La ambición del poder
–segunda y última parte– FRANCISCO VILLA En torno a las batallas del General Francisco Villa el historiador Rubén Rolando Ríos González en su “Crónicas del General Francisco Villa” nos dice: “…
HISTÓRICO. Tomás Urbina, Pancho Villa (en la silla presidencial), Emiliano Zapata, Otilio Montaño y, de pie, Rodolfo Fierro, en la silla presidencial en diciembre de 1914.
Tal vez la revolución no lo hubiera vuelto a llamar en marzo de 1913, para vengar la muerte del apóstol Madero, tal vez las dos sangrientas batallas de Torreón, las batallas de Ciudad Juárez (que fuera equiparada con la batalla de Troya), y de Tierra Blanca en noviembre de 1913, las victorias no hubieran sido posibles sin su vigorosa espada; tal vez las gloriosas batallas de Ojinaga, San Pedro de las Colonias, el Paredón, Saltillo, que culminaron los días 22 y 23 de junio de 1914, con la sangrienta toma de Zacatecas, y la huída del usurpador Victoriano Huerta, no le hubieran permitido a usted y a su división del norte destrozar la columna vertebral del ejército federal…”.
De conformidad con “Las memorias de Pancho Villa”, escritas por Martín Luis Guzmán, el General Francisco Villa en la Convención de Aguascalientes expresó: “… Por eso quise también que no se dispusiera nada sin la presencia de los delegados de Emiliano Zapata y de sus fuerzas del Sur, los cuales fue a buscar Felipe Ángeles, junto a Calixto Contreras, Rafael Buelna y otros buenos hombres revolucionarios, a quienes se dio el apoyo de una carta a nombre de toda la Convención, para que Zapata los acogiera y escuchara, y a quienes di yo otra carta mía en ruego de que aquel jefe consintiera el envío de sus hombres delegados…” “…Porque yo señores no pido nada para mí; yo sólo salí a la lucha en cumplimiento de mis deberes, y no quiero que nada venga a beneficio de mi persona, ni en pago de mis servicios, sino que todo sea para el bien del pueblo y en alivio de los pobres. Nomás esto les digo: quiero ver claros los destinos de mi país, porque mucho he sufrido por él, y no considero que otros hombres mexicanos, mis hermanos, sufran lo que yo he sufrido, ni que haya mujeres y niños que sufran lo mucho que yo he visto sufrir por esas montañas y esos campos y esas haciendas… ” “… En manos de ustedes está el futuro de la patria, está el destino de todos nosotros los mexicanos, y si eso se pierde, sobre la conciencia de ustedes, que son personas de leyes y de saber, pesará toda la responsabilidad…” (Obra citada, pp. 658 y 661)
Francisco Villa y Zapata el 5 de diciembre de 1914 hacen su entrada a la Ciudad de México. Villa es nombrado Jefe del Ejército convencionista.
Con motivo de la toma de Zacatecas, se enemistan Villa y Carranza con un resultado fatal, pues, se insubordina a Venustiano Carranza y todos los jefes apoyaron a Francisco Villa como jefe de la División del Norte y el 23 de junio de 1914 es tomada Zacatecas, que se concibe como el triunfo de la Revolución. Villa, rinde el respectivo parte a Carranza. Los jefes revolucionarios ayudaron a zanjar las dificultades entre el jefe de la División Norte y el primer jefe del Ejército Constitucionalista, firmándose el 8 de junio de 1914, el denominado “Pacto de Torreón”.
Los Generales más valientes de la División del Norte, fueron: Rodolfo Fierro, Tomás Urbina, Mayor Secretario Particular Luis Aguirre Benavides, Lorenzo Ávalos, Nicolás Fernández, Martín y Pablo López, Felipe Ángeles (admirado y respetado por Villa fue el que le voló el brazo a Obregón), Rafael Buelna, Toribio Ortega, Pánfilo Natera.
Matan al General Francisco Villa en una celada en Hidalgo de Parral Chihuahua, a consecuencia de la publicación del periodista Regino Hernández en relación con las declaraciones que el General le hizo en Canutillo, en el sentido que podía movilizar “cuarenta hombres en cuarenta minutos”.
