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‘Gemelos astrales’ con manos de seda

Ramón y Luis, los infielders con su guante mágico se consolidaron como la cuarta pareja de hermanos mexicanos en pertenecer a un club ligamayorista
  • Por: Beatriz Pereyra/ Proceso
  • 17 / Octubre / 2021 -
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‘Gemelos astrales’ con manos de seda

A los cinco años Ramón empezó en una liga. Ahora, cuando juega, es visto por sus padres desde casa.

Ciudad de México

El municipio sonorense de Magdalena de Kino apareció en el radar de los mexicanos en 1994, cuando el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, oriundo de ese lugar, fue asesinado. Antes de ese homicidio sólo los fanáticos del beisbol que idolatraban a Sergio El Kalimán Robles, el increíble cátcher de los Diablos Rojos del México, sabían de ese lugar fronterizo donde apenas residen unas 30 mil personas.

De Magdalena de Kino, uno de los ciento y tantos pueblos mágicos que hay en México, ya se dice que es la cuna de los Urías –Ramón y Luis–, los infielders con manos de seda y guante mágico que en la temporada 2021 de las Grandes Ligas se consolidaron como la cuarta pareja de hermanos mexicanos en pertenecer a un club ligamayorista.

Ramón y Luis Urías se unen a Vicente El Huevo Romo (1968-1982) y su hermano Enrique (1977-1982), a Bobby (1968) y Alex Treviño (1978-1990), y a Adrián (2004-2018) y Édgar González (2008-2009). 

Los Urías, que desde niños pintaron para peloteros, hicieron sus pininos en la liga de beisbol local cuando ésta se llamaba Luis Donaldo Colosio. Ahora lleva el nombre de Kalimán Robles, porque en Magdalena de Kino ningún político es más grande que el beisbol.

Ramón Urías padre se casó en segundas nupcias con María Trinidad Rodríguez Esquer cuando él mismo era un pelotero de ligas municipales, de esos que ya saben que no van a ser profesionales, pero cómo gozan estar en el diamante. Esa mujer parió dos varones en la misma fecha, pero en diferente año: el 3 de junio.

Ramón nació en 1994, el año en el que en Magdalena de Kino las lágrimas de muchos seguían bañando el sepulcro de Colosio; tres años después su regalo de cumpleaños fue su hermanito menor, El Wicho, quien nació con los ojos claros, igual que él, pero con pelito rubio.

Desde plebes los hermanos Urías se han querido un montón. Jugaban beisbol en la calle por pura diversión. A los cinco años Ramón empezó en una liga y Luis se le unió poco tiempo después. La verdad es que El Wicho no quería ir. Decía que le iba a dar vergüenza si lo ponchaban o si se le iba la pelota, pero su papá y su hermano lograron convencerlo.

Los Urías ya eran peloteros cuando en la liga donde jugaban había tan poquitos equipos que los niños grandes tenían que enfrentar a los chicos porque no se completaban ni dos equipos de la misma categoría. Al fin sonorenses, su talento siempre les dio un lugar en las selecciones estatales y a todos lados donde iban a jugar, sobre todo en los torneos de la Olimpiada Nacional, dejaban a medio mundo con la boca abierta.

Ramón y María Trinidad se repartían a los chamacos. Él viajaba con Ramón y ella con El Wichito. Esta pareja de maestros que forman parte del magisterio nacional se gastaban su salario en todo lo que sus hijos necesitaran para triunfar en el beisbol, porque los dos desde siempre supieron que iban a ser peloteros profesionales.

Fue El Kalimán Robles quien les echó el ojo primero. Al fin paisanos y el exjugador desde su casa fungiendo como scout para los Diablos Rojos del México ni modo que no los viera. Pasó el reporte a la directiva y Roberto Castellón confirmó con ojos propios, en un torneo en la Ciudad de México, que había dos hermanos de apellido Urías que derrochaban talento. Había que firmarlos para el equipo escarlata.

CRECEN SUS EXPECTATIVAS

“Eran muy seguidos por los buscadores, empezamos a ver la posibilidad de que ingresaran al profesionalismo. Al principio decía: ‘Con que jueguen en la liga municipal para que se entretengan’ y ya después, a medida que fueron avanzando, crecieron las expectativas, y pues fue una decisión muy difícil para mi esposa y para mí dejarlos ir y que dejaran los estudios”, cuenta el padre.

