1747 El reconocimiento del Seno Mexicano por José de Escandón

Pintura de José de Escandón en su lecho de muerte, en Querétaro.
Durante la primera parte del siglo XVIII, gran parte del litoral costero conocido como el Seno Mexicano, en lo que es actualmente el Estado de Tamaulipas, no había sido colonizado por la Corona Española. Esta sección de la Llanura del Golfo de México entre los ríos San Antonio (actualmente Texas) y Pánuco estaba circundada por las provincias del Pánuco, Valles, San Luis Potosí, Charcas, Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas. El territorio no era del todo desconocido, pues los vecinos ya lo habían recorrido, aprovechándose de la población nativa y los recursos naturales desde los siglos anteriores.
Para la primera parte del siglo XVII, los pobladores del Nuevo Reino de León ya cruzaban el río Bravo por el paso del Cántaro (Mier) a recolectar sal en las salinas conocidas después como Purificación y Sal del Rey (al norte del Condado de Hidalgo, Texas), las cuales quedarían más tarde dentro de la jurisdicción de Reynosa. Otras salinas que utilizaron los “reineros” se encontraban por el arroyo San Lorenzo, uno de los afluentes del río Conchas (el actual Conchos o San Fernando), o las que se hallaban cerca de la desembocadura o barra de ese mismo río.
Los grupos étnicos a lo largo del río Bravo, entre el actual Laredo y el río San Juan fueron reclutados para las misiones y las encomiendas que se establecieron en el norte de la provincia del Nuevo Reino de León. Lo mismo se puede decir de los cazadores y recolectores a lo largo del río San Fernando y la Sierra de Tamaulipas la Nueva, los cuáles formaron parte de las misiones y encomiendas en las inmediaciones de Montemorelos y Linares, Nuevo León.
La misión San Antonio de los Llanos (Municipio de Hidalgo, Tamaulipas) fue uno de los asentamientos más antiguos dentro del Seno Mexicano (1639). Fray Simón del Hierro visitó este lugar en 1743, un poco más de cinco años antes que acompañara a José de Escandón a fundar las villas y misiones del Nuevo Santander en 1749.
Desde el siglo XVII, las políticas practicadas por los colonos, principalmente del Nuevo Reino de León, produjo cierta resistencia violenta por parte de los grupos étnicos cazadores y recolectores; provocada por los sistemas de encomienda, congrega y cierto tráfico de esclavos indígenas, estrategias implantadas por los colonos desde su arribo en el noreste. La preocupación de la Corona Española aumentaba debido a la amenaza latente de perder el Seno Mexicano a las potencias europeas, especialmente a la de Francia; pues en febrero de 1685, René Robert Cavelier de La Salle logró colocar una colonia francesa en la Bahía del Espíritu Santo, en lo que es ahora la Bahía de Matagorda en la costa central de Texas.
Los proyectos
Entre 1736 y 1744, la Corona Española recibió cuatro proyectos para colonizar el Seno Mexicano por: el gobernador del Nuevo Reino de León, José Antonio Fernández de Jáuregui; el alcalde mayor de la Villa de Valles, Narciso Barquín y Montecuesta; el vecino de Nuevo León, Antonio Ladrón de Guevara; el capitán de la Sierra Gorda, José de Escandón y Helguera. Los auditores de Guerra y Hacienda, Pedro Malo de Villavicencio y el Marqués de Altamira, apoyaron el proyecto de Escandón para la colonización del territorio desde que lo presentó en 1744.
Fue hasta el 3 de septiembre de 1746, después de prolongadas diligencias que el nuevo virrey, Juan Francisco Güemes y Horcasitas, primer conde de Revilla Gigedo, designó al capitán José de Escandón como lugarteniente de la costa del Seno Mexicano, para que efectuara el poblamiento, pacificación y reducción de indios.
