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Dispersión y exterminio de los últimos indígenas karankawa y tampacuas

Los indígenas explicaron que estando en el rancho el Rosario una partida de mexicanos e indios tampacuaces, sorprendieron al encargado don Andrés Henríquez quitándole al reo Leonardo Villarán. Esto lo hicieron a mano armada y tirando tiros ya avanzada la noche. Entre los asaltantes reconocieron algunos de ellos que pusieron en la lista

Cronista Municipal de Reynosa

Mapa moderno de la sección del río Bravo donde vivieron los últimos reductos de los indios karankawa y tampacuas.Dispersión y exterminio de los últimos indígenas karankawa y tampacuas

-Cuarta y última parte-

Por un expediente de 1856 que se encuentra en la Sección de Juzgados del Archivo Histórico de Reynosa (AHR) conocemos sobre la presencia de los indios tampacuas y karankawa en la parte baja del río Bravo, en las inmediaciones de los límites jurisdiccionales entre Reynosa y Matamoros de ese entonces. Este lugar se encuentra actualmente entre los actuales Puentes Internacionales Progreso-Nuevo Progreso y Lucio Blanco-Los Indios. 

    Por este expediente conocemos que en la noche del jueves 1º de mayo de 1856, una partida de hombres armados organizados en la izquierda (en lado de Texas) del río Bravo habían asaltado al Encargado de Justicia de San Rafael del Rosario, don Andrés Henríquez. Decían que el grupo de asaltantes estaba compuesto de 16 hombres, entre mexicanos e indios de la etnia tampacuas o compacuas. Estos habían cruzado el río con el objeto de arrebatarle al Encargado el reo Leonardo Villarán. 

    El prisionero en ese momento era remitido al Juzgado de la villa de Reynosa, acusado por robo de caballos. En ese tiempo existían dos ranchos conocidos en ambos lados del río Bravo con el nombre del Rosario, en Texas y Tamaulipas. En Texas, en ese rancho tenía su hogar Thaddeus Rhodes, un americano asociado en algunos documentos del Archivo Histórico de Reynosa (AHR) con el abigeato en el noreste de México. El norteamericano tenía que ver con el origen del Condado de Hidalgo y era conocido por los mexicanos simplemente como Teodoro “El Colorado.”

    Su rancho se convirtió después en la actual comunidad del Relámpago, por la Carretera Militar en Texas.  Por el lado de México, el poblado del Rosario todavía existe a unos cuantos kilómetros al oriente del actual Puente Internacional de Nuevo Progreso. El Rosario fue el primer rancho que se estableció río abajo hacia la costa, después del primer repartimiento de las Porciones de tierras en la jurisdicción de Reynosa en 1767 y 1768. 

    La encargatura de don Andrés Henríquez estaba dentro de la antigua jurisdicción de Reynosa. La región era patrullada por el “Escuadrón de Rifleros del Bravo,” bajo el mando del Comandante Militar, don José María Cavazos. Era precisamente ahí donde proliferaban los bandidos que continuamente cruzaban caballos y ganado robado hacia el lado americano.

Los testigos karankawa

En San Rafael del Rosario todavía coexistía el último reducto de la etnia indígena karankawa (tarancaguases o carancagua). Estos eran los refugiados de la costa central de Texas, desplazados por la población anglosajona que habían ocupado ese territorio a mediados del siglo XIX.  Como se mencionó en las notas anteriores, estos indios costeros vivían en esa sección de la jurisdicción de Reynosa desde los primeros años de la década de 1850.

    Durante la noche del 1º de mayo, el capitán de los karankawa y otro de la misma etnia habían presenciado el asalto a San Rafael del Rosario. Por ellos se descubrió que en la agresión habían participado los mexicanos José María Zamora, Andrés Cantú, Juan de León, Desiderio Perales, Francisco López y los indígenas de la etnia tampacuas Jesús Cavazos, Marcelino Ramírez, Ricardo y Antonio Camacho, Francisco García (coyote) y Manuel Cano. Otro testigo mencionó después que había participado también un Ildefonso Cano.