Ramón fue el primero en partir. Tenía 16 años. Ni la prepa había terminado cuando se despidió de su familia para irse a la Academia de los Diablos en San Bartolo Coyotepec, Oaxaca. Ahí solito sudó sus calenturas cuando le dio varicela y no dejaban que nadie lo viera, ni sus papás. Ahí intentó seguir con la escuela, pero el entrenamiento tan demandante lo orilló a terminarla en cursos en línea.

Un año después, los Rangers de Texas lo firmaron como agente libre y se lo llevaron a la Liga Dominicana de Verano, donde pasó dos años en la categoría Rookie batallando porque aunque era infielder lo pusieron como cátcher. Nomás no aguantaba las piernas. Más tardó en irse que en regresar. Los Diablos lo acogieron de 2013 a 2018, cuando a fuerza de su empeño los Cardenales de San Luis le ofrecieron otro contrato de Ligas Menores, donde picó piedra sin subir a Grandes Ligas.

El soñado debut llegó seis meses después de que Ramón Urías fue tomado por los Orioles de Baltimore vía waivers, cuando los Cardenales de San Luis se negaron a protegerlo en su roster de 40 peloteros. 

PRIMER TURNO AL BAT

El 20 de agosto de 2020, cuando la pandemia del covid-19 modificó la temporada en la Gran Carpa, Ramón Urías, con 26 años y 78 días de edad, tomó su primer turno oficial al bat en el mejor beisbol del mundo.

Aunque es el hermano chiquito, el gozo de decirse pelotero mexicano en las Mayores le llegó primero a Luis Urías. También fue en agosto su debut: el día 28 de ese mes, pero de 2018. Tenía 21 años y 86 días y vestía la franela de los Padres de San Diego. Con los frailes estuvo entre 2014 y 2019 más picando piedra en las Menores que con una oportunidad real de hacer nido con el equipo grande. 

Tener dos hijos que juegan en Grandes Ligas implica que Ramón Urías tenga un dispositivo en el cual puede ver la aplicación MLB.TV y una televisión con doble pantalla. Así puede ver simultáneamente los juegos de los Orioles y los Cerveceros. Cuando Ramón batea su juego se despliega en la pantalla grande y en la parte inferior sigue al equipo de su hijo menor, y viceversa.

Ramón y María Trinidad se gastaron sus ahorros en ampliar la casa. Les construyeron una recámara más grande con balcón y les pusieron su sala de tele y videojuegos para que cuando vuelvan al nido estén más cómodos y contentos de pasar tiempo en su pueblo con sus padres.

Lo único que Ramón Urías les ha pedido a sus hijos es que pase lo que pase todos los días en las mañanas llamen a Trinidad para decirle: Buenos días, mamá; y en la noche le avisen que ya se van a acostar.

LOS HERMANOS TIENEN MUCHAS COINCIDENCIAS

Ramón Urías asegura que sus hijos son “gemelos astrales” porque además de que nacieron un mismo día –el 3 de junio– hay un montón de acontecimientos similares y coincidencias que les ocurren, como cuando fueron campeones nacionales en la Olimpiada, han pegado un grand slam el mismo día (Ramón con Diablos y Luis en la sucursal AA San Antonio) o han conectado un jonrón el mismo día, uno jugando con los Yaquis de Ciudad Obregón y el otro con los Cañeros de Los Mochis.

Ramón Urías es primo de José Luis El Borrego Sandoval porque el papá del primero es medio hermano de la mamá del segundo. Refiere que sus hijos le heredaron al Borrego las manos de seda porque ese short stop es el más grande que ha dado el beisbol mexicano.

“En esa sangre salió una mezcla de genes que se manifestó en mis plebes. Si se fija, tienen algunas similitudes con la forma de jugar del Borrego. Siempre he dicho que las habilidades y aptitudes que tienes para jugar beisbol se juntan con una poquita de suerte: hijo de pelotero famoso nunca llega a ningún lado. El caso mío es diferente, yo nunca jugué profesionalmente y me salieron dos muchachos muy buenos. Creo que fue la constancia, la tenacidad por salir adelante.”

‘Gemelos astrales’ con manos de seda

Aunque es el hermano chiquito, el gozo de decirse pelotero mexicano en las Mayores le llegó primero a Luis Urías.

 

‘Gemelos astrales’ con manos de seda

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