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La falsificación de pasaporte por Refugio Bocanegra, 1789 (segunda parte)

El juez mandó sacar de la prisión al centinela Damásio Gallegos, quien había dejado libres a los reos por descuido. Él declaró que era falsa la acusación que le hacían los reos, que, aunque se le fueron, él no había causado la fuga

A las 11 de la noche del día 8 del noviembre de 1789, el procurador de la villa Thomas Tijerina avisó al justicia mayor Juan Antonio Ballí, que los dos presos falsificadores que estaban a su cuidado se habían ido. Esto había sucedido cuando el centinela les había abierto el cepo para que salieran a hacer aguas. El juez reprendió al procurador, mencionándole que les mandara buscar y si era posible que fuera él mismo en persona, debido a la exigencia que pedía el caso. En caso de que los reos no aparecieren, el procurador tendría que presentarse en la capital de la provincia aclarando su descuido.

Pasaporte con la firma falsificada del comandante de las Provincias Internas de Oriente, coronel Juan de Ugalde. AMR.La falsificación de pasaporte por Refugio Bocanegra, 1789 (segunda parte)

No fue hasta las once de la mañana del día diez, que el procurador Tijerina apareció ante el juzgado avisando que tenía razón sobre los reos y pedía gente para irlos a aprehender. Para esto se le pidió auxilio al salvaguarda Joaquín Jiménez y su compañero, un soldado de Camargo que se hallaba de momento en la villa.

Ese mismo día 10 de noviembre a las nueve de la noche, Thomas Tijerina y sus acompañantes presentaron ante el Juez a los reos fugitivos, Joseph Refugio Bocanegra y a Nicolás González. Al ser interrogados, los presos dijeron que el centinela Damásio Gallegos les había abierto los cepos sin que se lo pidieran. Que había sido voluntad de Damásio, quien les dijo que se fueran. Bocanegra le había dicho que cómo se iba a quedar solo, pero el centinela le respondió “que no le hiciera fuerza, que se fuera”. Allí lo habían dejado en la cárcel.

Declaración de Gallegos 

El juez mandó sacar de la prisión, donde habían puesto al centinela Damásio Gallegos, quien había dejado libres a los reos por descuido. Él declaró que era falsa la acusación que le hacían los reos, que, aunque se le fueron, él no había causado la fuga. Ellos le habían pedido que si quería echarlos a hacer aguas. El condescendió caritativamente e inadvertidamente de que se pudieran fugar. Damásio explicó que el procurador le había dicho que les abriera los cepos, cuando quisieran hacer aguas.

Gallegos declaró que también se prestó debido a que su compañero que servía también como centinela se había ido a cenar y no volvió. Luego que los reos se vieron sueltos, dice que le dijeron que se iban. En ese momento pasó a darle parte al Sr. procurador, para que hicieran la providencia necesaria.

El juez hizo comparecer de inmediato al procurador Thomas Tijerina, quién afirmó haberle dado la llave del cepo a Damásio Gallegos para que les abriera cuando quisieran hacer sus necesidades. Pero que esto lo debía hacer temprano, no a las horas que lo hizo. El procurador explicó que no era su culpa que el centinela lo hubiese hecho inadvertidamente. Reafirmó la reputación maliciosa con la que cargaba el reo Refugio Bocanegra. 

El juez Juan Antonio Ballí después de ver los alegatos del centinela Gallegos y el procurador Tijerina, no veía efecto en dicho cargo que se le imputaba al centinela. Pero si vio consecuencias en los cargos contra los reos Bocanegra y González, por lo que se vio en la necesidad de enviarlos ante el gobernador de la Colonia del Nuevo Santander. Junto con los reos enviaba: el auto levantado en la villa de Reynosa; el ajuar y menudencias decomisadas por el salvaguarda con su lista; todos los documentos que traía en su poder Bocanegra, incluyendo el pasaporte con la firma falsa; el par de caballos que traían de la remonta de Cruillas. Esto fue remitido desde el día 13 de noviembre de 1789.

En la lista recabada del ajuar y menudencia que cargaban los reos, se encontraba; entre las armas: dos escopetas, una adarga, dos armas de baqueta, dos cartucheras y una pistola; entre los accesorios ecuestres: dos fustes aviados, dos pares de espuelas, dos pares de frenos y una jáquima; entre la ropa y vestuario: un par de cojinillos, una maleta, una manga de paño, un jorongo, un capote, un  par de calzones de terna encarnada, dos costalitos, dos mascadas nuevas, una camisa, un par de zapatos de cordobán, dos casacas a manera de uniforme y además la ropa que traían encima. Dentro de esta lista se mencionaba las tres cargas de harina que habían dejado en la Vaquería en las inmediaciones de la villa de Burgos.

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  • Lista del ajuar y menudencias que se les confiscó a los seudo soldados Refugio Bocanegra y Nicolas Gonzáles, incluye la rúbrica del justicia mayor de Reynosa, Juan Antonio Ballí. AMR.

