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El Parián de la Plaza Zaragoza

El tercer edificio más antiguo de la ciudad de Reynosa permanece en pie encapsulado dentro de la maraña de pasillos que convergen al centro del Mercado Zaragoza. La pequeña edificación, a pesar que ha sufrido una serie de modificaciones a través de su historia, persiste hasta la actualidad como una muestra representativa de la arquitectura de piedra y ladrillo regional de la segunda parte del siglo XIX

Cronista Municipal de Reynosa

Fotografía de la antigua Plaza Zaragoza con el edificio del Parián a principios del siglo XX.El Parián de la Plaza Zaragoza

   En el centro de lo que se conoció como Plaza Zaragoza ya existía para mediados del siglo XIX una edificación de madera en donde concurrían los habitantes para hacer sus compras de primera necesidad. 

   De acuerdo a un documento en la sección de Actas de Cabildo que se encuentra en el Archivo Histórico de Reynosa, el alcalde Lic. Juan Bautista Chapa Cavazos propuso el 12 de marzo de 1881 un proyecto para la construcción de un nuevo edificio para este mercado, argumentando: “la que se halla actualmente… no merece tal nombre sino porque ahí concurren los habitantes por los artículos de primera necesidad.”

Constructores y los fondos

A principios de abril de ese mismo año el maestro albañil Juan Ríos presentó los planos propuestos que incluían adornos con cornisas de ladrillos, piedra y mármol. El proyecto contemplaba un costo para la obra que sumaba un total de $1,000 pesos.   

Parte de la inversión fue por cooperación de los mismos ciudadanos. En un recuadro de la época donado por Tiburcio Casas para su colocación en el interior del edificio rezaba: “Patriótica cooperación del pueblo. - abnegada Administración Municipal del año de 1881.”   

    En la sección de Presidencia del Archivo Histórico de Reynosa (AHR) se resguarda el libro de las personas que voluntariamente contribuyeron a la construcción de este edificio. Los fondos se recabaron en ese mismo año de 1881 a partir del mes de mayo.  

Entre las 69 personas que inscribe el libro se encuentra el propio alcalde, Lic. Juan B. Chapa Cavazos, quién donó $ 20.00 pesos mientras que la mayoría aportaron $5.00.   

Este ilustre personaje del porfiriato, quién fuera alcalde en repetidas ocasiones a finales del siglo XIX, vivió en el solar que se conoció como Casa Chapeña. Él y su hermano residieron a un costado de la antigua Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, por la calle Morelos. Su hermano moró en las antiguas construcciones que daban a la Plaza Principal, que fueron derribadas en la década de 1950 para dar paso a lo que fue el Cine Rex, mientras que el alcalde vivió al fondo por la calle que actualmente lleva su nombre, que hace esquina con la calle Morelos.

Entre los personajes de la época que aportaron fondos para este edificio se encuentran Desiderio Rodríguez, Juan y Florencio Domínguez, Lauro Bolado, Simón González, Vicente Muguerza y muchos otros.  La lista incluye también a un número representativo de mexicanos que vivían en Texas, menciona los apellidos de Luna, Tijerina, Munguía, Vela, Cantú, Cárdenas, etc. El arraigo que existía de esos paisanos con la villa de Reynosa era todavía muy fuerte, pues habían pasado tan solo 33 años de la separación y pérdida del territorio de la villa al norte del río Bravo, debido al Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848.   

    Cabe mencionar a dos contribuyentes de la época, asociados con el Charco Escondido (actual Congregación Garza), al padre e hijo conocidos como Mariano Reséndez Vera y Mariano Reséndez Garza.  El padre, quién tuvo una cercana colaboración con el ayuntamiento de Juan B. Chapa, aportó $12.00 pesos para dicha construcción, mientras que su hijo colaboró solamente con $2.00 pesos. 

Mariano Reséndez Garza, quien tenía 21 años de edad, ya era parte del folclore de la época en el municipio de Reynosa.  Debido a sus ataduras con el contrabando, este sería ejecutado unos años después cerca de Cerralvo por tropas de Nuevo León al mando del gobernador Bernardo Reyes, siguiendo órdenes del gobierno de Don Porfirio Díaz. 

 La esquela de su fallecimiento se puede consultar en el Archivo Municipal de Reynosa, en la serie de documentos donados por el segundo cronista municipal de Reynosa, César Humberto Isassi Cantú.  A sus 27 años, Mariano (hijo) fue sepultado en el panteón de Agualeguas, Nuevo León, mientras que la tumba de su padre puede ser visitada en este municipio en el panteón de Congregación Garza, 44 kilómetros al sur de Reynosa.   

Otras aportaciones para la construcción del edificio del mercado fueron obtenidas de otros ramos por la Tesorería Municipal. Con ese dinero se pagó el trabajo de albañilería, canalones, faroles y madera (cuartones y vigas) para la elaboración del techo, marcos y puertas.

Tradición arquitectónica

La tradición arquitectónica de cal y canto (sillares de caliche, ladrillos y cal) aparece en Reynosa desde la década de 1820.  Para la segunda parte del siglo XIX, las construcciones incluían techos altos con pilastras aparentes y cornisas escalonadas superiores, algunas veces rematadas con adornos denticulados. 

Los vanos incluían marcos de madera donde se les ponían puertas para cerrarlos.  Las construcciones no incluían ventanas ya que las propias puertas servían de ventilación para los cuartos. Se utilizaba la madera de sabino para los marcos y de mezquite para las puertas.  Durante la segunda parte del siglo XIX, los techos se construían con vigas de madera de pino del Misisipi traída de los Estados Unidos y los aplanados se hacían con mortero preparado con cal viva elaborada en la propia villa. 

La cal de las lomas de San Antonio fue comercializada y enviada a comunidades en el otro lado del río y a Matamoros durante ese siglo.

La ceremonia para la colocación de la primera piedra se llevó a cabo el 7 de septiembre de ese año de 1881. Este edificio, conocido como Mercado Público o Parián, fue inaugurado en el día del Aniversario LXXII de la Independencia Nacional, el 16 de septiembre de 1882.  En la junta previa, el cabildo nombró padrinos para el realce del evento a los señores Florencio Domínguez, Desiderio Rodríguez, Vicente Muguerza, Juan Domínguez, Gregorio Rodríguez y Ramón Cavazos.

A través del tiempo, el pequeño edificio del Parián ha tenido diferentes funciones, tanto comerciales como de servicio público. Se recuerda como carnicería, frutería, tienda de abarrotes, joyería, etc. Alguna vez su espacio se utilizó como salón de clase de la escuela Hidalgo. Ahí durante su estancia en Reynosa entre 1928 y 1933, el Dr. Luis Mazzotti Galindo organizó la primera clínica infantil para niños cuyos padres carecían de recursos económicos. Como un ícono del inicio del comercio, el antiguo edificio del Parián permanece en pie después de 140 años.

     Como dato curioso, la palabra Parián significa mercado chino en el idioma nacional filipino conocido como “tagalo”.  

En el zócalo de la ciudad de México existió un mercado bajo ese nombre, desde la segunda parte del siglo XVII hasta finales de la Independencia de México. Este era parte del comercio de la ruta de la seda de China que incluía a Manila, Acapulco, México, Veracruz y Sevilla. Por ese lugar se les nombró a los mercados de la provincia Parián.    

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Arco con moldura, vano clausurado que sirvió de entrada al edificio por el lado oriente, con la fecha de inauguración del edificio, 1882.

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Detalle del remate de cornisa denticulada de ladrillo.



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