Reynosa

1829 El viaje de Béxar a Laredo y las Villas del Norte de Jean Louis Berlandier

  • Por: Martín Salinas Cronista Municipal de Reynosa
  • 04 / Febrero / 2018 -
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1829 El viaje de Béxar a Laredo y las Villas del Norte de Jean Louis Berlandier

Mapa del trayecto recorrido por la Comisión de Límites entre Laredo y Revilla en 1829.

El 14 de julio de 1829, los expedicionarios de la Comisión de Límites dejaron el Presidio de Béxar (San Antonio) en Texas hacia el de Laredo, luego de haber demorado el viaje por las continuas lluvias que eran inusuales para esa época del año. Tenían órdenes del General Mier y Terán de marchar hasta Matamoros, lugar que se convertiría en la cede de operaciones de dicha Comisión. De Laredo pasaron por las villas a lo largo del río Bravo, llegando a su destino después de 39 días de viaje. 

El botánico Berlandier explicaba que, en tiempo de conflicto, los alimentos eran traídos en convoyes escoltados por soldados desde el río Bravo hasta Béxar; que alguna vez en tiempo de la Corona Española, la miseria fue tanto en ese Presidio que uno de los gobernadores envió tropas a buscar maíz entre los grupos indígenas de los waco, tawakoni, taovaya, quienes estaban casualmente en paz. 

Además del conflicto continuo con los indios, dos razones causaban la miseria en estas tierras fértiles: la apatía de los pobladores y lo húmedo del clima. Los pobladores preferían sembrar de temporal en tierras fértiles que no necesitaban mucho trabajo, pero estaban apartadas del poblado, exponiéndolos al peligro de los ataques indígenas. Aunque el terreno se prestaba, los pobladores no utilizaban los sistemas de irrigación, debido a su laborioso cuidado. Otro de los factores era la humedad en el entorno, que no permitía guardar las cosechas por mucho tiempo, de un año a otro. 

Después de viajar por 14 días la expedición llegó a Laredo, había cruzado los ríos Medina, Frío y Nueces. Mientras que los primeros dos ríos llevaban poca agua durante el año, en el Nueces siempre corría agua todo el tiempo. Esta vez cruzaron por el famoso lugar nombrado Paso de Barbacoa, utilizado por los comanches en sus depredaciones a Laredo desde 1826. 

Berlandier menciona que un viajero sin provisiones encuentra una serie de alimentos que puede utilizar para sobrevivir en esos entornos: la tuna, el nopal, una especie de tortuga terrestre, chapote negro, cápsulas de la yuca, etc. Con armas de fuego podían cazar venados, guajolotes, liebres, conejos, caballos y ganado vacuno salvaje. También el viajero podía pescar bagre de buen tamaño en los ríos. El botánico da una extensa explicación sobre la fiebre que causaba al viajero cuando ingería la fruta (tuna) del nopal por primera vez, ocasionándole dolor de cabeza, vómito y diarrea en unas cuantas horas. 

Laredo

El francés describe el presidio como uno de los más deprimentes de las Provincias Internas de Oriente. En esas tierras planas de poca altura, lejos de las cordilleras, no se encontraba jamás la belleza y variedad de la vegetación como en la tierra caliente de México. Berlandier explica que ahí nada distrae a un alma perpleja, pues la más espantosa monotonía parece aumentar cuando uno respira el hastío de ese lugar. El cantar de los pájaros es raramente escuchado; el alborozo llega solamente con la estación de lluvia, cuando todo revive. Por casi setenta leguas no se encuentra ni una sola vivienda. 

La agricultura se practicaba en las hondonadas de los bancos del río, en lugares húmedos; cuando de pronto rebosaba de agua, el río se llevaba las cosechas, obligando a los habitantes a buscar provisiones en las haciendas de Nuevo León. No existía prácticamente un vado en el río Bravo debido a la creciente que iba cargada con arcilla, la cual daba un color bermejo a los alimentos del lugar.

