Celeridad de los cambios

Aunque entiendo la inexactitud y acaso la exageración, en estos días han venido a mi mente dos referencias expresadas en ámbitos diferentes que ilustran la aceleración por la que corre el mundo; por un lado, la frase que entiendo se suele atribuir a Lenin que dice algo así como: "Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas" y, por otra parte, la idea expresada por Alvin Toffler en su celebérrima obra El shock del futuro que describía cómo las personas podemos sentirnos abrumadas por la celeridad de los cambios.

Pasamos por los ecos de un intento de golpe de Estado en Rusia, hasta el impredecible rumbo que pueden tomar las protestas en Francia por el homicidio de un joven en un control policiaco. En el escenario turístico, el mundo se conmocionó ante la implosión del submarino Titán con cinco pasajeros que descendían a las profundidades para ver los restos del Titanic.

Celeridad de los cambios

En el ámbito nacional, en pleno inicio de la contienda al interior de Morena para elegir a quien será su candidato en la contienda de 2024 y teniendo como telón de fondo el lanzamiento de las reglas de la alianza opositora para elegir a su representante, ha surgido un formidable fenómeno en torno a la figura de Xóchitl Gálvez, que bien podrá catapultarla para participar buscando la silla en 2024.

Del otro lado, en el país se registraron graves hechos de violencia que pasan por el doloroso -sobre todo por previsible- homicidio del activista Hipólito Mora, y, entre otros muchos episodios, el secuestro de un grupo de entre 16 y 23 personas de la Secretaría de Seguridad en Ocozocuautla, Chiapas, y el homicidio de ocho personas, presuntamente miembros de grupos delincuenciales que pelearon entre sí en Guachochi, Chihuahua. En contraste, la Secretaría de Turismo anunciaba la designación de 45 localidades como Pueblos Mágicos, para llegar a un total de 177. Paradójicamente dos de las localidades que obtuvieron el reconocimiento fueron Ocozocuautla y Guachochi.

Sobre esta decisión, lo primero que hay que decir es que no existe precedente para que en un mismo día se produzca un volumen similar de declaratorias de Pueblo Mágico. Como punto de comparación baste decir que en los primeros nueve años de vida de esta iniciativa gubernamental, menos de 40 localidades lograron el reconocimiento.

Entiendo el deseo de un político por hacer un esfuerzo para llevar a su pueblo a obtener esta distinción; comprendo también que a falta de mayores instrumentos en la política turística desde la Sectur se den nombramiento de tan generosa forma. No obstante, no puedo dejar de recordar aquella tradición popular con la que se referían algunas personas de una ciudad denominada Valle Hermoso, diciendo que era el sitio de las tres mentiras... pues no era ni ciudad, ni valle, ni era hermoso.

Concluyo diciendo que tengo la convicción de que Pueblos Mágicos es una marca poderosa, porque los turistas la reconocen y, también, porque se convierte en lugar aspiracional para las comunidades. Gestionada con mesura sí puede hacer diferencia en el desarrollo social y económico del país. No obstante, a este programa le sobra gobierno y le falta ciudadanía; para seguir siendo un instrumento de mejora de las condiciones de vida de las personas que en ellos habitan, requiere de mayores presupuestos públicos, pero también de barreras de entrada y permanencia mucho más rigurosas que las que hoy se aprecian. Con el marco de actuación que hoy existe no encuentro diferencia entre tener 123, 177 o mil y un Pueblos Mágicos. 

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