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Llega implacable

John Rambo vive retirado en su rancho-bunker de Arizona acompañado de María (Barraza) y Gabrielle (Yvette Monreal)

Ciudad de México

Llega implacable

1 años después de John Rambo (Stallone, 2008), el solitario ex boina verde, aparece bajo una terrible tempestad, colaborando en el rescate de unos excursionistas perdidos. 

Su ayuda no será suficiente, sin embargo, en breve desatará una mayor y aterradora tormenta de sangre. Es el arranque de uno de los filmes más brutales de una saga que construyeron el mito de Sylvester Stallone.

ARREBATADA Y CRUDA

Rambo: Last Blood (2019), del eficaz Adrian Grunberg, director de segunda unidad en Apocalypto  (2006) y de Atrapen al Gringo (2012), es la quinta esencia de lo mejor de la Serie B en su fase arrebatada y cruda. 

Aquí, la sutileza carece de sentido y el exceso se trastoca en algo inquietante y entretenido. Es tan previsible como emocionante y, sobre todo, políticamente incorrecta lo que agrega un toque irónico al relato.

John Rambo vive retirado en su rancho-bunker de Arizona acompañado de María (Barraza) y Gabrielle (Yvette Monreal), nieta de ésta, a quien Rambo ve como una hija. 

JUSTICIA POR PROPIA MANO

Cuando la chica decide irse a México a buscar al padre que la abandonó se desatarán todos los horrores de una sociedad machista y corrupta donde la delincuencia actúa con el apoyo de la ley y lo único válido es la justicia por propia mano. "Tu mundo no es diferente: es peor", sentencia el antihéroe a la joven.

Pese a ciertas secuencias violentas Rambo: Last Blood se mantiene sobria y sin alardes pirotécnicos. 

No obstante, en la parte climática, no sólo sorprende la asombrosa ejecución de las escenas de acción, sino la desmesurada carnicería espeluznante y sangrienta. 

Y, como todo buen producto de la Serie B, termina por mostrar de paso, la realidad más atroz según el tema de la trata de blancas y el accionar del crimen organizado en nuestro país. 



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