Los pobladores utilizaban diferentes técnicas para separar los sedimentos del agua y poderla consumir. La forma más común era asar en las brasas una penca de nopal, la cual era aventada ardiendo en el recipiente con agua del río. Este era el procedimiento utilizado por las lavanderas para enjuagar ropa y por los pobres para sacar agua para sus necesidades. En otra forma, una o dos almendras molidas eran aplicadas al agua, donde se veía que todos los sedimentos se depositaban en el fondo del recipiente en menos de una hora. En un experimento con una probeta, Berlandier encontró que el volumen del agua del río contenía una veinteava parte de sedimentos, esto ocurría principalmente cuando el río crecía. 

Durante su permanencia de 15 días en Laredo, los expedicionarios presenciaron los vientos fuertes del sur sureste a principios de agosto, que cubrían las calles con arena y las casas no se encontraban suficientemente resguardadas del polvo en ese ambiente. El científico francés observó que la brisa más caliente era entre las cuatro a las seis de la tarde, muy diferente al aire en el golfo; en Matamoros el período más caliente del día ocurría de la una a las dos de la tarde, refrescándose rápidamente por la brisa del mar.

Revilla

El día 11 de agosto, los expedicionarios cruzaron hacia el lado derecho del río Bravo en una chalana, acampando ese día en el rancho Ventanillas. Al día siguiente llegaron hasta los bancos del arroyo Saladito, uno de los afluentes del río Bravo, donde se encontraba un vado que era utilizado por las cuadrillas de los comanches y lipanes durante sus incursiones hostiles hacia Nuevo León. Cuenta Berlandier, que estos dos grupos tenían una alianza en ese momento y sus hordas saturaban el territorio hasta la confluencia de los ríos Salado y Bravo.

El día 13, los expedicionarios llegaron a la villa de Revilla, la cual había sido nombrada Ciudad Guerrero en ese año; la población que había sido fundada desde 1750, ya contaba con 3,167 habitantes. Los pobladores eran propietarios de 2,056 caballos y 586 mulas, 1,349 cabezas de ganado mayor, 32,301 cabezas de ganado caprino y 80 marranos. El poblado contaba con 15 artesanos: carpinteros, zapateros, sastres, albañiles, herreros, etc. En el municipio se encontraban 44 ranchos con 138 casas de adobe y de cañas o juncos. La misión contaba con 15 chozas. 

El pueblo cultivaba anualmente 40 fanegas (3,632 litros) de maíz y 6 fanegas (545 litros) de frijol. La mayoría de las mujeres se dedicaban hacer jorongos y colchas, los cuáles eran altamente apreciados en la región. Las calles de Ciudad Guerrero eran derechas y bien alineadas, pero el suelo se encontraba desnivelado; se encontraba en la orilla de una loma cerca del río Salado no muy lejos de donde confluye con el río Bravo (actualmente parte del vaso lacustre de la Presa Internacional Falcón). En Ciudad Guerrero existían casas con techos planos y jacales que estaban construidos con sillares de piedra arenisca del propio terreno. El río Salado, que provenía de la Sierra de Santa Rosa, surtía de agua potable al poblado. 

En las inmediaciones se encontraba una mina abandonada de carbón, este material se hallaba entre las capas de piedra arenisca que forman este terreno. Dos emprendedores del pueblo habían explotado este mineral para sus fraguas, pero el personal del ayuntamiento, con visión estrecha, les cancelaron sus operaciones. Berlandier veía una gran oportunidad de comercio cuando el número de barcos de vapor se incrementara en el río.

El día 15 de agosto, los expedicionarios enviaron sus caballos y mulas para que cruzaran al lado derecho del río Salado, junto con su equipaje. Al amanecer del día siguiente apareció toda la manada del lado izquierdo, donde era mejor el pastizal. El caporal escogió un mal lugar para recruzar a los animales, los aventó donde había un remolino muy profundo, formado por una cascada. Doce caballos se ahogaron, quedando sus cuerpos en el vórtice del remolino, pero en menos de dos horas salieron a flote cuando calentó el día.

Después de una marcha larga el día 16 de agosto, el grupo privado de sus mejores caballos, arribó a la villa de Mier, conocida también como el Cántaro. La historia de este pueblo y de las Villas del Norte que se encontraban río abajo serán contada en una próxima ocasión.

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 La tortuga gopherus berlandieri lleva el nombre científico por Jean Louis Berlandier, habita en los estados de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas en su parte norte, además del sur de Texas.

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