Mejor que el libro

• Ciudad de México

Fue hasta que la directora y guionista Kelly Fremon Craig y el legendario James L. Brooks le presentaron su idea, que Blume por fin accedió. ¿El resultado? La escritora ha dicho en entrevistas que la película quedó mejor que su propio libro.

En retrospectiva, Fremon Craig parecería una de las opciones más lógicas. Su ópera prima, Mi Vida a los Diecisiete (2016), es una de las producciones de Hollywood más reconocidas sobre la experiencia adolescente. Aquel guion lo escribió ella misma, y la tarea ahora sería capturar la franqueza y autenticidad de Blume para mostrar la experiencia de una niña de 12 años entrando a la pubertad a principios de los setentas.

Se trata de Margaret (Abby Ryder Fortson), quien al inicio de la película recibe la noticia de que su familia se mudará de Manhattan a Nueva Jersey, dejando a su querida abuela Sylvia (Kathy Bates) atrás. Este cambio llega justo cuando Margaret está entre la niñez y la adolescencia, un proceso de maduración que no solamente será físico, sino que la llevará a cuestionar otros temas importantes en su vida, como la religión. Su madre, Barbara (Rachel McAdams), viene de una familia cristiana, y su padre, Herb (Benny Safdie), es judío. Ella parece estar, por así decirlo, en un limbo canónico. 

Si algo se le puede reconocer a Blume, es la manera en la que le habla a su audiencia sin caer en la condescendencia. Fremon Craig entiende esto muy bien, y logra capturar el torbellino de emociones por los que está pasando Margaret con calidez, empatía y muchas risas. A la edad de nuestra protagonista, cualquier cosa, por pequeña que sea, parece sentirse como el mundo entero, y esa búsqueda de identidad mientras explora su feminidad y espiritualidad recibe aquí enorme respeto y atención al detalle.