El Coronel villista Juan Gómez, da en México la noticia a Vasconcelos diciendo pálido y tembloroso: “¡Licenciado! ¡Licenciado! Mataron a mi general Villa... Ese fue Calles por vía de Dios... ¡Ay diosito! [Pobre mi General” lo mató el turco!” (Alfonso Taracena, La Verdadera Revolución Mexicana, p 222 Ed. Porrúa, 1992)
Visitan al General Obregón Francisco R. y Arnulfo R. Gómez, que lo interrogan, en momento que se encontraba su telegrafista Blas Aguirre, “El General Villa --responde Obregón-- ERA UN PROBLEMA PARA MI GOBIERNO--. De manera que ustedes saben si quieren también su canutillo”, enseguida Obregón manda un mensaje a Eugenio Martínez, jefe de la quinta jefatura de operaciones en Chihuahua: “…Con las fuerzas que se movilicen a Canutillo debe usted enviar a un jefe de absoluta confianza y darle instrucciones de que su presencia en ese lugar tiene como único objeto vigilar que el orden no sea alterado en esa región y que ninguna persona o grupo pueda internarse a las habitaciones del general Villa ... “ “Cuando el cadáver es conducido al Hotel Hidalgo, para inyectarlo, son muchos los que lloran a lagrima viva. Numerosas mujeres buscan flores para ofrecérselas mientas otras entran en la parroquia a orar por el descanso del alma del guerrillero.” (Alfonso Taracena, La Verdadera Revolución Mexicana, Ed. Porrúa, 1992-1924 pág. 173)
EMILIANO ZAPATA
Emiliano Zapata siempre exigirá al cumplimiento de su plan revolucionario, por él fue y estará en pie de la lucha y no aceptará Licenciarse.
El plan revolucionario conocido históricamente con el nombre de “Plan de Ayala”, es firmado por los generales Emiliano Zapata, Otilio E. Montaño, José Trinidad Ruiz, Eufemio Zapata, Jesús Morales, Próculo Capistrán, Jesús Navarro, Francisco Mendoza y otros jefes y oficiales del ejercito zapatista.
El lema de los zapatistas es “Tierra y Libertad”.
Lo importante del Plan de Ayala, de contenido social, lo transcribimos:
6º. Como parte adicional del Plan que invocamos, hacemos constar: Que los terrenos, montes yaguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal, entrarán en posesión de esos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos Que tengan sus títulos, correspondientes a esas propiedades, de las cuales han sido despojados por mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en las manos, la mencionada posesión, y los usurpadores que consideren con derechos a ellos, lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución.
7º En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes yaguas; por esta causa, se expropiarán previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
En torno al zapatismo, Don Jesús Silva Herzog, nos dice: “Uno de los primeros pasos que dio don Venustiano fue procurar entenderse con los zapatistas. Con tal objeto comisionó a los señores general Antonio 1. Villarreal y licenciado Luis Cabrera para trasladarse a Cuernavaca a conferenciar con el general Zapata y sus consejeros, las conferencias se iniciaron el 28 de agosto de 1914 en la población mencionada. Del lado de los surianos, además de Zapara, estuvieron presentes entre otros los generales Manuel V. Palafox, Alfredo Serratos y el licenciado Antonio Díaz Soto y Gama. Los zapatistas se mostraron intransigentes, manifestando que la única base de paz entre los revolucionarios del Norte y los del Sur debía consistir en “la absoluta sumisión de los constitucionalistas al Plan de Ayala en todas sus partes, tanto en lo relativo a los principios como en cuanto a los procedimientos políticos de su idealización y en cuanto a la jefatura de la Revolución”. “…¿Cómo iba a someterse Carranza a Zapata en tales condiciones? El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista estaba dispuesto a tomar en consideración el Plan de Ayala y buscar la solución del problema de la tenencia de la tierra en todo el territorio nacional; mas no estaba dispuesto, lógicamente, a subordinarse a un campesino iletrado, débil, debilísimo desde el punto de vista militar frente a las poderosas divisiones que hablan hecho trizas al no menos poderoso ejército huertista…”(Jesús Silva Herzog. Breve Historia de la
Revolución Mexicana, la Etapa Constitucionalista y la lucha de Facciones, Colección Popular, pág. 139 Y 140)
LOS ZAPATISTAS ASISTEN A LA CONVENCIóN DE AGUASCALIENTES
Don Jesús Silva Herzog, nos dice: “En la tarde del mismo día los zapatistas pidieron la discusión del Plan de Ayala, el plan mas revolucionario de cuantos hasta esa fecha habían sido formulados.”
“La llegada de la comisión zapatista marco una nueva etapa en la historia de la Convención. Al principio la personalidad de Carranza era indiscutible, sagrada, intocable; una semana después de la llegada de los zapatistas se podían dirigir al Primer Jefe los más encomendados ataques, sin provocar protestas. No puede negarse que a partir de la llegada de los zapatistas fue cuando comenzó a hablarse de principios revolucionarios, reformas económicas y programas de Gobierno. Los zapatistas dieron contenido ideológico a la Convención.” (Jesús Silva Herzog. Breve Historia de la Revolución Mexicana, La Etapa Constitucionalista y la lucha de Facciones, Colección Popular, pág. 159)
Los generales más valientes del Zapatismo, fueron: General Genovevo de O, Gildardo Magaña, profesor Otilio Montaño y licenciado Antonio Díaz Soto y Gama (autor de La Revolución Agraria del Sur y Emiliano Zapata su Caudillo).
