Natalia Esperón no pierde la fe en el melodrama de TV
Por más fuerte que levante la voz y se ponga furiosa por alguna situación, a Natalia Esperón nadie le cree que se enoje
Natalia Esperón.
MONTERREY
Siempre le ha costado trabajo demostrar que en algunas circunstancias puede ser una mujer iracunda, aseguró la actriz, y, es precisamente por esa razón que los productores solo la llaman para hacer los personajes de la buena de la historia.
Desde que era estudiante, agregó, sufría porque sus compañeros no le creían sus enojos y la veían con “carita de mosca muerta”.
“Ser buena a veces me conflictúa también porque busco lograr diferentes matices, pero a veces no me creen que me enojo por mi cara de que no rompo un plato”, comentó la actriz de 47 años.
Después de casi 10 años de ausencia de la actuación, de la que decidió retirarse para dedicarse de lleno a sus cuatro hijos, Natalia regresó a los foros de grabación en la telenovela Corazón Guerrero, producida por Salvador Mejía.
En la historia, que estelarizan Alejandra Espinoza y Gonzalo García Vivanco, Natalia interpreta el papel de Lupita, madre de familia, ama de casa, de corazón humilde y buenos sentimientos.
“Tengo cara de buena, mi tono de voz me cuesta trabajo porque es muy suave. Es más, luego aquí en mi casa me enojo y no me la creen. Tengo que pegar el grito durísimo para que me crean que estoy enojada”, comentó.
“Eso es un reto para mí actoralmente poder llegar a tonos diferentes. Yo quiero explorar mis emociones, mi tono y mostrarme con fuerza”, señaló
