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Sin miedo al agua

La paciencia es clave tanto para los menores como para los padres

Un nadador infantil disfrutará más de este deporte si lo invitas a esa aventura a temprana edad; incluso puedes llevarlo desde los tres meses.

Sin miedo al agua

Debes saber que los primeros contactos de los menores de edad con la piscina pueden llegar a ser poco placenteros, pero se requiere trabajo y paciencia.

“Todos los niños tienen que pasar un proceso. Todos lloran la primera vez, pero algunos ya en la segunda clase se les olvida y están felices”, explica la entrenadora Carmen López.

“Lo disfrutan, y algo básico es eso, que lo disfruten, que los papás dejen a los niños. Eso les ayudará a que no tengan temor al agua, que es algo que vemos muy común. Los papás, principalmente las mamás, pues, son las que vienen a verlos. Se preocupan mucho, los quieren sacar de inmediato. Hay que dejarlos, es un proceso, y eso ayudará que en pocos meses sus pequeños logren cosas que jamás imaginaron, como ver a un niño de un año y medio sumergirse y nadar varios metros”.

Una pregunta recurrente entre los padres de familia es “¿A qué edad puedo empezar a llevar a clases a mi hijo?”, en muchas escuelas de natación empiezan a recibir desde los 6 años, pero en algunos otros centros, desde los 3 meses.

Entre los beneficios de la natación es que al ser un ejercicio cardiovascular, mejora la condición física general, en especial el corazón y los pulmones.

Esto fortalece su sistema de defensa, lo que a su vez aumenta la resistencia a enfermedades leves como los resfriados. Además, ayuda aprevenir la aparición de otras enfermedades, al evitar el sedentarismo y reducir el riesgo de obesidad.

También aprender a nadar en edades tempranas puede ayudar a mejorar y acelerar el desarrollo cognitivo de los menores, entre otros beneficios.

GANANCIAS

Nadar tiene múltiples beneficios para tus hijos:

 Relajación. Estar en el agua hace gastar el doble de energía que otras actividades. 

 Desarrollo sicomotor. Comienza a tener nociones de espacio y distancia.

 Mejora el rendimiento muscular. El nado favorece la movilidad y la rapidez.

 Fortalecimiento de pulmones. El agua exige un mayor rendimiento a nivel de respiración.

 Fortalece apego con los padres. Se crea un vínculo mayor de confianza, pues el niño depende del adulto para estar seguro en el agua.

 Sociabiliza. Al tratarse de una actividad con más personas, aprende a interactuar con su entorno.

 Mejora el apetito. Luego de un baño en la piscina, el hambre no se hace esperar.



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