buscar noticiasbuscar noticias

La muerte del desertor Lorenzo Pinal

La llegada de un destacamento del Batallón de Infantería Morelos a Texas en julio de 1835, obedeció a una cadena de hechos relacionados con el conflicto que existía en el estado de Coahuila y Texas. Formaban una sola identidad en ese entonces y trataban de ubicar su Capital, ya fuera en Saltillo o en Monclova

Cronista Municipal de Reynosa

Mapa que muestra los sitios por donde cruzaron de regreso a Estados Unidos, Daniel J. González y su compañero Nicolas Rodríguez.La muerte del desertor Lorenzo Pinal

En ese entonces existía una lucha por el poder entre las facciones federalistas y centralistas a nivel nacional. El gobernador de Coahuila, Agustín Viesca junto con su gabinete, intentó mantener vivo el federalismo económicamente vendiendo millones de acres en Texas a empresarios anglosajones, a precios irrisorios.

Martín Perfecto de Cos, comandante de los Estados Internos de Oriente y cuñado de Antonio López de Santa Anna, tenía el mando militar en Saltillo. Abandonó el trance político con Monclova trasladándose a Matamoros, en donde tenía órdenes de Santa Anna para detener todo el apoyo económico enviado al movimiento federalista en Zacatecas desde ese puerto.

El 21 de septiembre de 1835, el comandante de Cos se embarcó con 300 hombres en el puerto de Matamoros en el navío La Veracruzana junto con otras dos embarcaciones a la bahía de Copano en Texas, para restablecer los fuertes militares del Refugio, la Bahía del Espíritu Santo y San Antonio. Ahí, el coronel Nicolás Condelle del Batallón Morelos atendió desde tierra el desembarco y el transporte de las municiones y provisiones. 

En San Antonio, de Cos defendió la plaza con aproximadamente 650 hombres de varias compañías, incluyendo miembros del Batallón Morelos. Los colonos anglosajones sitiaron el lugar por 56 días, causando 150 bajas. A principios de diciembre, de Cos acordó un armisticio entregando sus armas y municiones al General Edward Burleson, quién previamente había remplazado al General Stephen F. Austin. El Comandante de Cos regresaría para tomar el Álamo en la primavera de 1836, acompañando a Antonio López de Santa Anna viajando desde Laredo. 

Después de la captura del Presidente de México en la batalla de San Jacinto, dio la orden a su segundo al mando, el italiano Vicente Filísola, para que retirase las tropas mexicanas hacia al sur del río Nueces a Matamoros. En este lugar continúa la historia del soldado Lorenzo Pinal al desertar del Batallón Morelos

Deserción y homicidio

Era alrededor de la una de la tarde del día 22 de junio de 1836, cuando el alcalde Constitucional de Reynosa en turno, Luis Guerra, recibió una noticia de parte del Sr. Juan Reyna. Éste le explicaba que en el rancho Santa Anna de dentro de la jurisdicción de Reynosa existía un hombre gravemente herido de una puñalada. 

Fue en ese entonces que se abrió un extenso expediente de casi sesenta fojas que relatan el proceso penal que duró por más de dos años, documento que aún permanece para su consulta en la Sección de Juzgados del Archivo Histórico de Reynosa.  

Enseguida el alcalde Guerra, haciéndose acompañar por Guillermo Uresti (como perito empírico en medicina) y sus asistentes del juzgado, se dirigió a dicho rancho, el cual se encontraba río abajo en lo que ahora son los límites de los municipios de Río Bravo y Reynosa. Ahí encontró a un hombre que tenía una herida de dos pulgadas de ancho en el lado izquierdo de las costillas y de donde salían de la parte interior algunos de sus órganos. Todavía con vida, el alcalde en función de Juez le preguntó cómo se llamaba y quién le había herido. 

Respondió que se llamaba Lorenzo Pinal y era “un soldado del Batallón Morelos de cuyas banderas había desertado en Matamoros”. 

Le dijo que era casado y originario de Matehuala, San Luis Potosí. Mencionó que lo había herido un hombre “güero pecoso” que residía en Matamoros, a quién le habían dado veinte pesos para que lo trajera en ancas en un caballo “canelo flor de durazno.”  Le mencionó al Juez, que al llegar al paraje de la Laguna del Toro ambos se fueron hacia el lado sur del camino para sestear.  Ahí fue cuando el güero se le echó encima con un puñal causándole la herida, robándole cuarenta pesos, dos pares de calzoncillos, dos camisas y una frazada. 

