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La última cena de los guerreros celtas en Hispania

El ensayo ´Historia de los pueblos bárbaros en Europa´ disecciona las grandes migraciones que durante la Antigüedad cambiaron la forma de vida del Continente y cuyo rastro se mantiene en la cultura actual

La muerte de Viriato´ (1807), de José de Madrazo.La última cena de los guerreros celtas en Hispania

El ensayo Historia de los pueblos bárbaros de Europa (Almuzara, 2023), de Gonzalo Rodríguez García y Daniel Gómez Aragonés, es un excelente libro divulgativo. No porque desvele nuevos datos sobre las grandes migraciones indoeuropeas que se produjeron a partir del segundo milenio a. C hasta la Edad Media por todo el continente, sino porque clasifica, ordena, etiqueta, diferencia y cataloga ?con una prosa sencilla y amena? el maremágnum cultural e incluso étnico (los alanos, los hunos o los sármatas no eran de origen germánico como el resto de bárbaros) de los pueblos que hicieron frente a las legiones romanas durante seis siglos hasta el saqueo de Roma en el año 387 a. C.. "Es decir, de cómo la Europa bárbara de Viriato, Numancia, Boadicea o Breno formará parte fundamental de nuestras raíces premodernas. Y junto a Roma y su legado, y los propios episodios de esas guerras de conquista, con Roma asediando al líder galo Vercingétorix en Alesia o a los astures quitándose la vida en el monte Medulio antes que rendirse, decanta un patrimonio identitario y espiritual que atañe a todos los europeos. Sean de una latitud u otra", escriben.

Los autores parten de la premisa de que "griegos, romanos, celtas y germanos son quizás los cuatro pilares más importantes de las raíces de Europa. Y los celtas y lo germanos son pueblos paradigmáticos de esa Europa bárbara que a lo largo de la Antigüedad se enfrentó a Roma en una dialéctica civilización versus barbarie". En el siglo V a. C., en lo que se conoce como "Era Celta", o momento de su máxima expansión, este mundo migró desde la Europa central, en dirección Este a Oeste, hasta alcanzar las islas británicas, la Galia interior y la fachada atlántica y Norte de Hispania. Su potencia militar desbordó, incluso, el valle del Po, en la actual Italia, y saquearon la mismísima capital del futuro imperio, "una humillación tan grande, que quedará tan honda en el recuerdo que Roma nunca lo olvidará y estará presente cuando siglos después los romanos golpeen el corazón de la Galia de la mano de Julio César". Por el Oriente europeo, cruzarán los Balcanes, alcanzarán Macedonia y Grecia, atacarán el santuario de Apolo en Delfos en el año 279 a. C. y concluirán su marcha hacia el Este adentrándose en Turquía, donde serán conocidos como gálatas.

Pero la imparable expansión de Roma irá siempre en detrimento del mundo celta hasta su prácticamente desaparición, un pueblo que "sobrevivirá solamente en los finisterres atlánticos, y mayormente, como sustrato de un rico folclore y tradición popular", que, a la postre, terminó calando en el imaginario popular con las leyendas medievales relativas al mundo artúrico, el mago Merlín, la Tabla Redonda, Morgana o la Dama del Lago. "Leyendas sin las cuales literalmente no se puede comprender el universo mítico de la tradición europea y su legado".

Los autores hacen especial hincapié en el mundo céltico hispano, que compartía los mismos valores que el resto de los pueblos europeos con idéntica raíz histórica. Así, destacan la enorme y crucial importancia que para ellos representaban algunos valores, como el perdón o la libertad para sus enemigos, algo que el universo romano no compartía, provocando dantescas matanzas en ciudades ya indefensas, sin importar si se trataba de ancianos o niños. "Llegado el momento, sin embargo, [el general Galba] rodeó a los lusitanos [que habían depuesto las armas tras un pacto] con un foso y envió a sus soldados para que los aniquilaran a todos: hombres, mujeres y niños, aprovechando que estaban desarmados", escribió escandalizado el historiador grecorromano Apiano.

 

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