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Garibaldi se niega a callar

Tras decreto de cierre de bares por Covid-19, la Plaza Garibaldi luce desangelada, pero los mariachis se niegan a ceder ante la pandemia
  • Por: Agencia Reforma
  • 28 / Marzo / 2020 - 07:32 a.m.
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Garibaldi se niega a callar

Cd. de México, México.

Hasta las 24:00 horas del domingo 22 de marzo, el día en el que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, decretó el cierre de bares, en el emblemático Salón Tenampa todavía fluía el tequila y las cuadrillas de mariachis consolaban a los dolidos y continuaban alegrando a los que ya estaban alegres.

En la Plaza Garibaldi, como la tradición lo demanda, se mantuvo la fiesta hasta que ya no hubo de otra. Desde entonces, no han sido los mejores días para Perla, "La Flor de Oriente", pero a ella ni se le nota.

Quien la viera caminando por la plaza, prácticamente vacía, desangelada, sabría que no es de las que se deja vencer fácilmente. Con su traje blanco, impoluto, la falda planchada y la corbata de rebozo roja perfectamente hecha, la mariachi se placea, como siempre, por la emblemática locación chilanga, buscando quien le pida una pieza, sin éxito.

Es un miércoles por la tarde, sí, pero eso no suele importarle a nadie en Garibaldi. Hoy, sin embargo, es distinto: con la contingencia por el Covid-19 en plena fase 2, el lugar se mira vacante, sin bullicio, con apenas 20 mariachis ociosos, trajeados con elegancia, esperando a la gente que no llega. "Está muy tranquila la chamba, pero ahí la llevamos", dice Perla, aminorando las pérdidas y sin extraviar la sonrisa amplia con la que presume un diente plateado.

"Los que han trabajado ha sido con una canción, dos canciones. Es lo que han trabajado los compañeros", relata, echando un vistazo a su desangelado alrededor. Sin embargo, para "La Flor de Oriente", quien vive sola y dedica todo su tiempo a la plaza, el último ingreso llegó el viernes de la semana pasada, con una sola canción, que suele cobrar a 120 pesos, como la mayoría de sus colegas.

Desde la semana anterior, los visitantes a Garibaldi y sus alrededores habían comenzado a guardarse en casa, preocupados por una emergencia sanitaria cuya curva de contagios sigue su ascenso exponencial. Por la calle de Honduras, que desemboca a la plaza, las estatuas tristes de José Alfredo Jiménez, Lola Beltrán, Pedro Infante, Manuel Esperón y Juan Gabriel no miran a nadie trastabillar en su camino hacia los bares.

En ese mismo pasillo, la Birriería Chava Díaz ha decidido bajar la cortina, sin un solo cliente, a las 19:00 horas. "Me sale más caro pagar el gas que seguir abiertos", lamenta Doña Luz detrás de las hornillas, quien, incluso los miércoles, suele despachar hasta la madrugada. Y aunque todo se mira irremediablemente vacío, Víctor Sánchez, Secretario General de la Unión Mexicana de Mariachis, con 50 años a la espalda tocando la trompeta en la plaza, prefiere mantenerse optimista. "Aquí hay servicio diario. No estamos de a tiro olvidados", declara, con la trompeta guardada en su estuche y la inscripción "Mariachi Amanecer" bordada en la solapa. "Sí hay trabajo, no estamos de a tiro olvidados", repite, como para convencerse.

En 2009, dice a modo de prueba, su gremio -de mil 613 mariachis empadronados- logró sobrevivir a la pandemia de influenza AH1N1, así que no piensan dejar el lugar hasta que se les indique lo contrario. "Estamos sufriendo las inclemencias de estos tiempos, pero no estamos muertos todavía", reitera.

Ninguno de los mariachis en la plaza, sin embargo, atiende las recomendaciones de sana distancia o carga con gel para las manos, sin posibilidad tampoco de pasar a los comercios aledaños para lavarlas. Sobre Eje Central, como todos los días, otros conjuntos de mariachis "atrapan coches" para ofrecer sus servicios, con peor suerte que nunca: apenas un cliente desde el último fin de semana. "Ni en la influenza (del 2009), porque sí hubo trabajo. No se sintió mucho, que sí bajó, claro, pero no como en estos momentos", dice el director de un conjunto de nueve mariachis, quien prefiere no dar su nombre, pero que lleva en Garibaldi desde 1990. Sabe bien que se pone en riesgo hablando con los potenciales clientes, saludándolos de mano y recibiéndoles dinero, pero a él y a su conjunto no les queda de otra.

"Obvio tenemos algo de ahorro, pero si dura mucho (la contingencia) se va a acabar ese guardadito que está ahí", lamenta. "Tenemos que salir lo más que se pueda para llevar comida a la casa".

El verdadero peligro, concuerdan todos, es para los mariachis más veteranos, que prácticamente viven al día, con edades que llegan incluso a superar los 80 años, y no les queda más que salir todos los días a buscar quien les pida canciones. "Aquí hay algo que necesito que escuche el Presidente (Andrés Manuel López Obrador): que apoye a la gente grande, a los compañeros, a los mariachis de la Unión Mariachis Mexicanos.

Eso es lo que quiero", pide Perla, solidaria. Se va haciendo de noche y, para salvar la jornada, aparece un señor en la plaza con una lata de whisky con coca, entonado, junto a su pareja, para pedir unas canciones. "No vale nada la vida, / la vida no vale nada. / Comienza siempre llorando, / y así llorando se acaba. / Por eso es que en este mundo, / ¡la vida no vale nada!", le grita a todo al desangelado Garibaldi, que por fin resuena con música. Al mismo tiempo, de su departamento con vista a la plaza, dos vecinos, José y Oscar, salen a estirar las piernas un rato, después de un día de teletrabajo en casa, para solidarizarse con los mariachis.

"Hay personas que viven al día, y con esta medida drástica que tomaron, se la están viendo difícil. Un mariachi que tiene familia que mantener, ¿cómo se va a quedar en la casa? Imposible", opina José, quien como músico, también resiente estos tiempos. Por fin, después de cinco días, Perla, "La Flor de Oriente", y su grupo de mariachis, desenfundan sus intrumentos para cantar unas canciones.

Con dos grupos tocando al mismo tiempo, compitiendo en extremos opuestos, la Plaza Garibaldi, casi vacía en medio de una pandemia, se siente que vuelve a la vida, aunque sea un poco. "Hay que salir adelante. No hay que dejarse caer, hay que luchar, hay que levantarse con mucho orgullo, con la música mexicana, con nuestra música", declara Perla, con su sonrisa sincera y el diente de plata brillando. Con todo en contra, los mariachis no han callado.

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