El reconocimiento del territorio
Para consolidar la encomienda se recomendó efectuar un reconocimiento del litoral no colonizado; por lo que se demandó la cooperación de las autoridades de las provincias circundantes. El reconocimiento de lo que es ahora Tamaulipas lo llevó a cabo Escandón en tres meses, partiendo desde Querétaro el 7 de enero de 1747, con 19 militares, dos religiosos y un número no definido de sirvientes. El informe de esta exploración fue publicado por el historiador Gabriel Saldívar (1946) y posteriormente por el investigador del IIH-UAT, Prof. Juan Díaz Rodríguez (1999).
A esta expedición se le fueron agregando contingentes por donde iba avanzando, como fue la de San Luis Potosí, Tula, la del marqués del Castillo de Aysa, la del alcalde mayor de Labradores (Galeana, NL) y otros vecinos que se le unieron en Tula; ahí ya se contabilizaban 200 soldados, además de oficiales y otras personas de servicio. Otros contingentes de la parte sur que participaron fueron los de Juan Francisco de Barberena de la Villa de Valles, el de Felipe de Apresa y Moctezuma del Valle del Maíz y el de Francisco de Sosa Troncoso de Tampico (también del partido de Tantoyuca y Pánuco).
Estas compañías no se encontrarían con Escandón en el camino, pero sí le informarían de todo lo observado en sus recorridos. Estos escritos le serían importantes para su informe y proyecto de colonización presentado al virrey ese mismo año de 1747. Ya para el día 10 de febrero, Escandón había dado orden al grupo de Tampico que regresara a su lugar de origen, mientras que la compañía de la Villa de Valles se mantuvo en las cercanías del Cerrito del Aire cuidando la retaguardia.
Después de permanecer en las Salinas de la Barra, en las inmediaciones de la desembocadura del río Conchas (San Fernando), se dio orden para que regresaran los soldados de Tula y algunos de Querétaro. Para entonces se les había unido el contingente de Antonio de Ladrón de Guevara enviado por el gobernador del Nuevo Reino de León. Con la gente de este Sargento Mayor, oficiales de Querétaro, indígenas locales del río Conchas, Escandón pasó a explorar el “Río Bravo o Grande del Norte” el día 21 de febrero de 1747.
Unos días después, José de Escandón asentó su Real (campamento) a tres cuartos de legua (3 km) de la orilla del río Bravo y a 12 leguas (50 km) de la desembocadura en lo que es actualmente las inmediaciones de Matamoros. Ese día cuando arribó a ese campamento se encontró que acababa de llegar el capitán don Blas María de la Garza Falcón del Presidio de Cerralvo, con 42 soldados (11 del Presidio, 9 milicianos de Cerralvo, 15 de Salinas y 7 de Cadereyta). Después, este personaje juntaría a los pobladores que fundarían la Villa de Camargo en el Llano de las Flores, ante la presencia de José de Escandón el 5 de marzo de 1749.
También ese mismo día, don Carlos Cantú Gonzáles, su hermano, tres intérpretes y el famoso indio Santiago llegarían al mismo Real en las inmediaciones de Matamoros. Escandón había enviado traer a Carlos Cantú durante su estancia en el río San Fernando. Este se convertiría en el personaje que fundaría la Villa de Reynosa el 14 de marzo de 1749.
El hermano de Blas María, Miguel de la Garza Falcón, no alcanzó a llegar a tiempo al Real de Escandón. Este viajaba con otro contingente desde el Presidio del Sacramento en Coahuila, por la banda izquierda del río Bravo. Joaquín Orobio y Basterra, quien venía con su grupo desde la Bahía del Espíritu Santo en Texas, se perdería por las intensas nevadas de ese invierno, terminando su exploración en el paso del Cántaro (Mier).
En este sondeo del Seno Mexicano, Escandón y sus colaboradores dejaron un importante acerbo de conocimientos geográficos y etnográficos que serán tratados en otra ocasión. En su informe presentado a finales de ese año de 1747 al virrey, proyectaba en lo que se convertiría dos años después la Colonia del Nuevo Santander. Lo que sucedió con esta planeación al llevarla a la realidad en 1748 y 1749, será narrado en el próximo artículo.

Mapa del Seno Mexicano donde se encuentran las rutas de exploración hechas en 1747. Mapa mandado preparar por el Segundo Conde de Sierra Gorda en 1792.
