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El testamento del comerciante francés René Guyard (año 1861)

No tenemos datos precisos cuándo llegó el francés Guyard a Reynosa, (tal vez para finales de los años 1830 o principios de la década de 1840); pero conocemos que éste personaje había amasado una fortuna considerable para 1861, cuando elaboró su testamento en enero de ese año; falleció siete meses después.

Don Donato Palacios, el primer cronista municipal de Reynosa, explica en uno de sus escritos, que René Guyard fue el propietario de un importante almacén de abarrotes en la esquina suroeste de las actuales calles de Morelos y Juárez; un ciudadano francés avecindado en Reynosa desde antes de la mitad del siglo XIX. Ese negocio se encontraba en la cuadra donde ha existido el Palacio Municipal o Casa Consistorial; el gobierno municipal ha estado allí desde que Reynosa fue trasladada a las Lomas de San Antonio, en 1802.

Vista de la propiedad que había sido de René Guyard.El testamento del comerciante francés René Guyard (año 1861)

En un principio, la esquina fue propiedad del español don Manuel de la Fuente, quien manejó el fielato y estanquillo del tabaco en Reynosa durante la Guerra de Independencia; razón por la que sería asesinado por los indígenas insurgentes de la región. 

Años después, el francés adquiriría esa propiedad donde construyó un edificio de cal y canto, que actualmente le sirve al Mission Bar y a otros negocios pequeños por las calles mencionadas.

El Testamento

No tenemos datos precisos de cuándo llegó el francés Guyard a Reynosa, (tal vez para finales de los años de 1830 o principios de los años de la década de 1840), pero conocemos que este personaje había amasado una fortuna considerable para 1861, cuando elaboró su testamento en enero de ese año; falleció siete meses después.

Por su testamento, que se encuentra en el Archivo Histórico de Reynosa, conocemos que René Guyard nació en Francia del matrimonio de Lázaro Guyard y de María Lazarette Willar (sic. Willard), quienes habían fallecido. Hacía 29 años que René también había quedado viudo, al morir su esposa María Petra Foremier, sin dejar descendencia. Declaró como herederos universales a sus hermanos, Francisco y Antonia Thibaut, quienes eran originarios de Viscolon, en la provincia de Francia. 

En caso de que éstos no pudieran tomar posesión de la herencia, pasarían sus propiedades a manos de sus primos hermanos, Claudio y María Francisca Carrión. Una de sus propiedades, por el lado izquierdo del río Bravo (lado de Texas), en el Capote, se la dejó a su ahijada, Irene Anaya. 

René tenía propiedades en Monterrey, así como en Matamoros. La finca en Reynosa que se encontraba enfrente de la Plaza Principal (Miguel Hidalgo) estaba compuesta de diez piezas y un subterráneo. El lugar donde vivía lo conocía el pueblo como la casa morada. Del lado americano tenía dos porciones de tierra conocidas como El Nogalito y La Lomita. Esta última posiblemente sea la que se encuentra al sur del actual Mission, Texas. 

Estas dos porciones, junto con todos los bienes de ganado vacuno las donó a los misioneros Oblatos de María para la propagación de la fe cristiana entre los indígenas “bárbaros”. Estas propiedades quedaban bajo los sacerdotes de esta secta, Francisco Parisot y Pedro.

Era un selecto número de personas que le debían dinero en Reynosa, Monterrey, Matamoros, Linares, etc.  Mientras no se presentaran los herederos, pedía que su propiedad de Reynosa fuera rentada para que se le hicieran las reparaciones necesarias y que se dieran las misas en la iglesia para el bien de su alma. En su propiedad tenía un establecimiento de venta de ropa y una “pulpería” (restaurante), de las cuales pedía que las ganancias fueran administradas por su dependiente Jesús Hinojosa Rodríguez, y después de cuatro meses por Antonio y Matías Cavazos y Desiderio Rodríguez.

Guyard contaba con un fondo en oro americano y mexicano, cuartillas de plata y en plata común, cuyo total era de $ 1,000.30 pesos; esto pedía fuera enviado por Rodríguez a los padres Oblatos de Brownsville para que fueran entregados a sus herederos.

