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Pide el Papa por los niños desaparecidos

Ayer, al celebrarse el Día Internacional de los Niños Desaparecidos, el Papa Francisco envió un emotivo mensaje durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro, con el fin de sensibilizar ‘urbi at orbi’ sobre este tema que tiene una especial relevancia en los días que corren, en que el mundo parece estar en contra de los peques.

Ayer, al celebrarse el Día Internacional de los Niños Desaparecidos, el Papa Francisco envió un emotivo mensaje durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro, con el fin de sensibilizar ‘urbi at orbi’ sobre este tema que tiene una especial relevancia en los días que corren, en que el mundo parece estar en contra de los peques.

Hombre con una colosal fuerza espiritual; pero, con los pies bien plantados en la tierra, el Papa hizo referencia al terrible fenómeno de los niños desaparecidos en todos los ámbitos del planeta. En México, alrededor de 5 mil niños no han sido localizados desde 2006, lo que representa el 20% del total reportado a la fecha, según señaló el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, de la Secretaría de Gobernación, Ricardo Bucio. Es una ruin tendencia sin disminución.

Pide el Papa por los niños desaparecidos

El Papa fue muy claro, muy preciso, muy contundente, al afirmar que: “Es un deber de todos proteger a los infantes, sobre todo aquellos expuestos a un elevado riesgo de explotación, trata y conductas desviadas. Deseo que las autoridades civiles y religiosas puedan sacudir y sensibilizar las conciencias para evitar la indiferencia ante el drama de los niños solos, explotados y alejados de sus familias y de su contexto social, niños que no pueden crecer serenamente y mirar con esperanza el futuro”. Un deber de todos, dijo.

Es un hecho lamentable y vergonzoso el que en México, muchas veces los padres son quienes menos cumplen con su deber de proteger a los pequeños de todos los peligros que se ciernen sobre sus personas, todavía inocentes y, por lo mismo, muy expuestas. El embate del feroz capitalismo, que obliga a hombre a ocupar una parte cada vez mayor de su tiempo en ganar la gorda y en llevar el sustento a la familia, propicia el descuido de la prole, que crece como la hierba del monte, silvestres y orejanos, sin sólida crianza.

El propio Francisco, al referirse a lo atentados de principios de semana en Siria, donde se registró un elevado número de muertos, pidió: “Exhorto a todos a rezar al Padre misericordioso y a la Virgen para que done el reposo eterno a las víctimas, el consuelo a los familiares y convierta el corazón de cuantos siembran muerte y destrucción. Todos juntos rezamos a la Virgen”; para, luego, reconocer que: “¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica!”, por lo que los hombres de buena voluntad son los que tienen la encomienda de hacer de este planeta un mejor lugar para vivir y trabajar.

El Artículo 19 de la Convención sobre los Derechos de los Niños, promovida por la Unicef, señala que: “Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de

los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.

Esas medidas de protección deberían comprender, según corresponda, procedimientos eficaces para el establecimiento de programas sociales con objeto de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes cuidan de él, así como para otras formas de prevención y para la identificación, notificación, remisión a una institución, investigación, tratamiento y observación ulterior de los casos antes descritos de malos tratos al niño y, según corresponda, la intervención judicial”. México está en la Unicef.

Sin embargo, la realidad es muy diferente. Las políticas públicas han estado enfocadas en la fortaleza de la macroeconomía, esto es, a favorecer la acumulación irracional de la riqueza en una cuantas manos estériles e inútiles, que sustraen a los trabajadores su más elemental derecho a ganar un salario digno y suficiente, como lo señala la Constitución, por la tarea que realiza en el sector productivo de bienes y servicios. Se mira sólo para arriba, mientras crece la cifra de niños desaparecidos, como denunció el Papa Francisco.