El gobernador Manuel Muñoz

En el momento que recibió el gobernador del Nuevo Santander la información de las diligencias de este caso, se encontraba en la villa de Escandón a orillas del río Guayalejo, en lo que ahora es Xicoténcatl. El oficio lo enviaba el justicia mayor de la villa de Cruillas, Don José Lorenzo de Quintanilla, quien avisaba la nueva fuga de los dos reos, los cuales eran conducidos por dos guardias y un regidor, antes de llegar a la villa de Nuestra Señora de Monserrat de Cruillas.

El 14 de diciembre de 1789, el gobernador envío oficio desde esa villa para que se tomaran las prevenciones conducentes, no solo para el justicia de Cruillas, sino también para el de Reynosa, Juan Antonio Ballí, para que procuraran solicitar la captura de dichos reos. En el oficio pedía que el justicia Ballí procurara asegurar las cargas de harina en Burgos y las redujera a moneda, excusándolas de alguna comisión, depositando su importe. El oficio pedía también que se depositaran todas las prendas de la lista mencionada arriba.

Aunque el expediente en la Sección de Justicia del Archivo Municipal de Reynosa (AMR) no explica los detalles de la fuga de los reos, el oficio del gobernador al justicia de Cruillas, pedía se hiciese cargo del regidor y de los dos vecinos de Cruillas que conducían a los dos reos que se habían fugado de nuevo. En la villa de Cruillas como en la de Reynosa, no contaban con un cuarto especial como prisión, por lo que el justicia Quintanilla mandó poner a los vecinos conductores en el cepo por ocho días. El cepo era una horma de madera que aprisionaba los pies, manos o cabeza de los prisioneros para inmovilizarlos. Estas piezas tenían un mecanismo para cerrarlas con candados. El regidor segundo de la villa de Cruillas se puso bajo arresto en la casa capitular de don Joaquín Galván. 

El día 12 de enero de 1790, el justicia mayor de Reynosa, Juan Antonio Ballí, elaboró su propio escrito pidiendo las tres cargas de harina al rancho de la Vaquería, las cuales se iban a enviar a Reynosa para su expendio, como lo habían declarado los reos Refugio Bocanegra y Nicolás González. Al mismo tiempo, Ballí libró exhortos a diferentes lugares donde se pensaban podían estar los reos y podían ser capturados. Al siguiente día, el vecino de Reynosa Joseph Antonio Pérez salió con el despacho de las cargas de harina rumbo a Burgos; los exhortos fueron enviados hasta el día 19 de enero de 1790.

Este expediente encontrado en la Sección de Justicia en el Fondo Colonial del Archivo Municipal de Reynosa, no incluye el desenlace de estas diligencias. Sabemos que el teniente coronel de caballería de los Reales Ejércitos, Manuel Muñoz, presidió el cargo de gobernador político y militar del Nuevo Santander entre el 10 de septiembre de 1789 y el 1º de julio de 1790. Este militar español había tenido una serie de cargos en Nueva Vizcaya y Texas donde había servido en diferentes puestos, especialmente a lo largo del río Bravo contra los grupos apache. Después de su estadía en el Nuevo Santander pasó a tener el cargo de gobernador de Texas por varios años.

La firma falseada en el pasaporte de los reos prófugos era nada menos la de Juan de Ugalde, un reconocido militar que había peleado en campañas en el Viejo Mundo, tales como en el norte de Italia contra los austriacos, en el norte de África contra los moros y contra los portugueses en la Península Ibérica.

Fue nombrado corregidor en Bolivia y después gobernador de la Provincia de San Francisco de Coahuila en 1777. Condujo campañas contra los apaches, en especial contra las bandas de mezcaleros y lipanes.  Fue el comandante de las Provincias Internas de Oriente las cuales incluía lo que es hoy, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas. En 1787 Ugalde estableció su cuartel en Santa Rosa (hoy Muzquiz, Coahuila). Ugalde antes de salir para la Nueva España recibió el título de Caballero del Orden de Santiago y un años antes de fallecer fue condecorado con la Gran Cruz de San Hermenegildo. El condado y la ciudad de Uvalde en Texas se origina del apellido de este militar español.

Según el escrito falsificado (fechado en Santa Rosa, el 15 de septiembre de 1789) que les servía de pasaporte al cabo José Manuel del Refugio Bocanegra y al distinguido Nicolás González, ambos habían servido en los Reales Ejércitos del comandante Juan de Ugalde. La falsificación la descubrió el salvaguarda Joaquín Jiménez en Reynosa, cuando que uno de los documentos decía que la madre de Bocanegra vivía en Reynosa y que el escrito se le había sido entregado por el Ugalde en la villa de Reynosa el 19 de julio de 1788. Era muy difícil aceptar que el comandante hubiese estado en Reynosa, en ese entonces.



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