Contaba también con vacas en arrendamiento. De las ganancias de su establecimiento por cuatro meses ordenaba se le pagara indemnización a sus trabajadores y sus deudas contraídas con diferentes personas. Dejaba como albaceas y ejecutores de su testamento a las cuatro personas mencionadas arriba, para que vendieran y remataran sus bienes. 

El testamento comienza con el protocolo religioso: “En nombre de Dios todopoderoso…”, continuando por casi una foja, antes de encaminarse a las peticiones personales y terrenales que hacía Guyard ante el alcalde 1º constitucional de Reynosa, Juan José Chapa Guerra. Ante testigos y albaceas, el testamento fue firmado el día 21 de febrero de 1861, y seguía el formulismo que se venía desarrollando por los alcaldes o justicias mayores desde la época colonial en Reynosa.

El Codicilo

Fue el 29 de septiembre de 1861 cuando René Guyard solicitó un codicilo (modificación al testamento) en el lecho de muerte, reuniendo al alcalde Juan José Chapa y a los albaceas en su casa morada. Pidió que se contara de nuevo el fondo de dinero de oro y plata, por lo que se halló ser más de $ 1,500.00 pesos. De esto, Guyard dispuso que se utilizara $200.00 pesos para que se le hiciera una bóveda donde fuese sepultado; además para que se contratara un doctor para que le hiciera “la confección de aceite y se embalsame su cuerpo”. Pidió también un carretón con lona, estirado por bueyes para que lo llevasen al panteón.

El cuerpo sería sepultado en el entonces recién inaugurado panteón municipal de Reynosa, que se localizó en los terrenos que ahora ocupa la clínica hospital ISSSTE Dr. Baudelio Villanueva Martínez.  En ese panteón derruido a finales de la década de los años 1960, la antropóloga Antonieta Espejo desarrolló un estudio antropológico de los restos humanos y las prácticas funerarias de los antiguos reynosenses. Dentro de los hallazgos de la antropóloga se refería a los restos bien conservados de un francés de ese período del inicio del panteón, pero no se está seguro quién era ese personaje investigado. 

El Inventario

Unos días después de su muerte, los albaceas empezaron el inventario de los bienes de Guyard, desde el 1º de octubre de 1861. El proceso les tomó varios días para poder terminar de enumerar las existencias dentro de la propiedad del comercio del francés.  Entre los artículos se encontraban camisas, pañuelos, calcetines y telas de todos tipos: dril de lino, indianilla, coletilla, lino, seda, jamán, algodón de Egipto, lona, etc.

Guyard vendía útiles escolares, libros, silabarios, catecismos, lápices, etc. El francés era apreciado por la población debido a que él siempre prestaba su casa para que se hicieran las presentaciones de las escuelas de primeras letras al terminar el ciclo escolar, en donde participaban los padres de familia y los inspectores escolares.  En el Archivo Histórico de Reynosa, existe documentación donde se pidió con insistencia la propiedad después de fallecido para ser utilizada como escuela.

La lista del inventario del comercio era extensa y variada, pues incluía zapatos americanos, cinturones, productos de ferretería, piloncillo, borcelanas, latas de ciruelas, mostaza, botellas de licor y vino tinto, canicas, manteca de puerco, cucharas, plumas de aves, anteojos, fusiles, municiones, pólvora y muchos productos más que consumían los vecinos de Reynosa en esa época. 

El almacén de Guyard ya existía cuando los americanos ocuparon la villa, entre 1846 y 1848. En la década de los años 1850 su competencia estaba en el otro lado de la plaza, en el comercio “La Gloria”, de Francisco García Treviño, el más grande de Reynosa.

Fue hasta el mes de junio de 1862, después que se subastaron los bienes del francés, que se entregaron simbólicamente a los herederos franceses, lo que se recolectó. René Guyard fue uno de los hombres más acaudalados en Reynosa; sus bienes se acercaban a los $13,000.00 pesos, cuando todavía la moneda de México se regía en oro y plata. El peso mexicano era utilizado como moneda de intercambio internacional en Estados Unidos y el resto del mundo.

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Correspondencia del Consulado de Francia en Matamoros, 1862. 



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