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La industria de la pobreza

Que en 20 años la pobreza en México no ha disminuido (por el contrario, ha crecido en forma alarmante), no es novedad. Por todos los rumbos de la geografía nacional se percibe el deterioro de la calidad de vida de la otrora pujante nación en desarrollo. No es que los gobernantes y empresarios no hayan sabido hacer bien su tarea para estimular el desarrollo de México y el bienestar de los mexicanos. La han sabido hacer requetebién.

Los problemas inician cuando México es incorporado al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), y el gobierno de José López Portillo trae al país colosales fortunas por la vía de los créditos de organismos internacionales, para realizar obras fantásticas encaminadas a servir a los intereses del comercio internacional: el gasoducto Cactus, Chiapas-Reynosa, Tamaulipas y el paso Interoceánico multimodal Salina Cruz, Oaxaca-Coatzacoalcos, Veracruz, que vendría a substituir al Canal de Panamá en cruces de mar.

Terminadas las obras, ninguna de ellas funcionó porque los líderes del comercio mundial decidieron otra cosa. El gasoducto y el paso interoceánico, se pudrieron o fueron vandalizados; pero, la deuda, enorme deuda, ahí quedó como el ancla de la cual se han venido agarrando los gobiernos neoliberales y sus socios del capitalismo salvaje para acumular la riqueza en una cuentas manos a costa de la pobreza de hartos millones.

Ya con mano de puerquito, Miguel de la Madrid, en cuyo gobierno la inflación superó el 300 por ciento y la devaluación fue brutal, debió entregar las riendas del poder político a los capitanes del poder económico, que no han tenido ojos más que para ver al exterior, no para traer inversión productiva, sino para uncirse a los feroces buitres del comercio mundial que fundamentan la competencia en la baja de los salarios del obrero.

Cualquier tipo que jamás ha dado golpe; que no ha inventado ni creado nada; pero, lleva una vida de lujos y despilfarro, alega ante el trabajador que sobrevive con el mínimo, que no puede darle un aumento porque la vida está muy cara y las ganancias han bajado mucho, cuando el derroche y el despilfarro de su vida inútil se echa de ver por doquier.

Ahora, como en los tiempos de José López Portillo, en que quedó instaurada la corrupción como el lubricante de todos los actos de gobierno, se sigue viendo al exterior y se inventan grandilocuentes mentiras, como esas de que México en el primer exportador del mundo de teléfonos celulares o una potencia automotriz, cuando la realidad indica que el país es una inmensa maquiladora de productos que no tienen de mexicano más que la mano de obra muy barata de los aborígenes que se soban el lomo.

Ya hay un movimiento reivindicados del trabajo y comenzó, precisamente, en el Valle de San Quintín, donde los obreros agrícolas han sentado en la mesa a los magnates de la producción agrícola, y los han comprometido a pagar salarios dignos por su trabajo. Esta es la primera llamada, a la que debe seguir la de todos aquellos que ya no toleren la idea de que México fundamente su nivel de competitividad en los bajos salarios obreros y no en la innovación, la creatividad, la planeación y los altos niveles de productividad.

Que la tomadura de pelo que trata de ocultar la frondosa corrupción, el gran desvío de recursos y el siempre alegre discurso oficial, que habla de la producción, enorme producción, de bienes que aquí simplemente se maquilan para enviarse al exterior a través de la enorme fábrica mexicana de pobres que opera a todo su vigor y potencia.

Según las estadísticas dadas a conocer por la OCDE, el Banco Mundial y cualquier organismo financiero internacional, la mitad de la población sobrevive en la pobreza. El 50 por ciento restante está muy cerca de ser incorporado a este espantoso inventario.  

La crítica situación de los ilotas de la antigüedad, los esclavos que hicieron grande a los Estados Unidos, la encomienda en la Colonia y la peonada en el porfirismo, puede apreciarse, con toda su crudeza en el México de hoy, convertido en la más eficiente industria de la pobreza, mientras tiene a los hombres más ricos y poderosos del mundo.