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La acusación contra Guadalupe Marroquín

Disparó dos tiros a Juan Santamaría, quien herido había sido llevado por su padre a la cuadra de la policía, por lo que fue enviado ante el alcalde primero, Francisco Martínez, para que abriera la averiguación correspondiente contra el agresor

El 22 de diciembre de 1891, el policía Julián Velázquez le presentó al presidente de Reynosa, Plutarco de la Viña, al detenido Guadalupe Marroquín, entregándole una pistola y un cuchillo. Guadalupe le había disparado dos tiros a Juan Santamaría, quien se encontraba herido y había sido traído por su padre a la cuadra de la policía, por lo que el presidente consignó a Guadalupe enviándolo ante el alcalde primero, Francisco Martínez, para que abriera la averiguación correspondiente.

Calca de la pistola relacionada en el expediente de esta causa. AMR.La acusación contra Guadalupe Marroquín

Francisco Martínez, encargado del juzgado, pidió que se citara al facultativo en medicina y cirugía, el doctor Mercedes Hernández, y al práctico en la misma ciencia, el ciudadano Teodoro Gómez, para que procedieran al examen y definieran la gravedad de la herida que presentaba Santamaría. El juez pidió al cabo de la policía urbana para que mantuviera incomunicado al acusado Guadalupe Marroquín.

Al ser examinado Juan Santamaría por el personal del juzgado, encontraron que tenía una herida causada por un proyectil de arma de fuego. La herida estaba situada en el pecho al nivel del “mamelón” izquierdo, y se extendía por centímetro y medio. En la cara también presentaba granos de pólvora, causados por uno de los disparos del arma. Los facultativos en medicina certificaron que la herida era al parecer por arma de fuego y se encontraba en la región precordial, como a nivel del “mamelón” izquierdo, de un centímetro y medio de extensión, habiendo interesado la piel y el tejido celular, sin presentar ninguna gravedad. Estos expertos aseguraban que la herida no ponía en riesgo la vida del ofendido.

El diseño del cuchillo y la pistola, entregadas por el policía Velázquez, fueron dibujados en escala real y constan en el expediente de este caso.

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  • Plano de la Villa de Reynosa publicado por la Comisión de Límites Internacionales en 1903.

DECLARACIÓN DEL HERIDO

En ese mismo día, 22 de diciembre, se le tomó declaración al herido Juan Santamaría, quien era un joven de 18 años de edad, originario de Montemorelos y avecindado en Reynosa. El joven explicó que ese día como a las 6 de la tarde, Guadalupe Marroquín lo hirió con un arma de fuego en la casa de su cuñado Fermín Marroquín. Ahí se encontraba Guadalupe regañando con palabras ofensivas a su hermana Rafaela Zamora de Marroquín. La señora era la esposa de Fermín y cuñada de Guadalupe, quien la regañaba.

Cuando Santamaría le pidió a Guadalupe que se contuviera, le contestó con palabras más injuriosas, descargándole 2 tiros con una pistola que portaba. Fue el primer tiro que le causó la herida en el “mamelón”, y fue el segundo que le causó se introdujeran granos de pólvora en la cara. Todo esto pasó en el patio de la casa mencionada, donde además de ellos tres, se encontraba la señora Nazaria Jaimes de González. Juan declaró que él no portaba ningún arma en ese incidente y que nunca había tenido ninguna dificultad con su oponente.

DEL INCULPADO

Al día siguiente, 23 de diciembre, el juez Francisco Martínez, presentó al inculpado Guadalupe Marroquín, que era un hombre soltero de 22 años de edad, originario de esta villa y dedicado al oficio de carpintero. Éste relató que no sabía que Juan Santamaría estuviera herido, pero sí sabía que le había disparado. Como a las 6 de la tarde del día anterior, le había disparado dos tiros a Santamaría, quien se encontraba inmediato a la puerta de la cocina de la casa de su hermano Fermín.

Los motivos de estos hechos habían comenzado una hora antes, a las 5 de la tarde, cuando Guadalupe se dirigió a la casa de su hermano para recoger una ropa que tenía con su cuñada Rafaela que estaba arreglándola de lavado y planchado. Estando cerca de la cocina, se sabe por otras declaraciones, que la cuñada le iba a dar una taza de café, pero se apartó rápido del lugar. 

En ese momento salió de esa misma casa, el joven Marcos Liendo, a quien le extendió saludos. Al estar Guadalupe conversando con éste, fue cuando él vio que salió de la cocina Luz Anzaldúa, dándole vuelta al jacal, con rumbo hacia la casa de la familia Barrientos. Guadalupe sabía que Luz tenía conflictos con su hermano Fermín, pues sospechaba de una relación de éste con su esposa Rafaela. Enseguida, Guadalupe acompañado de Marcos se encaminó hacia varios puntos de la villa. 

