Cumplieron y se extinguieron
* Las academias comerciales de prestigio sólo fueron cuatro * La enseñanza de la computación y las universidades privadas provocaron el declive de las academias * La mayoría de las carreras de academia desaparecieron, pero otras se transformaronCuando no se contaba con universidades y la población no superaba los 200 mil habitantes, Reynosa vivió el auge de las academias comerciales, mismas que ofrecían exclusivamente "carreras cortas" que preparaban para el trabajo a los hijos del obrero, el campesino, el jornalero, las amas de casa.
Al iniciar la década de los cincuenta del siglo pasado no existían universidades privadas ni tampoco la UAT, por lo que las opciones para estudiar eran limitadas, además de que la ciudad tampoco requería de muchos profesionistas médicos, abogados, arquitectos o ingenieros.Las carreras técnicas o cortas llenaron ese hueco educativo y por muchos años permanecieron como la mejor opción para aquellos que no podían costearse cambiar de lugar de residencia, para estudiar.José Luis Sánchez Pérez, quien fue director-propietario del Instituto Comercial Reynosa, relata que este plantel fue fundado por su padre José H. Sánchez (QEPD), en el año 1951 y permaneció abierto hasta 1998 cuando por incosteabilidad cerró definitivamente.Menciona que la Academia Comercial Reynosa, cuya primera ubicación fue en calle Porfirio Díaz con Allende, en una propiedad de la familia Guevara, ofrecía cuatro de las llamadas carreras cortas, siendo éstas Contador Privado (tres años), Secretaria (tres años), Taquimecanografía (dos años), y Auxiliar de Contador (un año).Las carreras cortas estaban disponibles en dos horarios, el matutino de 8:00 a 14:00 horas, y el nocturno de 17:00 a 22:00 horas, y entre los dos la Academia Comercial Reynosa atendía un promedio de 300 alumnos.Para ingresar dijo, era necesario haber concluido la escuela secundaria, y en ocasiones solo la primaria, aunque en este caso la opción que había era ingresar a la carrera de tres años."A quienes atendían carreras cortas se les recomendaba tomarlas como escalón, para que al concluir el estudio y ya trabajando pudieran ingresar a carreras superiores", recuerda.El entrevistado expone que por años en el centro de la ciudad, convivían muchas academias comerciales, pero las únicas que contaban con prestigio y estudios con reconocimiento de validez oficial era la Reynosa (Calle Guadalupe Victoria), Hidalgo (calle Bravo), Antonio J. Repizo (operó en varias ubicaciones hasta quedar en calle Escobedo), y la José de Escandón (colonia Longoria), y para mujeres había una, la Academia de Corte y Confección Julieta.El resto asegura, eran escuelas "patito" que nacían al calor de la moda, pero desaparecían al poco tiempo cuando sus fundadores se daban cuenta que para dedicarse a la educación en aquella época, se necesitaba más que dinero: se requería vocación.Expone que las academias cumplieron en su tiempo una importante función, porque en la década de los cincuenta, sesenta y parte de los setenta, cuando el muchacho concluía la secundaria había solo dos opciones: ingresar a la academia comercial o irse a estudiar la universidad fuera de Reynosa,siendo los destinos más socorridos Monterrey o la Ciudad de México.Subraya que las escuelas de computación, que enseñaban un "oficio moderno", así como la aparición de las primeras universidades privadas, marcaron el inicio del declive de las academias, las cuales con el tiempo ya no pudieron sostenerse y desaparecieron, a excepción de la Repizo, que transformada y con otra orientación educativa todavía funciona en la Zona Centro.En el caso de su academia, señala que en los últimos años él tuvo que ejercer de director, profesor, conserje, intendente y lo que se tuviera que hacer, pues al disminuir el número de alumnos ya no pudo pagarse a todo el personal, hasta que finalmente llegó el año 1998 cuando la situación se volvió insostenible y tuvo que cerrar la escuela."Mucha gente dice que cerrar la academia fue un error, porque este tipo de escuelas contribuían mucho a evitar el fenómeno de los "Ninis" (muchachos que no estudian ni trabajan), pero la verdad es que mantenerla funcionando requería mucho trabajo y el ingreso cada vez fue menor", expone.DEJA TU COMENTARIO
