Critica Trump a alcalde de Londres por su “patética excusa” tras atentado terrorista
El presidente enmienda a su propio Gobierno y exige “una versión mucho más dura” del veto migratorio
Los atentados de Londres han propiciado el retorno de una de las señas de identidad de la campaña electoral de Donald Trump: buscar réditos políticos en ataques terroristas en el extranjero. Desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, Trump se había resistido a hacerlo, pero, tras los atentados del sábado en la capital británica, ha hecho un alegato de su veto migratorio a seis países musulmanes —que está paralizado por la justicia— y ha arremetido contra el alcalde londinense. Los mensajes, en Twitter, pueden poner en aprietos al republicano.
La reacción inicial de Trump tras los atentados de la noche del sábado en Londres, en que murieron siete personas, fue la habitual de un presidente estadounidense: condenó los hechos y manifestó su solidaridad con el pueblo británico.
Pero Trump tardó poco en volver a exhibir por qué es un mandatario incomparable con sus predecesores al que le cuesta controlar sus impulsos y al que parece asustarle muy poco inmiscuirse en asuntos de otros países: inició una cascada de mensajes en Twitter sobre la necesidad de endurecer la entrada de musulmanes a EE UU y los peligros del yihadismo, y contra el alcalde de Londres, Sadiq Khan, el primer edil musulmán de una gran ciudad de Europa Occidental.
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Lejos de amedrentarse, Trump redobló este lunes su ofensiva contra Khan. “Patética excusa del alcalde de Londres Sadiq Khan que tenía que pensar rápido en su declaración de que ‘no había razones para estar alarmado’. ¡Los MSM [acrónimo de medios de comunicación masivos] están trabajando duro en venderla!”, escribió.
La polémica se origina en un mensaje de Trump el domingo: “Al menos siete muertos y 48 heridos en ataque terrorista y el alcalde de Londres dice que ‘¡no hay razón para estar alarmados!'”.
Los portavoces de Khan, del Partido Laborista, acusaron a Trump de malinterpretar un comunicado del alcalde, en que condenaba el ataque e informaba de que se extremaría la vigilancia. “No hay razón para estar alarmado. Una de las cosas que la policía y todos nosotros tenemos que hacer es garantizar de que estemos lo más seguros posibles”, afirmaba Khan. Trump, con un largo historial de afirmaciones falsas, decidió obviar ese contexto al escribir su mensaje en Twitter.
La Casa Blanca negó que Trump se haya embarcado en una “pelea” con Kahn y enmarcó sus mensajes en su defensa de endurecer la seguridad ante la amenaza yihadista. Pero, poco antes de volver a atacar al alcalde, el presidente dio una nueva muestra de su heterodoxia política al criticar a su propio Gobierno.
ESCALADA DE LA TENSIÓN CON REINO UNIDO
La tensión entre Donald Trump y Sadiq Kahn no es nueva. El alcalde, que asumió el cargo en mayo de 2016, criticó el año pasado la propuesta del candidato republicano de vetar temporalmente, alegando motivos de seguridad, la entrada a EE UU de todos los extranjeros musulmanes. “La ignorante visión del islam de Trump nos hace menos seguros, contribuye a alienar a los musulmanes y juega a favor de los extremistas”, declaró entonces.
Es el enésimo choque en pocas semanas entre el Gobierno de Trump y Reino Unido. Londres se quejó a Washington tras filtrarse a la prensa estadounidense datos de la investigación al atentado de Manchester. Y también criticó a la Casa Blanca por acusar, sin pruebas, de que los servicios de inteligencia británicos podrían haber espiado a Trump.
“El Departamento de Justicia debería haberse quedado con el veto migratorio original, no la versión suavizada y políticamente correcta que mandaron al Tribunal Supremo”, escribió Trump. Se refirió al hecho de que Justicia pidió la semana pasada al Supremo que revise la constitucionalidad del segundo decreto migratorio no del primero, que era más severo. El presidente también instó a sus abogados a solicitar una audiencia rápida sobre el segundo decreto en el Supremo para poder impulsar una “versión mucho más dura”.
Pero esos mensajes pueden ser usados en su contra en las deliberaciones en el Alto Tribunal que definirá la suerte de su veto migratorio. Trump hizo de la islamofobia una enseña de su campaña, pero una vez en la Casa Blanca ha chocado con la realidad: los tribunales han frenado sus intenciones al considerar que su retórica antimusulmana como candidato es prueba suficiente de que sus vetos respondían más a una finalidad de discriminación religiosa, que es inconstitucional, que a un intento de reforzar la seguridad de EE UU.
En su primera semana como presidente, a finales de enero, Trump firmó con pompa un decreto que prohibía la entrada de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (Irak, Irán, Somalia, Yemen, Libia, Siria y Sudán) durante 90 días y suspendía el programa de acogida de refugiados durante 120 días (para los ciudadanos sirios de forma indefinida).
La implementación del veto fue caótica sin que los agentes fronterizos supieran exactamente a quién afectaba. En su primera semana en vigor, un tribunal lo suspendió y las restricciones se levantaron.
Trump firmó en marzo, en un acto a puerta cerrada, un nuevo decreto más suavizado —excluía a Irak y eliminaba el veto indefinido a refugiados sirios— para tratar de sortear los indicios de inconstitucionalidad por discriminación religiosa que señalaron los tribunales. Pero un día antes de entrar en vigor, fue suspendido de nuevo por la justicia federal. Ahora, Trump parece arrepentirse de esa estrategia.