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Reconoce PGR inocencia de 3 mujeres indígenas; 10 años después

De forma injusta son privadas de su libertad

Ciudad de México

EMOCIONADA. Alberta Alcántara, al tratar de narrar lo que vivió en prisión, tuvo que detener sus palabras porque el llanto se le venía encima.Reconoce PGR inocencia de 3 mujeres indígenas; 10 años después

Más de 10 años después de que fueron encarceladas y siete después de liberadas, la PGR reconoció públicamente la inocencia de Jacinta Francisco, Alberta Alcántara y Teresa González.

“Reconozco públicamente su inocencia respecto a los delitos que se les atribuyeron y por lo que de forma injusta fueron privadas de su libertad”, dijo el Procurador Raúl Cervantes, quien después les ofreció disculpas.

Al evento en el auditorio del Museo Nacional de Antropología acudieron integrantes de organismos internacionales, defensores de derechos humanos, víctimas de delitos, senadores y otros funcionarios.

Frente a ellos, las tres mujeres otomíes recalcaron que a pesar de considerar el acto como una victoria, éste no las hace felices ni las satisface.

“Estaría yo contenta el día que se acabe la injusticia, cuando seamos respetadas y nos respeten como indígenas”, señaló Jacinta Francisco. 

Alcántara, tras suspender por el llanto su narración de lo que vivió en prisión, dijo que su esperanza es que el personal de la PGR ya no se equivoque.

Para González, el acto de ayer fue como cerrar casi 11 años de lucha, desde que fueron detenidas en octubre 2006, acusadas falsamente de secuestrar a seis agentes federales.

“Quisiera pedirle, señor Procurador, que se comprometa a que ya no va a volver a suceder, que las autoridades no fabriquen pruebas”, le dijo a Cervantes.

Al finalizar la ceremonia, Jan Jarab, representante en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, reconoció que fue acto positivo, y confió que se vea reflejado no sólo en la actuación de la PGR sino en otras instancias de gobierno.

LAMENTAN INJUSTICIA

Para Alberta, Teresa y Jacinta, que la Procuraduría General de la República (PGR) haya reconocido su inocencia y les pidiera disculpas por encarcelarlas injustamente es una victoria.

 Sin embargo, frente a Raúl Cervantes, titular de la PGR, senadores, representantes de organismos internacionales, defensores de derechos humanos, víctimas de otros delitos y otros funcionarios federales, aclararon que el acto no las hizo felices.

 “Estaría yo contenta el día que se acabe la injusticia, estaría contenta cuando seamos respetadas y nos respeten como indígenas”, expresó Jacinta, provocando el aplauso unánime de los asistentes al auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología e Historia, que lució abarrotado hasta en los pasillos.

 Alberta, al tratar de narrar lo que vivió en prisión, tuvo que detener sus palabras porque el llanto se le venía encima. Al final dijo que su esperanza era que los colaboradores de la PGR ya no se equivoquen.

 Teresa consideró que con el acto de este martes daba cierre a 11 años de lucha, desde que fueron detenidas en 2006, acusadas falsamente de secuestrar a seis agentes federales.

 “Quisiera pedirle, señor Procurador, que se comprometa a que ya no va a volver a suceder, que las autoridades no fabriquen pruebas”, comentó.

 La más crítica fue Estela Hernández, hija de Jacinta, quien reconoció que lo vivido con el arresto de su madre cambió su forma de ver el mundo, pues comprendió que las injusticias de unos se pueden convertir en el futuro en el sufrimiento propio.

 “Hoy se sabe que en la cárcel no necesariamente están los delincuentes, están los pobres que no tienen dinero, los indefensos de conocimiento, los que los poderosos someten a su voluntad; los delincuentes de mayor poder, los delincuentes de cuello blanco no pisan la cárcel”, aseguró.

 Para ella, quien dentro de su familia fue de las más cercanas al proceso que seguía su madre, la victoria del día iba más allá de un triunfo cualquiera.

 “Hoy, como dijo una compañera (maestra) cesada en Querétaro, por la represión de lo sucedido el primero de mayo, maestra Rosa María, hoy nos chingamos al Estado”, lanzó, y no se hicieron esperar los plausos, gritos y consignas pidiendo libertad a los presos políticos.

 “Al Procurador General de la República le decimos que no estamos contentos ni felices por este acto de disculpas, pedimos el cese a la represión de los pueblos indígenas, a la persecución de defensores sociales y la liberación de nuestros presos políticos”.




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