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De EU exprisioneros de guerra regresan a Japón

Nueve exsoldados estadounidenses que fueron prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial estuvieron el lunes en Japón para volver a visitar algunos lugares donde estuvieron retenidos hace siete décadas y relatar sus recuerdos.

Yokohama, Japón

MISA. Al frente de sus compañeros, exprisioneros de guerra, los norteamericanos William Hiward Chittenden, Carl Dyer y Joseph Demott, durante la ceremonia en el Cementerio de Guerra de la Comunidad en Yokohama, cerca de Tokio.De EU exprisioneros de guerra regresan a Japón

Al conmemorar el 70mo aniversario del final de la guerra, el énfasis estuvo en la reconciliación.

George Rogers, de Lynchburg, Virginia, dijo que no tiene resentimientos. Ahora de 96 años, fue tomado cautivo por los japoneses luego de sobrevivir la infame Marcha de la Muerte de Bataán en abril de 1942 y forzado a trabajar en la planta de acero de Yawata, en el sur de Japón, conocida hoy como Nippon Steel & Sumitomo Metal Corp.

Durante sus casi tres años y medio de cautiverio, Rogers recibió raciones escasas de comida y algunas veces fue golpeado.

Dijo que él tuvo suerte de sobrevivir, pero que no alberga “resentimientos” hacia sus captores.

“Así como nosotros sólo hacíamos lo que nos ordenaban en lo que se refiere al ejército, sus hombres (los japoneses) hacían lo mismo. Les dijeron que lo hicieran y lo hicieron”, declaró.

Un mes después de que Japón se rindió el 15 de agosto de 1945, Rogers regresó a Estados Unidos en un estado famélico, pesando sólo 38 kilogramos (85 libras) a pesar de su estatura de 1,89 metros (seis pies y tres pulgadas). Su doctor le dijo —entonces tenía 26 años— que no parecía que fuera a pasar de los 45 o 50 años de vida, ni a conservar sus dientes ni que fuera tener a hijos.

Rogers aún tiene su dentadura y tiene cinco hijos. Uno de ellos, Jeffrey, lo acompañó en su viaje a Japón.

“No me dieron ninguna comida, y no recibía mucha agua cuando la necesité, pero aparte de eso, fue un largo viaje, muy lejano”, manifestó.

Su esperanza de volver a visitar la planta de acero no fue atendida. La planta de Yawata fue elegida como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Durante la Marcha de la Muerte de Bataán, miles de prisioneros fueron forzados a caminar más de 97 kilómetros (60 millas) bajo condiciones extremas y sofocantes, mientras eran maltratados por sus captores. Muchos murieron.

Alrededor de 132.000 miembros de las fuerzas aliadas fueron tomados como prisioneros a lo largo y ancho de Asia durante la Segunda Guerra Mundial, incluidos más de 30.000 en Japón, dicen los historiadores, quienes indican que de ese total, 35.800 o casi un tercio de ellos, murieron en cautiverio, a una frecuencia varias veces más alta que la de prisioneros retenidos por Alemania e Italia.



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