    El día 5 de mayo en el rancho San Antonio (de los Olmos), el Comandante Militar dispuso que el capitán Leonardo Espinosa con cuatro hombres del Escuadrón de Rifleros, acompañados por los ciudadanos Pedro Villarreal, Isidro Toro y Nazario Ibarra, pasaran a la Palma a detener a José Zamora, para que lo llevaran ante su presencia.  San Antonio de los Olmos se encontraba al poniente del actual cruce Internacional de Progreso-Nuevo Progreso, mientras que La Palma se encontraba en la antigua colindancia de Reynosa y Matamoros. La Palma pertenecía a Matamoros.

    El grupo no solo aprehendió a Zamora, sino que se llevó a Marcos Ballí, quién lo acompañaba. Los dos fueron interrogados ese mismo día a las cuatro de la tarde en San Antonio. Dos días después, el 7 de mayo de 1856, el Comandante José María Cavazos envió a José María Zamora y a Marcos Ballí desde San Lorenzo (de la Mesa), custodiados por cuatro soldados y un cabo, bajo las órdenes del alférez don Gabriel Vargas. Los custodios llevaban el acta de los hechos y a los dos indios karankawa, los testigos presenciales.

   San Lorenzo estaba en la orilla del río Bravo al oriente de la villa, en lo que es hoy día Nuevo Progreso, en el municipio de Río Bravo, Tamaulipas.

Las declaraciones en Reynosa

El 8 de mayo de 1856, el Acalde 1º Constitucional de Reynosa, Domingo Martínez, recibió el oficio del Comandante Cavazos; admitió a los dos acusados de los hechos en el Rosario y a los dos testigos indígenas que habían observado el asalto la noche del jueves. 

    El Alcalde interrogó primero a los dos carancaguas, al capitán Antonio Alderete y a Jesús Pavo. Tanto Alderete como Pavo eran naturales de la misión Nuestra Señora del Refugio, ambos tenían 25 años de edad. Esta misión se movió a diferentes sitios a finales del siglo XVIII y principios del XIX; el último lugar en donde estuvo fue en lo que es ahora Refugio, Texas.    

    Los indígenas explicaron que estando en el rancho el Rosario una partida de mexicanos e indios tampacuaces, sorprendieron al encargado don Andrés Henríquez quitándole al reo Leonardo Villarán. Esto lo hicieron a mano armada y tirando tiros ya avanzada la noche. Entre los asaltantes reconocieron algunos de ellos que pusieron en la lista.

    El Alcalde continuó con el proceso interrogando al inculpado, José María Zamora, quién era un comerciante de víveres. Éste compraba caballos que vendía en Texas, tenía entre 21 a 25 años de edad y era originario de Reynosa y vecino de Texas. 

    El día de los hechos en el Rosario, el acusado contó que se encontraba entre ocho y nueve leguas del río Bravo, en el paraje Piedritas en Texas. Ahí cuidaba su caballada acompañado de José Mora. En la noche como a las ocho o nueve de la noche Zamora se recogió en su casa en el Rosario, Texas, en el mismo lugar que servía de habitación al americano Teodoro (Thaddeus Rhodes). 

    Éste último, José María Guzmán e Ildefonso Cano decían que lo vieron entrar en la casa mencionada. Esto también lo podía corroborar Juan Guzmán y don Nepomuceno Cavazos, vecinos de dicho rancho. Zamora mencionó que fue hasta el viernes por la tarde que escuchó sobre el asalto en una conversación en Texas. 

    Todos los personajes que se mencionaban en la lista de los testigos indígenas habitaban en el Rosario, Texas. Sobre ellos, Zamora indicó que la mayor parte los vio en el Rosario. Declaró que nadie se ocupó en nada debido a que era ya de noche y a esa hora todos se entregaban al descanso. Ignoraba si estos hubiesen venido al Rosario de México ese jueves.    

    El otro inculpado, Marcos Ballí, era un jornalero que tenía 27 años de edad, originario de Matamoros con residencia en la Palma.  Todo el día jueves 1º, estuvo en su casa en ese rancho; escuchó la noticia del asalto hasta el día siguiente, difundida por el hijo de Gregorio García.  