Estos puntos eran bien conocidos por los vecinos de esa época, pero totalmente ignotos para los ciudadanos en la actualidad. Primero caminó por una cuadra y media con rumbo a la casa de Antonio Cano, para regresarse hacia el sur hacia donde estaba la casa de Cecilio Santamaria, quien era padre del herido. Llegó a la esquina donde se encontraba el solar de doña Manuela Domínguez, tomando una calle recta hasta quedar en una esquina, frente del solar de Antonio Guerra. De allí pasó a la casa de su hermano político, Francisco García Mier, donde tomó café. Pasó después al establecimiento de Anacleto Saldaña, donde Guadalupe sostuvo conversación sobre unos botines con el zapatero Carlos Jordán. Allí estaba de nuevo el joven Liendo, con quien cruzó conversación.

Desde ese lugar, Guadalupe se dirigió de nuevo a la casa de su hermano a recoger su ropa que tenía con su cuñada Rafaela Zamora de Marroquín. En la ruta, ya frente al solar de los Mancillas, alcanzó a su cuñada que iba de regreso para la casa con otra mujer, por lo que las acompañó hasta el jacal, donde le entregó la ropa. Guadalupe Marroquín sacó un peso de la bolsa para pagarle el trabajo, pero la cuñada se rehusó a recibirlo, diciéndole que creía estar pagada.

Fue eso último lo que encausaron los reclamos que Guadalupe hacía a su cuñada Rafaela, diciéndole que era la primera y última vez que se paraba en esa casa, pues apenas se acababa de ausentar su hermano y ya le daba entrada en su casa a Luz Anzaldúa. Este individuo inquietaba el matrimonio que tenía con su hermano. Estando reprimiendo a su cuñada en el patio de la casa por su mal proceder, diciéndole que tan cochinos eran tanto ella como Luz Anzaldúa, cuando en eso llegó Juan Santamaría, el medio hermano de su cuñada. Ella se excusaba diciendo que no había sido Luz al que había visto salir de la cocina, sino que al que había visto surgir era el joven Marcos Liendo.

Según Guadalupe Marroquín, él estaba seguro de lo que había visto y le reconvenía a su cuñada en términos duros por su conducta, cuando Juan Santamaria le empezó a dirigir palabras injuriosas. Fue entonces que éste le tiró un golpe con un cuchillo que portaba y para intimidarlo se vio en la necesidad de sacar su revolver que llevaba y dispararle dos tiros. Fue en el segundo disparo que logró quitarle el cuchillo a Juan. A las detonaciones, su cuñada Rafaela y la otra mujer que la acompañaba huyeron, pero Guadalupe no supo para dónde, por lo que se retiró llevándose la ropa.

Guadalupe recogió el cuchillo de Santamaría y se dirigió a la cuadra de policía, pero al llegar frente a la casa del Dr. Mercedes Fernández, se encontró al policía Julián Velázquez. Le trató de decir lo sucedido, pero no le atendió en ese momento. Siguiendo su camino, ya frente a la casa de don Desiderio Rodríguez, lo alcanzó el policía preguntándole lo que pasaba. Guadalupe le pidió al gendarme que lo acompañara a la cuadra de policía, donde le entregó la pistola con la que le había disparado a Santamaría y el cuchillo de éste.

DEL POLICÍA

Ese mismo día, se le tomó la declaración al policía Julián Velásquez, un hombre casado de 42 años de edad, originario de Cadereyta Jiménez y avecindado en Reynosa. Éste narró que como a las seis de la tarde venía de la garita que se encontraba en el vado público, cuando escuchó dos disparos de pistola, por lo que apresuró el paso. Explicó que fue en la bocacalle que formaban las calles Matamoros y “3” (actualmente Juan B. Chapa) cuando se topó con Guadalupe Marroquín con un bulto de género blanco.

Marroquín le pidió lo acompañase al establecimiento de Francisco Soto, de donde salió sin el bulto. El policía entró y preguntó lo que pasaba y le dijeron que había dejado una maleta con ropa. El gendarme lo vio salir precipitadamente del tendajo, por lo que apresuró el paso para alcanzarlo en la calle frente a las casas de Juan Domínguez o de Desiderio Rodríguez. Fue en donde le dijo que él había hecho los disparos que se habían escuchado, enseñándole una pistola y un cuchillo, los cuales entregó al presidente del ayuntamiento.

Las declaraciones de Rafaela Zamora de Marroquín y de su amiga, Nazaria Jaimes de González, al igual que las heridas de Santamaría, lograron encerrar en prisión a Guadalupe Marroquín, provisionalmente. En una próxima nota contaremos el resultado que tuvo este caso de finales del siglo XIX.



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