Emiliano Zapata es asesinado en Chinameca Morelos el 10 de abril de 1917 por el coronel Guajardo, por órdenes del general Pablo González, del bando Carrancista.
MUERTE DE VENUSTIANO CARRANZA
Don Venustiano Carranza concluye su vida, su cuerpo es destrozado en Tlaxcalantongo. Así terminaba un periodo de la Revolución, y primer jefe Constitucionalista no recibe “los honores ni el clarín alguno lo acompaña en su lamento”. En la trágica choza que sucumbió Venustiano Carranza, se salva el talentoso Don Luis Cabrera y otros 50 individuos maltrechos “cuyos ojos no tenían enfrente sino el desastre de la derrota”. Los restos de Venustiano Carranza finalmente reposan en el Monumento de la Revolución.
En torno a la muerte de D. Venustiano Carranza, Don Luis Cabrera en carta dirigida al Lic. Don Armando Z. Ostos, suscrita el 31 de agosto de 1931, afirma Luis Cabrera, testigo presencial de los hechos: “La comitiva se acomodó en los jacales como mejor se pudo. Según supe después, Herrero designó personalmente el jacal en que había de quedarse el señor Carranza que era, según parece, el que servía para Juzgado y se encontraba situado frente a una plazoleta, independiente de otros jacales.”… alguien vino a participar al general Murguía que Rodolfo Herrero había tenido que irse “porque había recibido la noticia de que acaban de herir a un hermano suyo”. Herrero jamás había sido revolucionario sino que, por el contrario, fue siempre un enemigo del constitucionalismo”.
“Fue en estos momentos cuando el señor Carranza pronunció más o menos estas palabras: “Decididamente no se puede reanudar la marcha. Todos están cansados; está oscuro; llueve mucho y no conocemos el camino; y sobre todo Mariel sabe que aquí tenemos que esperarlo”. Y agregó: Diremos ahora lo que Miramón: “Dios cuide de nosotros en estas 24 horas”.
“Tlaxcalantongo, es en efecto, como decía Herrero, un lugar “muy estratégico”; consiste en una mezquina meseta a lo largo del lomo de una cresta; una entrada al sur, la salida al norte, y a los lados dos profundas barrancas”.
“Pernoctaron esa noche en el mismo jacal, en compañía del Presidente, el licenciado Aguirre Berlanga, don Mariano Méndez, Pedro Gil Farías, el capitán Ignacio Suárez, el capitán Octavio Amador y Secundino Reyes. Tal vez se me escape alguno. El general Murguía, el señor Ugarte y yo nos despedimos. Al llegar a nuestra choza no oculté mi contrariedad por la decisión que había tomado el señor Carranza y entonces dije en conversación impersonal con los demás que estaban allí: “Yo creo que debemos levantarnos a las 3 de la mañana y salirnos muy temprano de este pueblo si no queremos tener un albazo”. Y agregué: “Yo no me quito ni las polainas para poder levantarme rápidamente”. A la mañana siguiente, serían las tres y media, nos despertó el tiroteo”.
“Lo mismo debe decirse de los gritos de guerra con que se acompañaba al tiroteo: “Viva Peláez”, “Viva Obregón”, “Muera Carranza”. De esto no me cabe ninguna duda. Cada quien procuró escapar como pudo y yo fui quizás el primero que salió de la choza donde nos hallábamos porque me encontraba prácticamente vestido. Me escondí tras el tronco de un árbol y oí que decían: “Por aquí creo que no hay nadie”. Cuando hubieron pasado seguí por entre el chaparral pero poco a poco andar caí en un barranco. Esa fue mi salvación, pues habiendo quedado detenido en una saliente del talud, ahí permanecí prácticamente oculto en la maleza”.
“Permanecí todavía unas dos horas más en mi escondite y no habiendo oído otros ruidos sospechosos, me decidí a trepar por las ramas y raíces para regresar al pueblo. Estando en la cárcel del pueblo, supe que el asalto a Tlaxcalantongo lo había llevado a cabo las fuerzas de Herrero, que el señor Carranza había muerto durante el asalto, y que la mayor parte de la comitiva había sido hecha prisionera por Herrero”.
