personas de otras nacionalidades han sido manipulados, engañados y en muchos casos defraudados por la mexicana Carolina Zalce a lo largo de 30 años, definida como "santona" y líder de la secta llamada "Evo Cris" en Italia.Vestido completamente de blanco, descalzo y sentado frente a un espejo en las instalaciones de un viejo cine cercano al lago de Bracciano, luego de ayunar rigurosamente durante tres días, y a su izquierda una vela encendida, Gian Luca Bellini comenzó a tener visiones.
Gian Luca no sólo quedó atado a la personalidad de Carolina sino que comenzó a recorrer un camino largo y azaroso que lo llevaría, tiempo después, a 9 mil 392 kilómetros de distancia, a otro continente, a un país con lengua distinta a la suya, a perder familia y patrimonio y a sumirse en laberintos de los cuales le costaría impensados esfuerzos salir. La mujer que arrastró a Gianluca, primero, y a su entonces novia, después, tenía una pinta particular: Carolina Zalce de la Peña es elegante, alta, de cabellos rubios, tez blanca, prominente nariz aquilina, mirada penetrante y una larga sonrisa.Muy lejos se encontraba Carolina de la Ciudad de México, en donde nació el 25 de enero de 1942, y en donde se casó en segundas nupcias con Oscar Herrera Brauer, el eficiente técnico que el entonces presidente Luis Echeverría designó como secretario de Agricultura y Ganadería el 2 de enero de 1974. Y en esa nueva residencia es donde aparece Carolina, sólo que en una escenografía idílica y convertida en una santona que predicaba en una lujosa villa, circundada de frondosos pinos, frente al azul marmóreo del lago cercano a Roma y una pirámide construida en madera.Justo el lugar donde Gianluca quedó enredado y en donde sucedían cosas provenientes del mundo irreal. "Sólo la magia puede producir esos efectos. En una ocasión fotografiaron a Jesús junto a ella. En una fotografía aparecía Jesús y con esto ha demostrado que junto a ella estaba Jesús".Bellini comenzó entonces un auténtico descensus ad inferos arrastrado por la personalidad de Carolina Zalce. La idea central de sus enseñanzas era simple, pero los convencía: "El hombre no se conoce. Si se conociera, no habrían sufrimientos y dolores"."Las nuevas perspectivas de un nuevo camino interior que podía concretarse en México". Así que decidieron apostar y mudarse a otro continente para alcanzar un nuevo estado espiritual en su vida.Vendieron todo. Los muebles del negocio y también los de la casa, la camioneta BMV deportiva, los electrodomésticos, los armarios. Empacaron algunas cosas que deseaban tener consigo en esta etapa: su cama, el laboratorio de Gianluca, el gato, libros y otros enseres queridos.Contrataron una mudanza que llevara sus pertenencias a Roma, desde donde fueron trasladadas a un puerto y embarcadas finalmente hacia México.Gianluca y Laura compartían la emoción. Tenían sus sueños, más de 100 mil euros y deseos de emprender una nueva y prometedora vida en la comunidad de Xul, Yucatán, a donde un año antes ya habían ido como parte de su viaje de luna de miel. La primera ocasión en que Gianluca Bellini escuchó hablar de Las Águilas fue en noviembre de 2007. Un segundo encuentro con Carolina en el viejo cine en el que centenares de italianos la escuchaban con embeleso cumplió su cometido. Su entonces novia Laura se mostró fascinada con la idea de reinventar su vida en una comunidad enclavada en medio de la selva del sur de México. Quizá no lo sabían, pero ya no habría retorno. Anidado en el espíritu de ambos, el proyecto de encontrar un nuevo sentido a su existencia creció y los llevó a casarse en agosto de 2008. Qué mejor manera de que celebrar que con una luna de miel precisamente en el mágico lugar del cual Carolina ya les había hablado en los cursos. Así que, convencidos de que ingresarían a un estado y una existencia desconocidos hasta entonces, Gianluca y Laura hicieron una visita al lugar en donde se fundaría la comunidad de la cual deseaban fervorosamente ser parte.El terreno se encontraba en las orillas de Xul, una perdida comisaría del municipio de Okutzcab, vecina a las ruinas mayas de Kiuic, a una hora y media de Mérida. Ahí, en esas poco más de 800 hectáreas, se levantaría la comunidad que llevaría su existencia a otro plano. Muy pocos sabían de un proyecto cuya construcción avanzaba aceleradamente y al que se sumaban más seguidores llegados del país europeo. La gente de la comunidad empezó a ser contratada en la construcción y otras tareas, y las versiones sobre las actividades de los extranjeros empezaron a inundar los caminos y la selva. Xul y la comunidad italiana que habitaba el complejo de Las Águilas llegaron irremediablemente a la prensa. Basados en la presunta profecía maya que señala el 21 de diciembre de 2012 como fecha final de los tiempos, un numeroso grupo de personas de origen italiano ha escogido un lugar cercano a la comisaría de Xul para edificar un conjunto de viviendas, a las que los vecinos de esa comunidad ya conocen como el lugar del "fin del mundo" o del "juicio final"."La Ciudad del Fin del Mundo" fue construida para dar albergue a aproximadamente 150 familias. Las casas construidas por los italianos son peculiares, pues poseen gruesas paredes, poco usadas aquí por el calor que impera en el Mayab. La recolecta de dinero llegó a convertirse en la actividad a partir de la cual se organizaban todos. El dinero marcaba los días de Gianluca. Lo tiene muy presente: Daniele recolectaba el dinero para mantener a los conejos de la granja. Alessandro recolectaba el dinero para la limpieza de la piscina, y otros cobraban la renta por acudir a comer al restaurante del complejo, es decir, 600 pesos mensuales por cabeza. Todos, menos Carolina, pagaban cuota por condominio. "Era un continuo pagar y llevar a cabo encargos y labores gratuitamente", explica el italiano.En pocas palabras, Carolina Zalce hace trabajar gratuitamente a quienes viven en la comunidad y, además, los hace pagar por toda clase de servicios. Esa situación se fue tornando insostenible para Gianluca y su mujer. La falta de dinero y la necesidad de generar ingresos para solventar los gastos de la comunidad comenzaron a menguar su salud. Mientras vivía en Xul, Gianluca experimentó un acontecimiento trascendental en su vida: el nacimiento de su hijo Michelle. Parecía que la vida idealizada desde el norte italiano comenzaba a materializarse. Eso parecía, pero cierta desazón crecía gradualmente en él. El "nuevo camino interior" parecía torcerse.Gianluca necesitaba desesperadamente regresar a Italia, ver a su familia, salir de un ambiente que era demasiado denso para él. Planeó viajar con Laura y su hijo, y regresar un tiempo después. Los motivos de Gianluca BelliniGianluca Bellini, italiano, recientemente expulsado de la comunidad de Las Águilas tras un largo periplo de más de cuatro años ha presentado una "denuncia" por fraude ante la Procuraduría de la República de Roma con la intención de recuperar a su hijo, Michelle, nacido en México, el que permanece en Xul con su esposa Laura.Ha aceptado contar por primera vez su historia. Reitera los motivos que lo llevaron a incorporarse al grupo de los "seguidores de Carolina"."Siempre he sido religioso y muy idealista, y no esperaba otra cosa sino que alguien me prometiera ir a vivir en un mundo ideal. Así me quitaron todo el dinero que he ganado en Italia en muchos años de intenso trabajo, pero sobre todo, me han separado de mi mujer y de mi hijo".Y puntualiza: "Carolina buscó en Italia a tantos soñadores como yo para enredarlos económica y espiritualmente".DEJA TU COMENTARIO