    El día 5 de mayo de 1856, circunstancialmente viajaba desde el rancho del Rosario en Texas al rancho la Palma, al mismo tiempo que Zamora. Razón por lo que lo acompañó desde las ocho de la mañana. También salieron con el americano Teodoro y otro individuo hasta el rancho el Esterito en Texas. 

    Ballí mencionó que Zamora traía el negocio de ver a su novia y a un hermano de ésta, recién llegado de Texas.  La conversación durante el viaje roló sobre el matrimonio con la muchacha. Ballí sabía sobre la fama de su acompañante como ladrón de caballos, pero no podía confirmarlo con toda seguridad. 

Otros testigos

Entre el 14 y 16 de mayo, el Encargado del Rosario envió a los testigos Juan Villarreal Cantú, Hilario Zamora y Antonio Villarreal al Juzgado de Reynosa, todos naturales de la villa y de entre 60 y 29 años de edad.  Los tres proporcionaron información de oídas sobre el asalto.  Indicaron que Zamora tenía dos años que se había pasado a la izquierda del Bravo.  

    Expresaron que mientras que Zamora vivió del lado de México fue hombre de bien, inclusive que fue Encargado de Justicia por unos meses. Los tres testigos mencionaron que de oídas sabían que éste compraba bestias robadas, pero que eso no lo sabían a ciencia cierta.  

    El 16 de mayo de 1856, el Alcalde 2º y Juez de 1ª Instancia en Reynosa, Domingo Martínez, envió el expediente al Lic. Diego Castillo Montero en Matamoros, para que revisara el caso. Éste asesor examinó minuciosamente las declaraciones de los testigos y encontró que ninguna de ellas producía mérito suficiente para declarar presos a los detenidos. Los datos que aportaban eran simples presunciones vagas y opinaba que se pusieran en libertad a los dos individuos. 

    En mayo 27 de 1856, el Juzgado de 1ª Instancia decretó la absoluta libertad a los detenidos.  Mientras, el Comandante de los Rifleros del Bravo se encontraba para entonces en persecución de ladrones por la parte de abajo de la jurisdicción de Reynosa.  

    No sabemos si el exterminio del grupo karankawa estuvo relacionado con los hechos de este expediente. De acuerdo con la Comisión Pesquisidora de 1873, el Juez del Rosario reportó que los karankawa habían sido perseguidos y se habían cruzado el río Bravo para Texas por la Uresteña. Los indios de esta etnia habían robado caballos y causado otros atentados en el lado de México.

    Esta Comisión hacía referencia sobre un documento del AHR fechado el 26 de octubre de 1858, cuando el Juez había pedido ayuda para combatirlos a las autoridades del Rosario y el Bañón en Texas. Se decía que los últimos karankawa fueron atacados y exterminados en su escondite en Texas por rancheros, liderados por Juan Nepomuceno Cortina. No se sabe si los indios tampacuas hayan participado en el ataque.

    Fue hasta 1886 que, el suizo Albert S. Gatschet, del Buró de Etnología Americana, recabó los vocabularios de los últimos parlantes del comecrudo y cotoname en las Prietas, el antiguo sitio de la misión San Joaquín del Monte. Muchos datos que utilizó en su trabajo sobre los karankawa provenían de los datos recabados por la Comisión Pesquisidora y que vio aquí en el Archivo Municipal de Reynosa. De acuerdo con sus informantes indígenas en las Prietas, los tampacuases se “habían acabado toditos”.  Le dijeron que estos indios no hablaban el comecrudo.

   Ésta era la lengua dominante de los grupos nativos que vivieron desde Laredo hasta la desembocadura del río. El nombre tampacuas provenía de este lenguaje (tom pakawai) que significa indios tatuados.   Según Gatschet, karankawa también es una palabra derivada del comecrudo, que significaba amantes de perros o criadores de perros.

El etnólogo suizo, Albert S. Gatschet, registró las últimas palabras de los idiomas comecrudo y cotoname de los últimos nativos del río Bravo.

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El norteamericano Thaddeus Rhodes fue propietario del Rosario, Texas, donde pernoctaban los indios tampacuas de esta historia. Participó en la creación del Condado de Hidalgo, Texas.



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