“El general Mariel debería hacer un relato minucioso de la participación personal que tomó desde que comenzó a ponerse en comunicación con Herrero, hasta que reincorporó a la comitiva en Xico, asumiendo francamente la responsabilidad que le corresponde por haber cometido el gravísimo error de poner la suerte del señor Carranza y su comitiva en manos de Herrero”. (Eugenia Meyer. Obra Política Luis Cabrera, Ed. UNAM, Págs. 761 a la 765)
Los vencedores de Carranza fueron Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, a quienes se les llamaba los hombres de Agua Prieta. “Lázaro Cárdenas llamó al Ejército a los supervivientes del carrancismo”. La acción de Carranza cobró sus justas dimensiones y ahora sus antiguos adversarios le rinden homenaje”.
ASESINATO DEL GENERAL FRANCISCO R. SERRANO
“El candidato a la Presidencia de la República el General Francisco R. Serrano acusado de levantarse en armas y 12 personas militares, un periodista y un poeta fueron asesinadas y chorrea sangre”.
Después, ante un pelotón de fusilamiento termina el General Arnulfo R. Gómez, candidato a la Presidencia de la República, por Partido Nacional Antireeleccionista. Arnulfo R. Gómez, tuvo una polémica con Álvaro Obregón, le había lanzado adjetivos y amenazas. A poco tiempo el General Álvaro Obregón fue abatido a balazos por José de León Toral en plena reelección en “La Bombilla”. Horas sombrías y de venganza.
“Según un testimonio aportado por don José María Maytorena, enemigo acérrimo del caudillo, a fines de junio de 1914, en la casa del general Blanco en Ixtlán del Río, Obregón habría afirmado la necesidad “de consolidar la nueva situación estableciendo una dictadura más fuerte que la de Porfirio Díaz. ‘Nosotros seremos los científicos de mañana’, agregó”; a la réplica de Blanco, “Obregón se desató en improperios contra el pueblo humilde, expresando que él se consideraba superior hasta a cinco calzonudos” (J.M. Maytorena, Algunas verdades sobre el general Álvaro Obregón, Imp. de IIEI Heraldo de México, los Ángeles, 1919, p. 78)(Testimonio citado en La Ideología de la Revolución Mexicana, La formación del nuevo régimen, Instituto de Investigaciones Sociales UNAM, Ed. Era, p. 289).
“…La Revolución fue el camino, la Constitución es la meta; respetarla, obedecerla y hacer cumplir es la misión de quienes amemos leal y sinceramente a nuestra querida patria, México.
Con la expedición del Código de Querétaro entró nuestro país al orden constitucional.
El Primer Jefe, pocos días después y en el propio mes de febrero, convocó al pueblo mexicano para la elección de los Poderes Federales de la República; tales elecciones tuvieron lugar el día 11 de marzo. Al siguiente día un decreto dispuso que fuera nuevamente la Ciudad de México la Capital de la República y asiento de los Poderes de la Unión, ciudad donde llegó don Venustiano Carranza el día 13 de marzo procedente de Querétaro; se le recibió con grandes muestras de regocijo: México volvía a ser capital de nuestro país.
En los primeros días de abril se instaló la XXVII Legislatura y la Cámara de Senadores, quedando constituido el Poder Legislativo, el que se avocó a la revisión de las elecciones presidenciales; no habiendo habido más que un candidato, en esa ocasión, resultó declarado Presidente de los Estados Unidos Mexicanos el C. Venustiano Carranza, quien tomó posesión de su elevada investidura el día primero de mayo de 1917”. (Jesús Romero Flores, Síntesis Histórica de la Revolución Mexicana, Costa-Amic Editores S. A. México D. F., P 112)
Cuando asesinaron a Álvaro Obregón se encontraba en el Poder Plutarco Elías Calles y el Congreso por sugerencia de Calles se nombra a Emilio Portes Gil Presidente provisional; no obstante, que sus padres eran de nacionalidad de la República Dominicana, y en consecuencia estaba impedido para ser Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, pero el presidente Calles, Jefe máximo, lo ordenaba y el Congreso de la unión obedecía, era un régimen dictatorial, del que hay ligera diferencia con el actual régimen presidencial” por eso Emilio Rabasa le proponía a Porfirio Díaz pasar del régimen tiránico al presidencial, que hace fuerte al ejecutivo frente al Congreso, y ahora con BONOS se cercena la soberanía Nacional, y se reforma el artículo 27 Constitucional que protegía al petróleo, el que por ser una estructura jurídico-fundamental de la Constitución, era irreformable, y también se galvaniza nuestra soberanía, al no intervenir nuestros Tribunales frente a diferencias o interpretación de contratos de la Reforma Energética, los que se resolverán en arbitraje internacional, todavía hacia ecos profundos la expropiación petrolera del patriota Presidente Don Lázaro Cárdenas del Río. Como en la comedia de Calderón de la Barca ¡No hay que creer ni en la verdad!, ¡México creo en ti!, ¡Como México no hay dos!
