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La guerra contra el dinero en efectivo: llega la tiranía global

La excusa principal que ponen es que el dinero en efectivo ofrece la posibilidad de evadir impuestos.
  • Por: Agencias
  • 21 / Junio / 2015 -
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La guerra contra el dinero enefectivo: llega la tiranía global

Con la guerra contra el dinero físico, los bancos y las autoridades gubernamentales están tratando de reforzar su control sobre el dinero que todos los ciudadanos poseemos

Cada vez se habla más de ello: las autoridades y los grandes bancos han iniciado una lucha para terminar con el dinero en efectivo en todo el mundo.

Los gobiernos están limitando el uso de dinero en efectivo y cada vez aparecen más economistas “oficiales” pidiendo la abolición pura y dura del dinero físico.

Los primeros pasos de las autoridades consisten en restringir la cantidad de dinero que se puede retirar de los bancos, y en limitar lo que se puede comprar con dinero físico.

Pero, ¿por qué se inicia esta guerra contra el dinero en efectivo precisamente ahora?

Para comprenderlo debemos distinguir entre dinero físico en efectivo, es decir en billetes y monedas que tenemos en mano, en nuestra cartera y el dinero digital en efectivo, que tenemos guardado en el banco.

La diferencia es evidente: el dinero en efectivo que tenemos en mano no puede ser confiscado mediante un rescate tipo “bail-in” (es decir, robo sancionado oficialmente) que básicamente se produce cuando el gobierno o el banco expropia un porcentaje del dinero depositado en la cuenta bancaria. El dinero en efectivo que tenemos en mano no puede ser erosionado por tasas de interés negativas o cuotas como sí sucede con el dinero que tenemos en la cuenta bancaria.

La diferencia entre tener el dinero en efectivo en mano o tenerlo en el banco, es que si lo tenemos en el banco no podemos retirarlo durante una emergencia financiera que paralice los bancos. Ellos deciden cuándo nos lo dan y en qué condiciones.

Cuando los expertos sugieren que el dinero en efectivo es “obsoleto”, nunca hablan del dinero en efectivo del banco. Básicamente porque ese dinero le va muy bien a la entidad bancaria o al gobierno, porque puede ser expropiado en cualquier momento, o ser diezmado con tasas de interés negativas.

Por ejemplo, uno de los mayores defensores de la eliminación del dinero físico, el economista en jefe de Citigroup, Willem Buiter, recientemente opinó que la mayor parte de la crisis de 2008-2009 podría haberse evitado si los bancos hubieran cargado una tasa de interés negativa del 6% sobre el dinero en efectivo: es decir, tomar el 6% del dinero en efectivo de los depositantes para obligarles a gastar ese dinero de forma inmediata para no perder una parte.

Lo cierto es que tanto el dinero en efectivo que tenemos en mano como el que está depositado en el banco están sujetos a un método de expropiación encubierta: la inflación.

La inflación es el objetivo más preciado de cualquier banco central, porque le permite robar poder adquisitivo del dinero físico y del dinero digital por igual. La inflación castiga a los que tienen dinero en efectivo y beneficia a los que tienen deuda, ya que la deuda se vuelve más barata.

El efecto beneficioso de la inflación sobre la deuda ha sido utilizado desde hace décadas, por lo que no puede ser la causa principal del creciente interés de los gobiernos en eliminar el dinero físico en efectivo.

Así que volvamos a la pregunta: ¿Por qué los gobiernos han declarando de repente la guerra contra el dinero físico, la forma más antigua de dinero?

La excusa principal que ponen es que el dinero en efectivo ofrece la posibilidad de evadir impuestos.

Pero hay otra razón, la razón real: y es que el dinero físico evita el robo realizado sobre las cuentas bancarias mediante las tasas de interés negativas y elude la posibilidad de que ese dinero sea utilizado en futuros rescates bancarios aplicados a los depositantes.

En resumen, el dinero en efectivo es extremadamente difícil de robar por parte de los gobiernos y de los bancos.

Así pues, su eliminación es una cuestión de control, puro y duro, sobre la población.

Con esta guerra contra el dinero físico, los bancos y las autoridades gubernamentales están tratando de reforzar su control sobre el dinero que todos los ciudadanos poseemos y anticipan los rescates bancarios que se producirán y las tasas de interés negativas con las que castigarán a la población.

Con la imposición de tasas de interés negativas, estarán forzando a que los ciudadanos no ahorren, sino que gasten su dinero para no verlo disminuir o incluso forzarán a aquellos que tengan más, a apostarlo en los “casinos” de las bolsas para tratar de obtener rentabilidad.

De hecho, el propio Buiter deja claro que, según su criterio, la recesión actual se debe a que los hogares y las empresas acumulan dinero en lugar de gastarlo. Según él, pues, la solución consiste en controlar ese dinero mediante tasas y obligar a los ciudadanos a gastarlo, no según su propio criterio, sino según los designios de los bancos centrales y los gobiernos.

Convertirnos a todos en títeres al servicio de la macroeconomía, bailando al son que dicten las autoridades económicas, sin que tengamos derecho a decidir qué hacemos con nuestro dinero.

Es simplemente eso, aunque mucha gente se deje engañar con la patraña de que el objetivo es “perseguir el fraude fiscal de los ricos”.

Con este tipo de medidas, los ciudadanos no podrán ahorrar dinero, que es la única respuesta racional y prudente en una era de represión financiera e inseguridad económica. Y eso demuestra que los bancos centrales están trabajando activamente en contra de los intereses de los ciudadanos.

Cuando se ataca al ahorro, se está atacando la posibilidad de acumular dinero y ascender socialmente, porque sólo aquellos que pueden ahorrar un pequeño capital, pueden después invertirlo en crear empresas o riqueza.

Al atacar al dinero en efectivo, los bancos centrales y los gobiernos están atacando la capacidad de los ciudadanos de construir sus propios proyectos y destruyen las bases fundamentales de la pequeña y mediana empresa y de la clase media en su totalidad.

Aquellos que ya disponen de mucho dinero y propiedades, pueden pedir prestadas sumas esencialmente ilimitadas a tasas de interés cercanas a cero, que pueden utilizar para acumular aún más activos productivos, mientras que todos los demás, la parte inferior del 99,5% de la población, se verá reducida a la servidumbre del consumo inmediato para sobrevivir: gastando cada céntimo que se gane en el pago de intereses, bienes y servicios, sin capacidad para construir nada.


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