El virus golpea a Europa Oriental ante pocas restricciones
En el principal hospital de la capital de Rumanía, la morgue se quedó sin espacio para los muertos hace unos días
BELGRADO — Los médicos en Bulgaria han suspendido las cirugías rutinarias para poder atender el aluvión de pacientes de COVID-19. En la capital serbia, el cementerio trabaja ahora un día más a la semana para poder enterrar todos los cuerpos que llegan.
“No creo en las medidas. No creo en las mismas medidas que existían antes de las vacunas”, dijo el mes pasado la primera ministra de Serbia, Ana Brnabic, cuando el país balcánico registró una de sus peores cifras diarias de muertos del virus en la pandemia. “¿Para qué tenemos vacunas, entonces?”.
Un funcionario de la Organización Mundial de la Salud declaró este mes que Europa vuelve a estar en el epicentro de la pandemia del coronavirus. Aunque varios países de Europa Occidental han visto subir sus contagios, son los países en el este las que impulsan las cifras de muertos. Rumanía, Bulgaria y los estados balcánicos registraron la primera semana de noviembre algunas de las tasas de muertes per capita más altas del mundo, según la OMS.
Los expertos dicen que las campañas fallidas de vacunación y unos sistemas de salud mal gestionados y faltos de financiamiento prepararon el terreno para los últimos brotes, que ganaron velocidad mientras los gobiernos titubeaban. Algunos han tomado medidas ahora, pero muchos médicos dicen que han llegado demasiado tarde, y no bastan.
Muchos gobiernos en la región afrontan elecciones pronto, y no hay duda de que eso les hizo reacios a obligar a la gente a vacunarse o imponer impopulares cuarentenas, incluso en países antes comunistas que en el pasado impusieron vacunaciones obligatorias sin dudar o donde los líderes impusieron rápidos cierres al inicio de la pandemia.
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Sin embargo, es probable que al ignorar las peticiones de la comunidad médica de que se tomaran medidas rápidas, los políticos hayan debilitado aún más la confianza en las instituciones en países donde la corrupción es rampante. La desinformación sobre las vacunas también ha encontrado terreno fértil dada la desconfianza generalizada hacia las autoridades.
Eso ha hecho que los países enfrenten el nuevo brote con pocas defensas. Aunque la resistencia a las vacunas ha sido un problema en países de todo el mundo, muchos en Europa Central y Oriental tienen tasas especialmente bajas para lugares donde el suministro no es un problema. Bulgaria y Rumanía, ambas en la Unión Europea, tienen totalmente vacunado a entre el 23% y el 35% de su población, respectivamente. Bosnia y Herzegovina apenas tiene un 21% de personas totalmente vacunadas.
El médico y estadístico de salud Octavian Jurma describió la lenta reacción en su país como un “ejemplo de manual” de “las trágicas consecuencias producidas por un control político de la respuesta a la pandemia”.
El gobierno introdujo por fin este mes un toque de queda que requiere que las personas sin pase COVID -que certifica la vacunación, la recuperación de la enfermedad o una prueba negativa- se queden en casa entre las 22.00 y las 5:00 de la mañana. Los contagios han bajado ligeramente desde entonces, pero los hospitales siguen sobrepasados.
En el principal hospital en Bucarest, los cuerpos de fallecidos por COVID-19 se colocaban en un pasillo en días recientes porque no había espacio en la morgue. En una sala de espera se instaló una lona de plástico para convertir parte del espacio en en unidad de urgencias.
En Serbia, algunos hospitales están tan abrumados que sólo atienden a pacientes de coronavirus, lo que llevó a algunos médicos a demandar a Brnabic, cuyo gobierno afronta elecciones en abril.
“Desde que Brnabic dijo que no creía en las medidas, unas 900 personas han muerto”, dijo el 21 de octubre Slavica Plavsic, especialista en neumología, a la televisora N1.
La primera ministra rechazó esas críticas y el jueves dijo estar orgullosa de la gestión de su gobierno.
Mientras tanto, las autoridades en el cementerio en Belgrado dijeron que ahora tenían una media de 65 entierros al día, cuando lo normal antes de la pandemia eran entre 35 y 40. Ahora los enterradores trabajan el domingo, algo que antes no hacían, para gestionar la carga de trabajo.
En la vecina Hungría se han introducido pocas medidas contra el virus. Como en Serbia, el gobierno húngaro dice que preferiría depender de las vacunas. Con casi el 60% de personas totalmente vacunadas, el país está mejor posicionado que la mayoría de sus vecinos, pero sigue teniendo una gran parte de la población desprotegida.
El gobierno de Hungría ordenó este mes el empleo de mascarillas en el transporte público y permitió a los empleadores privados exigir a su personal que se vacune.
Pero Gyula Kincses, presidenta de la Cámara Húngara de Médicos, dijo que era “demasiado poco, demasiado tarde” y recomendó que las mascarillas se hicieran obligatorias en todos los espacios cerrados.
En una entrevista reciente, el primer ministro, Viktor Orban, cuyo partido populista enfrenta elecciones la próxima primavera, dijo que imponer una vacunación obligatoria “iría más allá de los límites de lo que aceptarían los húngaros”, aunque admitió que las nuevas restricciones sólo podrían desacelerar, no detener, la expansión del virus.
Los hospitales en Bulgaria, con su baja tasa de vacunación, se vieron obligados a suspender todas las operaciones que no fueran de urgencia para tener más médicos que atendieran a los pacientes de COVID-19.
“Ahora los políticos sólo piensan en las elecciones, pero inevitablemente hará una cuarentena, aunque en circunstancias trágicas”, dijo en la emisora nacional de radio Ivan Martinov, un destacado cardiólogo en el principal hospital de urgencias de Sofía. Las elecciones se celebraban el domingo.
Hasta cierto punto, el pico de contagios parece haber sido un toque de atención en Croacia, donde los centros de vacunación han mostrado filas inusualmente largas en los últimos días.
Las autoridades dijeron el miércoles que más de 15.000 personas habían recibido su primera dosis el día anterior, un aumento significativo en las vacunaciones, que prácticamente se habían paralizado en el país adriático de 4,2 millones de personas.
Croacia y la vecina Eslovenia también han introducido pases COVID en las últimas semanas.
Pero las organizaciones médicas en Eslovenia han advertido que el sistema de salud del país alpino sigue al bordo del colapso. Han instado a la gente a hacer todo lo que pueda para evitar acudir a urgencias en los próximos meses.
“Hay accidentes de tráfico, accidentes de trabajo, otras infecciones”, dijo Bojana Baovic, responsable de la Cámara de Médicos de Eslovenia. “Esta esa una situación alarmante con la que podemos lidiar con la máxima solidaridad”.