La nueva variante del coronavirus detectada en Sudáfrica acumula más de 30 mutaciones
La versión del virus, que ha sido bautizada por la OMS con la letra griega ómicron, presenta cambios asociados a una mayor capacidad para contagiar y escapar de las defensas humanas
La nueva variante del coronavirus detectada el 22 de noviembre en Sudáfrica es “realmente preocupante”, según ha alertado el director del centro de respuesta a las epidemias del país, Tulio de Oliveira. Esta inquietante versión del virus, que ha sido bautizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con la decimoquinta letra del alfabeto griego, ómicron, “parece extenderse muy rápido y en menos de dos semanas domina todas las infecciones”, ha advertido De Oliveira, detallando que ya supone el 75% de los genomas analizados y pronto llegará al 100%. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado este viernes que la UE cerrará sus fronteras a los vuelos procedentes del sur de África.
La nueva versión del virus se detectó por vez primera en la provincia de Gauteng, cuya capital es Johannesburgo. Enseguida se convirtió en la dominante, pero genetistas como el español Fernando González Candelas son cautelosos. Apareció cuando apenas había casos de covid y en una población con bajas cifras de vacunación, lo que podría provocar un espejismo. “Todo hace que su transmisibilidad aparente sea muy alta, pero no es un resultado definitivo”, señala González Candelas, catedrático de la Universidad de Valencia. El investigador hace un llamamiento a estar alerta frente a la posible amenaza, pero cree que hay que evitar “actuar como si ya fuese real”.
El biólogo Iñaki Comas, del Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC), recuerda el caso de la variante beta o B.1.351, que también se detectó en Sudáfrica y encendió las alarmas hace un año. “Se pensaba que iba a ser parecida y se terminó quedando en un fenómeno muy local”, subraya Comas. “La nueva variante lleva una serie de mutaciones que se habían visto antes, pero no así combinadas. El hecho de verlas juntas es lo que la eleva a variante bajo vigilancia. No tanto porque haya datos de que realmente es más transmisible o pone en problemas al sistema inmune, sino porque podría tener el potencial de hacerlo. Ahora hay que demostrarlo”, apunta el biólogo.
Multitud de países, como Reino Unido, Japón e Israel, han anunciado en apenas unas horas que limitarán las conexiones aéreas con Sudáfrica. La epidemióloga británica Susan Hopkins, del Imperial College de Londres, ha afirmado este viernes que la nueva variante es “la más preocupante” hasta la fecha, en declaraciones a la emisora BBC Radio 4. El bioquímico estadounidense Jesse Bloom ha publicado análisis preliminares que le invitan a pensar que la variante B.1.1.529 tendrá “más éxito que cualquier cosa que hayamos visto hasta ahora” a la hora de regatear a los anticuerpos.
Bloom, del Centro de Investigación Fred Hutchinson, ha subrayado en sus redes sociales que eso “no significa que la variante escapará completamente de los anticuerpos generados por la vacuna o por una infección previa”, ya que se requieren “muchísimas mutaciones” para ello y porque, además, las defensas humanas disponen de otras armas, como los linfocitos T, unos glóbulos blancos que destruyen las células infectadas por el coronavirus. Como recalca Comas, “la respuesta inmune es mucho más compleja que los anticuerpos”.
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El genetista Jeffrey Barrett dirige un equipo que ha secuenciado decenas de miles de genomas en el Instituto Wellcome Sanger, en la localidad inglesa de Hinxton. Barrett ha detallado que nueve de las mutaciones observadas en la B.1.1.529 ya se habían identificado en otras variantes preocupantes. “Tiene una muestra sin precedentes de mutaciones previamente vistas en alfa, beta, gamma [la asociada inicialmente a Brasil] y delta”, ha explicado en sus redes sociales.
Otras mutaciones, inéditas, podrían convertir el coronavirus en algo todavía más peligroso. Barrett cita dos cambios, conocidos técnicamente como S477N y Q498R, que incrementarían “sustancialmente” la capacidad del virus para unirse a los receptores de las células humanas, según predijo en agosto un modelo teórico del Instituto Weizmann de Ciencias, en Rejovot (Israel). A estas mutaciones se añade la N501Y, también llamada Nelly y vieja conocida de los virólogos. “Ver esta combinación ahora, junto a todas las demás mutaciones, es desalentador”, ha alertado Barrett.
La genetista Emma Hodcroft, de la Universidad de Berna (Suiza), ha destacado otras tres mutaciones —H655Y, N679K y P681H— “posiblemente asociadas a una mayor transmisibilidad”, al encontrarse en uno de los lugares más característicos del virus: el llamado punto de corte por furina, señalado desde el inicio de la pandemia como uno de los principales culpables de su insólita capacidad de contagio.
Solo el 24% de los ciudadanos de Sudáfrica están completamente vacunados. El director general de la Organización Mundial de la Salud, el biólogo etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya advirtió en julio de que las variantes del coronavirus, como la delta, estaban “ganando la carrera contra las vacunas”, una derrota que achacó al “nacionalismo vacunal”: el monopolio de la vacunación en los países ricos, mientras la ausencia de inmunidad en las regiones más pobres facilita la aparición de nuevas variantes. La teoría es sencilla. El coronavirus no para de mutar, como todos los virus: acumula unos dos cambios al mes en sus 30.000 letras. Cuantas más personas infectadas haya en el mundo, mayor probabilidad de que surja por azar una versión más contagiosa o virulenta. Y cada semana todavía se registran más de tres millones de nuevos casos confirmados. Adhanom Ghebreyesus ha instado hasta la saciedad a aumentar el ritmo de vacunación en todo el planeta, citando razones “morales, epidemiológicas y económicas”.