Aunque su agresor lo amarró, pudo desatarse y atravesar el agua de la laguna del Toro hasta donde estaba un carretero sesteando, a orillas del camino. El güero lo persiguió hacia donde estaba esa persona, quién al oír sus gritos se levantó a darle socorro y fue cuando el atracador huyó tomando el camino para Reynosa. El carretero lo condujo hasta el rancho Santa Anna. El herido le pidió al Juez que avisara al sargento del Batallón de San Luis, quién era su cuñado, sobre el lugar donde se encontraba. El soldado también le mencionó que le pidiese algunos recursos para curarse y le notificara que volvería a su Batallón.   

La herida era de gravedad por su anchura y su profundidad de dos dedos, por lo cual el perito Guillermo Uresti consideraba que las partes interiores de la caja del cuerpo estaban rotas. El juez pidió al dueño del rancho Santa Anna que cuidaran al herido y que lo curaran lo mejor que pudieran, para después trasladarlo al pueblo cuando se aliviara. Al día siguiente, el perito informó que el soldado había muerto como a las ocho de la mañana.

El Juez se trasladó con sus asistentes para dar fe de dicho fallecimiento. Debido al estado de descomposición del cuerpo, el alcalde ordenó se enterrara en el mismo rancho, marcando el lugar de su sepultura.

Las pesquisas

Ese mismo día el Juez tomó las declaraciones a los dueños del rancho, Juan y Vicente Reyna (hijo y padre) y al carretero Nicolás Basaldúa.  Este último narró que a las diez de la mañana sesteaba en su carreta, mientras descansaban su yunta de bueyes. Fue entonces cuando los gritos del hombre herido que traía la ropa teñida de un costado lo despertaron. Inmediatamente se armó de un leño para auxiliar al desventurado.  

Observó que del lado sur de la laguna venía persiguiéndolo un hombre güero pecoso cabresteando un caballo canelo. 

Al interponerse, el individuo paró la persecución dirigiéndose a través del monte para tomar el camino que iba para la villa. El carretero expuso al Juez que había hablado con un tal Manuel de la Fuente unos momentos antes de ese incidente y que él podía saber otras cosas.  

Ese mismo día el Juez Guerra le tomó las declaraciones a este último individuo, quién declaró que en ese día venía del rancho de la Mesa (al sur del actual Nuevo Progreso) de perseguir unos sirvientes que se habían fugado. 

En esa época existía un sistema de peonaje en nuestra región, en donde los padres vendían a sus hijos como sirvientes a particulares. En el camino encontró a Basaldúa sesteando como a las diez de la mañana con una carreta cargada de aparejos. En el camino rumbo a Reynosa, se paró a preparar un cigarro cerca de la cabecera de la Laguna del Toro. Ahí observó a unos individuos que se separaron hacia el sur de la dicha Laguna. 

Siguiendo el camino para la villa de Reynosa, fue alcanzado por Jesús García de León y otra persona que no reconoció, montaban en un caballo canelo y otro obscuro. Manuel de la Fuente los acompañó hasta el rancho de los Osunas, desde donde se le adelantaron. En el camino, García le contó que venía a hospedarse en la casa de su tía Francisca Zamora en Reynosa.   

Manuel no supo de la muerte del soldado hasta ese día 23, pero infería que García era el posible homicida por el horario de su encuentro en las inmediaciones de los hechos y por la fisonomía güera y pecosa de éste. Decía que le constaba que García traía bastante dinero en las bolsas de los pantalones. 

Doña Francisca Zamora era tía de María Feliciana Ibáñez, esposa de Jesús García de León. Este durmió en casa de su tía política, donde le contó venía buscando quién le vendiera reses gordas.  Al siguiente día cruzó el río Bravo para ir al rancho El Capote, actualmente localizado abajo del Puente Internacional Pharr-Reynosa. La tía declaró que entre las conversaciones que había tenido con su sobrino, le había platicado que había sabido por una persona de Camargo que en la Laguna del Toro se habían peleado unos desertores. 

El 25 de junio de 1836, el Alcalde Luis Guerra envió un exhorto a las autoridades de la ciudad de Matamoros para la aprehensión de Jesús García de León, pues aparentemente las declaraciones lo inculpaban en el homicidio del soldado Lorenzo Pinal. La captura de García y el desenlace de su proceso penal serán narrados en el próximo artículo.

imagen-cuerpo



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD