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CUBA sin Fidel; Deja un legado imborrable

El fallecimiento del fundador de la Revolución cubana cierra un capítulo de la historia de América Latina

La Habana, Cuba

CUBA sin Fidel; Deja un legado imborrable

Estaba previsto que los restos de Castro fueran incinerados ayer. El Gobierno ha declarado nueve días de luto. Mañana y pasado tendrán lugar actos de homenaje en La Habana y el miércoles comenzará el traslado de sus cenizas en una procesión que atravesará la isla hasta llegar a Santiago de Cuba, donde se le dará sepultura en el cementerio donde reposa José Martí, el héroe de la Guerra de Independencia de España, del que Castro se consideraba continuador natural.

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CONVERSAN. Fidel Castro y el Che Guevara.

Las calles de La Habana estaban ayer por la mañana particularmente tranquilas y vacías, según relataba el diario digital cubano 14 y medio. Sin revendedores de cigarros, niños correteando o gente haciendo cola para el periódico. Leticia Rodríguez, de 55 años y dueña de un hostal privado, explicaba por teléfono que la muerte de Castro está en las conversaciones de todos: “Es lo único de lo que se habla. Hasta los detractores están conmovidos. Pero todo tranquilo, esperando a que lleguen las honras fúnebres”. Algunos estudiantes de la Universidad de La Habana se reunieron en la escalinata del centro docente para rendir homenaje a Castro en el lugar donde dijo que se había hecho revolucionario, según informa Efe. “Perdimos a nuestro líder histórico, uno de los pilares de Latinoamérica y el Caribe”, comentaba allí Nelson Ayala.

Con Fidel Castro se evapora el último aliento de la Guerra Fría. Se va el socio de la Unión Soviética que colocó con Moscú misiles nucleares apuntando a Estados Unidos, el líder que repelió la invasión de Bahía de Cochinos auspiciada por la CIA montado en un tanque con gafas de intelectual, el propagador de revoluciones que llevó a miles de cubanos a matar y morir bajo el sol de África, el titán geopolítico que aguantó el pulso a 11 inquilinos del Despacho Oval.

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DIALOGANDO. Fidel Castro, tercero por la izquierda, conversa con un grupo de guerrilleros en Sierra Maestra, en una fecha indeterminada.

Cuba despide al dirigente que la condujo a tocar los extremos de la experiencia humana siempre en proporciones desmesuradas para lo que pudiera esperar una isla de 11 millones de habitantes. De la gloria soberanista del triunfo de la Revolución a la miseria del Periodo Especial, los años del hambre causados por la desintegración de la URSS y en el que aún hoy hunde sus raíces la carestía cubana.

Raúl Castro, mano derecha de Fidel desde los días de los combates en la sierra contra los soldados del militar golpista Fulgencio Batista, seguirá como presidente hasta 2018 y ese año dejará sus cargos, según ha prometido, aunque seguirá siendo secretario general del Partido Comunista de Cuba hasta 2021. Si la salud lo acompaña, guiará el proceso de apertura hasta entonces. Para la sucesión presidencial asoma la figura del vicepresidente Miguel Díaz-Canel, exministro de Educación con reputación de hombre moderado del aparato.

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DIALOGANDO. Fidel Castro, tercero por la izquierda, conversa con un grupo de guerrilleros en Sierra Maestra, en una fecha indeterminada.

 El futuro del deshielo

La incógnita es cómo evolucionará la relación con Estados Unidos cuando llegue en enero Trump, que ha dicho —aunque sus declaraciones se toman con pinzas— que tumbará la política del presidente saliente para volver al viejo esquema: exigir a La Habana la restitución plena de las libertades políticas para tener relaciones bilaterales. La inercia que ha cogido el rumbo lanzado por Obama, los intereses empresariales de compañías de Estados Unidos y la opinión pública favorable a la normalización entre los americanos podrían contener el plan de demolición de Trump.

Entre las élites conservadoras del poder cubano seguirá oyéndose el eco antiyanqui de la voz de Fidel Castro. Todavía el último año sacó fuerzas de flaqueza para escribir un artículo en el que unos días después de la visita de Barack Obama, a quien Raúl Castro había levantado la mano ante los medios como un púgil que se hermana con el otro tras el combate, puso en negro sobre blanco su beligerancia eterna ante Washington: “No necesitamos que el imperio nos regale nada”. Sean como sean las nuevas relaciones bilaterales, en la cúpula siempre se tendrá a mano la fórmula clásica. En caso de duda, Fidel Castro.

En su última aparición ante el congreso del Partido Comunista de Cuba, el pasado abril, el fundador de la Revolución cubana se despidió del pueblo que tuteló a su medida: “Pronto seré ya como todos los demás, a todos nos llegará nuestro turno”. “Pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos”. La huella de Fidel Castro será imborrable en Cuba y con seguridad su figura seguirá siendo por décadas fuente de debates a fuego vivo. Pero el comandante en jefe ha muerto y Cuba se encuentra, ya, definitivamente de frente ante el siglo XXI.

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