Es la primera tormenta tropical que ha llegado a transformarse en huracán este año en la zona de México, Caribe y Centroamérica. Su nombre es Dora, genera vientos sostenidos de 140 kilómetros por hora y rachas de 165. A unos 300 kilómetros de distancia de la costa del Pacífico y con rumbo hacia el noroeste, por ahora, solo la isla de Socorro y la isla de San Benedicto, pertenecientes al Estado de Colima, se encuentran en alerta amarilla. Dora inaugura así una temporada de huracanes que se prevé ruda por la cantidad de ciclones que se esperan y por la intensidad de los mismos.
Pocos países realizan un pronóstico con el número de ciclones tropicales que se prevén para la temporada, pero México está entre ellos. Lo hacen "como una guía de la temporada, pero siempre con una nota de cautela", explica Alberto Hernández Unzón, coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Este año se espera que entre mayo y noviembre se formen 27 ciclones tropicales, cuyos nombres ya han sido asignados por la Organización Meteorológica Mundial: Arlène, Dora, Adrián, Fernanda, Don, Harvey… Más de la mitad de ellos (14) acabarían convirtiéndose en huracanes, alcanzando el mayor nivel de peligrosidad: los vientos sostenidos que generarían superarían los 119 kilómetros por hora. 10 de ellos están previstos en el océano Pacífico y otros cuatro en el Atlántico, según el SMN. No obstante, de los 27 solo se espera que entre 3 y 5 alcancen tierras mexicanas.
El coordinador general del organismo oficial afirma en entrevista con este diario que "muy probablemente" el pronóstico será revisado al alza. Para que se genere un ciclón es necesario que en los primeros 50 metros de la superficie marítima la temperatura del agua esté a 26 grados, por ello las altas temperaturas registradas en el océano Atlántico –"precisamente frente a las costas de Portugal y España", apunta Hernández Unzón– podrían provocar un mayor número de ciclones.
Los vientos alisios, aquellos que ayudaron a Cristóbal Colón a llegar a América y soplan de noreste a suroeste (en el hemisferio norte), son durante el verano la mecha necesaria para la formación de un ciclón.
La fuerza de este se mide por la velocidad de los vientos sostenidos, que giran en contra de las manecillas del reloj (en la mitad norte del planeta):
- Hasta 62 kilómetros por hora, el ciclón es considerado una depresión tropical.
- Hasta 118 kilómetros por hora, se le bautiza como tormenta tropical.
- Cuando supera los 119 kilómetros por hora, pasa a denominarse huracán, el que a su vez tiene cinco rangos, según la escala Saffir-Simpson.
Para el meteorólogo, Ángel Meulenert, profesor e investigador de la Universidad de Guadalajara, en el Estado de Jalisco, los pronósticos "no dicen nada. En 1992, por ejemplo, solo fue necesario un huracán, llamado Andrew, para generar tal cantidad de desastre y gastos". El promedio suele ser de 11, por lo que esta temporada, con una previsión de 14, es considerada muy activa.
La época de huracanes arranca el 1 de junio y se da por finaliza el 30 de noviembre, pero este año la tormenta tropical Arlène se adelantó formándose el 19 de abril. El experto de la Universidad de Guadalajara explica que no hay una relación clara con el aumento de la temperatura en el mundo. "De hecho, se ha estudiado que disminuiría el número de ciclones por la modificación de las corrientes marinas sufrirían por el cambio climático", apunta Meulenert.
Los nombres de los huracanes
Cuando un ciclón pasa a considerarse una tormenta tropical, este recibe un nombre. Para ello la Organización Meteorológica Mundial ha acordado tandas de nombres que se repiten cada seis años. Este 2017 se utilizará el catálogo de 2011. "No obstante, si el huracán ha sido muy devastador, como fue el caso de Patricia, se retira y se propone otro", detalla el meteorólogo Meulenert. Se definen nombres de la A a la Z y se intercalan en tres idiomas: inglés, francés y español. "Nunca ha llegado a consumirse la lista excepto en 2005", recuerda Meulenert. En este caso se continúa con el alfabeto griego...
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