Difícil y anecdótica la vida de los regadores
Sin la aplicación de los riegos agrícolas fuera imposible que el norte de Tamaulipas fuera el principal productor de maíz amarillo en el país, lo que genera extraordinarios ingresos y es el sustento de miles de familias que se benefician directa o indirectamente.
JORNALEROS. Aunque es una tarea difícil que requiere de atención permanente, regadores como Joaquín Hernández y Luis Ángel González, la realizan eficientemente.
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Los regadores son pieza fundamental para que se logren tan elevada producción en esta comarca ribereña, son los encargados de recibir y distribuir en agua, para asegurar buenos rendimientos.
Trabajando turnos de 24 horas, en ocasiones algunos tardan días en ir a su casa porque deben de cuidar que el agua corra eficientemente y cambiar las llamadas “paipas” cuando el vital elemento haya llegado al otro extremo del cultivo.
Joaquín Hernández Peña y Luis Ángel González, se dedican a las labores agrícolas y a irrigar las tierras desde pequeños, pues aprendieron el oficio de sus padres.
Actualmente están regando unas parcelas en el rancho “Los Fresnos”, en donde dicen que todas las noches y al amanecer, son sorprendidos por fuertes rugidos de leones, que se encuentran en cautiverio en un zoológico cercano.
“Primero si nos asustamos un poco, pero ya nos estamos acostumbrando porque sabemos que están encerrados, pero a veces no deja uno de sentir escalofríos”, comentó Joaquín Hernández.
Trabajar en el campo día y noche, como lo hacen durante los riegos agrícolas, conlleva a otras aventuras y riesgos, pues es común que se encuentren con alguna víbora de cascabel y la víbora de uña, como le dices a las serpientes negras, que aunque dicen que estas últimas no atacan a las personas, no dejan de ser venenosas.
“De repente salen elicantes, que son víboras muy ligeras que de desplazan por entre los maizales, y nos sacan cada susto”, dijo por su parte Luis Ángel González.
Los regadores, en ocasiones también se exponen a los ataques de jabalíes, principalmente cuando las madres caminan acompañadas de sus crías, por entre los maizales, que para esos agresivos animales, es un suculento alimento.
Alacranes y arañas, son otros de los peligros a los que se enfrentan esos trabajadores agrícolas, muchos de los cuales aprovechan el agua para bañarse, refrescarse e incluso lavar la ropa.
“Es una actividad muy bonita, porque ya estamos acostumbrados y nos gusta trabajar en la noche, aunque a veces los zancudos no nos dejan en paz”, precisó Hernández Peña.
También han tenido encuentros con coyotes, mapaches, tejones, libres y conejos.
“De vez en cuando llegan pescados de buen tamaño hasta los canales de riegos y los convertimos en alimento, lo mismo que a otros animales que son comestibles”, indicó el regador.
Señalaron que cuando les toca regar en las márgenes del río “Bravo”, se pueden ver otros animales que cruzan el cauce a territorio nacional, como enormes marranos que han crecido en estado salvaje, ardillas, además de jabalíes, y aunque rara vez, venados que al notar la presencia humana generalmente se retornan a lado americano.
