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Baltazar Hinojosa Ochoa

El poeta uruguayo Mario Benedetti afirma: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”

El poeta uruguayo Mario Benedetti afirma: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.

El 2000 después del arribo casi plebiscitario de FOX a la Presidencia, llegó nuestra transición democrática, pero “cuando creíamos tener las respuestas… cambiaron las preguntas”.

Baltazar Hinojosa Ochoa

En este año en el que se renuevan 13 gubernaturas, 388 diputaciones locales y 965 ayuntamientos, es el momento imprescindible, el punto crucial para hacer un alto en el camino, para revisar y reflexionar en los avances, retrocesos y obstáculos por los que atraviesa nuestra democracia.

Dejemos de prestar atención a las cifras de las estadísticas oficiales, –que en palabras de El Filósofo de Güémez son como los bikinis, lo que esconden… es lo más importante– para centrarnos en un asunto fundamental: la revisión de nuestra gobernabilidad democrática.

HOY, pareciese que el estado que guarda la gobernabilidad, no satisface al colectivo social, la trasparencia en el manejo de los recursos brilla por su ausencia, la impunidad agravia al colectivo social –más del 90% de los delitos quedan impunes– la inseguridad nos trae con el Jesús en la boca, la ciudadanía tiene desconfianza en nuestros políticos, porque hay ausencia de buenos resultados.

Para éste viejo Filósofo, hace falta llegar a acuerdos para la reconciliación nacional, que nos conduzcan a la resolución de problemas trascendentales para la estabilidad, crecimiento y desarrollo del país, dentro de un competitivo contexto internacional y, sobre todo,  en un marco de pleno respeto a nuestras leyes y principios de nación.

HOY es vital reconstruir la gobernabilidad, que en algunas regiones del país camina endeble, que nuestra partidocracia cancele la estreches política, tomando conciencia de lo trascendental de su tarea, trabajando con las manos limpias, total transparencia, atacando frontalmente la impunidad, en la recuperación de la confianza que el ciudadano le escatima.

HOY la nación exige gobernantes que tengan visión de gran calado, altura de miras, que tengan el oficio político de conectar con el ciudadano.

Este campesino se regocija con la postulación a la gubernatura de Tamaulipas de Baltazar Hinojosa Ochoa –gracias a los buenos oficios de mi compadre Sergio Mota– lo conocí desde que era delegado de la Secretaria de Desarrollo Social y tesorero en Coahuila, a la primera me cautivo por su sencillez, don de gente y calidad política.

Después fui su compañero de gabinete, ahí conocí al ser humano, al padre de familia, al político honesto, eficiente, siempre con una visión positiva de la vida que lo llevó a tener éxito en Tamaulipas como secretario de Educación, presidente municipal de Matamoros, alto funcionario de la Sagarpa, diputado federal.

Baltazar, es un político que genera confianza, en cada tarea ha dado rienda suelta a su rica imaginería, a su potencial creativo, a su capacidad para dar resultados, para sembrar amigos y servir.

Baltazar por mérito propio, es un excelente candidato de PRI  a la gubernatura del estado, en donde goza de credibilidad y una amplia base social que auguran: 1.- Éxito en el proceso electoral;  2.- Un gobierno cercano a la gente; y 3.- Un gobierno de resultados. 

Los grandes líderes se conocen en los tiempos de confusión, violencia, arbitrariedades y desaliento; Baltazar es una buena nueva, porque es un político decente, honesto, eficiente, de una sola pieza, que no se rinde y que a su paso va sirviendo con calidez humana, edificando historias de éxito, edificando la esperanza de que frente a los grandes problemas que vive nuestra transición democrática… ¡Si se puede! 

Comparto con Baltazar el gusto por la música y por el buen sentido del humor, cierta ocasión me contó que rumbo a la capital, llegó el autobús al pueblo, iba lleno, con pasajeros parados, se subió Doña Simpliana, llevaba un baúl y dos maletas viejas, que fueron pasándose de mano en mano hasta atrás, un joven le cedió el asiento, al poco tiempo solicitó al chofer bajar a la entrada de la ciudad, con fuertes apretones fue hacia atrás para que le bajaran su equipaje, para su sorpresa el viejo baúl en la parte superior estaba aplanado –debido a que uno de los pasajeros se había sentado en él– echó una mirada a los pasajeros y vio el voluminoso trasero de uno de ellos y le dijo: 

— ¡JUITES TU JUNDILLÓN!  

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