FAO plantea un nuevo modelo de producción
Se está empleando ya con éxito en los principales cereales como el maíz, trigo y arroz
Modificar. Los sistemas agrícolas deben reestructurarse en todo el mundo con vistas a la intensificación sostenible. Los productores de cereales ya han iniciado esta transición mediante la adopción de componentes y prácticas del modelo “Ahorrar para crecer en la práctica”.
El pasado 18 de enero la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida por sus siglas en inglés como FAO), presentó un nuevo libro donde examina a detalle cómo los más importantes cereales del mundo -maíz, arroz y trigo, que suponen en conjunto cerca del 42.5 por ciento de las calorías y el 37 por ciento de las proteínas que consumimos- pueden cultivarse de manera que respeten e incluso promuevan los ecosistemas naturales.
A partir de diversos estudios de caso realizados en varios lugares del planeta, la publicación ilustra cómo el modelo de “Ahorrar para crecer en la práctica” se está empleando ya con éxito para producir los principales cereales, señalando el camino hacia un futuro de intensificación sostenible de la agricultura y ofreciendo orientación práctica sobre cómo el mundo puede desarrollar su nueva agenda de desarrollo sostenible.
Enfoque y prácticas
Desde la perspectiva de la FAO, “Ahorrar para crecer en la práctica” es un enfoque de base amplia para una agricultura respetuosa con el medio ambiente y sostenible dirigida a intensificar la producción, proteger y mejorar la base de recursos naturales de la agricultura y reducir la dependencia de los insumos químicos, recurriendo a los procesos naturales de los ecosistemas de la tierra y aumentando los ingresos brutos de los agricultores. Como tal, es un enfoque intrínsecamente elaborado para contribuir a los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y fomentar la resiliencia (capacidad para sobreponerse a situaciones adversas) frente al cambio climático.
Las prácticas viables del modelo que defiende la FAO incluyen desde el cultivo de árboles de sombra que pierden las hojas cuando los cultivos de maíz adyacentes más necesitan la luz del sol (probado con éxito en Malawi y Zambia), pasando por suprimir la labranza y dejar los residuos de los cultivos como cobertura sobre la superficie del suelo, el cual es un método aplicado a escala masiva por los productores de trigo en las estepas de Kazajstán, hasta las prácticas innovadoras de cortar y aportar mantillo adoptadas cada vez más por los agricultores de las tierras de América Central y del Sur.
Cambio de paradigma
Desde la óptica del director general de la FAO, José Graziano da Silva, “Los compromisos internacionales para erradicar la pobreza y hacer frente al cambio climático requieren un cambio de paradigma hacia una agricultura más sostenible e inclusive, capaz de obtener mayores rendimientos a largo plazo”. En este sentido, el funcionario señala que “Ha llegado el momento de que las ideas que han funcionado para los agricultores se apliquen en programas nacionales más ambiciosos”. Tal es el caso de “Ahorrar para crecer en la práctica”, un libro que describe como se puede contribuir para crear el mundo que queremos.
Sin embargo, el camino a la transición no es fácil, ya que los pequeños campesinos que adoptan un cambio de paradigma a menudo encuentran que, mientras que los beneficios son claros, no siempre son inmediatos. Por esta razón, la adopción del modelo necesita de un fuerte compromiso institucional durante un período continuado de tiempo, donde los responsables de las políticas deben crear incentivos para que los agricultores la diversifiquen mediante el apoyo a los mercados para los cultivos de rotación, elaborando herramientas (seguros agrícolas, planes de protección social y servicios de crédito) para reducir el riesgo al que pueden enfrentarse en el proceso de cambio. Si bien no existe un modelo único para el enfoque que se propone, promover su adopción generalizada requiere una acción concertada a todos los niveles, desde los gobiernos y las organizaciones internacionales a la sociedad civil y el sector privado.
Elementos
El ejemplo de sistema de producción que promueve la FAO, incluye un conjunto de técnicas que comparten la característica de tratar de sacar provecho de los procesos biológicos y los ecosistemas naturales para “producir más con menos”. Además hay cinco elementos complementarios que forman la base del paradigma de “Ahorrar para crecer en la práctica”, siendo estos: 1) La agricultura de conservación, que reduce al mínimo la labranza y utiliza mantillo y la rotación de cultivos; 2) Mejora de la salud del suelo, como el cultivo de plantas fijadoras de nitrógeno que sustituyen a los costosos fertilizantes minerales; 3) La selección de cultivos con mayor potencial de rendimiento, mayor resistencia al estrés biótico y climático y mayor calidad nutricional; 4) Gestión eficiente del agua y 5) Manejo integrado de plagas, basado a menudo en usar métodos naturales para reducir al mínimo la necesidad de plaguicidas químicos.
La experiencia de Kazajstán con la agricultura de conservación apunta a las recompensas de tomar el reto a gran escala. Inicialmente utilizada para combatir la erosión del suelo por el viento en la década de 1960, la FAO comenzó en 2000 a ayudar con este enfoque de no labranza, que ayuda a mantener la nieve derretida y el agua de lluvia en el suelo y que condujo a rendimientos de trigo un 25 por ciento más altos y menores costos de mano de obra y combustible. En 2011, el gobierno introdujo cuantiosos subsidios dirigidos para promover la adopción de esta práctica, y hoy en día, la mitad de los 19 millones de hectáreas de tierras de cultivo del país practican un régimen completo de agricultura de conservación.
Componentes
El sistema de producción que promueve la FAO incluye un conjunto de técnicas que comparten la característica de tratar de sacar provecho de los procesos biológicos y los ecosistemas naturales para “producir más con menos”. Además hay cinco elementos complementarios que forman la base del paradigma de “Ahorrar para crecer en la práctica”.
>Agricultura de conservación.
>Mejora de la salud del suelo.
>Selección de cultivos con mayor potencial de rendimiento.
>Gestión eficiente del agua.
>Manejo integrado de plagas
Cría de peces
en arrozales
Un ejemplo del arquetipo que proyecta la FAO y que está ampliamente adoptado ahora en China, es el sistema en el que los agricultores crían peces en los arrozales inundados. De esta manera, los peces pueden venderse para obtener ingresos o comerse para una mejor nutrición, pero mientras se crían también comen insectos, hongos y malezas dañinos para la cosecha, lo que reduce la necesidad de comprar plaguicidas.
Es así, como un arrozal de una hectárea puede producir hasta 750 kilogramos de pescado, al tiempo que se obtiene arroz y pueden hasta cuadruplicarse los ingresos de los hogares rurales. Entre los beneficios adicionales figura un notable descenso de las poblaciones de mosquitos, lo que reduce un importante vector de enfermedades.
La FAO estima que el 90 por ciento del arroz mundial se planta en entornos adecuados para el cultivo de arroz y peces, pero fuera de China sólo el uno por ciento de las áreas de arroz de regadío de Asia utilizan el sistema. Sobre este aspecto, cabe destacar que el gobierno de Indonesia acaba de lanzar una plan para transformar un millón de hectáreas a la técnica integrada.
