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Los pobladores prehispánicos

>Bajo río Bravo< La ocupación humana más prolongada en la región ocurrió durante el período Arcaico, aproximadamente entre el año 6 mil antes de Cristo (AC) al 700 después de Cristo (DC)

Los trabajos arqueológicos en el bajo río Bravo se han concentrado principalmente en las inmediaciones de la Presa Falcón (municipio de Guerrero, Tamaulipas y condado Starr, Texas) y en el litoral costero inmediato a la desembocadura del río (municipio de Matamoros, Tamaulipas y condado de Cameron, Texas); en este último lugar desde las primeras décadas del siglo XX.  

VESTIGIOS. Puntas de proyectil.Los pobladores prehispánicos

Los restos perdurables de las antiguas culturas de cazadores y recolectores del delta gravitan básicamente en artefactos elaborados con material lítico (pedernal tallado) río arriba y con material de moluscos marinos en el litoral costero. 

LOS ARTEFACTOS ARQUEOLÓGICOS

La evidencia más antigua de la presencia humana en el bajo río Bravo está relacionada con el hallazgo superficial de 23 piezas completas y fragmentos de puntas de proyectil Clovis, en el sitio de la Isleta Sureña en la Presa Falcón en Tamaulipas, así con otros fragmentos similares, como el hallado en el sitio arqueológico La Perdida en el arroyo Los Olmos en Texas.  

Esta punta de proyectil se halla distribuida a lo largo del continente americano con un registró aproximado de 11 mil 500 años de antigüedad.  

Los hallazgos aislados de puntas de proyectil Clovis son comunes, y representan el primer poblamiento del río inmediato al delta. 

Esta cultura es generalmente reconocida por sitios asociados con la caza de mega fauna extinta a principios del Holoceno, aunque hallazgos más recientes como en el sitio Gault en la parte Central de Texas, han aportado evidencia sobre la adaptación de esta cultura temprana en el continente. 

En esta misma sección del río Bravo en Tamaulipas sea ha encontrado también fragmentos de puntas de proyectil Folsom, considerados como la evidencia de los confines más sureños de esta cultura del período arqueológico conocido como Paleoindio Temprano.  

El resto del período Paleoindio esta representado por puntas de proyectil Golondrina, Angostura, Scottsbluff y herramientas Clear Fork, tanto en el área de la presa Falcón como en La Perdida. 

Aunque la evidencia ha sido recogida superficialmente, está claro que las primeras culturas del continente poblaron primero la parte inmediata río arriba y posteriormente poblaron el delta de este río.

Aproximadamente en los últimos 240 kilómetros de su trayecto, el Río Bravo forma entre los sedimentos del Pleistoceno y Holoceno el segundo delta más grande del Golfo de México, abriéndose simétricamente aproximadamente por 130 kilómetros a lo largo del litoral costero, entre las inmediaciones del Puerto Mandsfield en Texas y la parte norte de la Laguna Madre en Tamaulipas.  

Aunque la región es conocida como el Valle del Río Grande o Bravo, en realidad es un delta.

La ocupación humana más prolongada en la región ocurrió durante el periodo arqueológico conocido como Arcaico, aproximadamente entre 6000 antes de Cristo (a. de C.) al 700 después de Cristo (d. de C.) abarcando la mayor parte del tiempo prehispánico. El Arcaico está relacionado con diferentes cambios tecnológicos en herramientas fabricadas con material lítico o pedernal   debido a un incremento en la población que se especializa en entornos geográficos específicos.  Aparecen herramientas de moliendas y ornamentos tallados.

Durante el Arcaico Temprano entre 6000 y 2500 a. de C.  las herramientas conservan influencia que provenía del sur de Texas   con puntas de proyectil espigados, con aletas, y escotaduras. En este período se encuentran también grandes herramientas de pedernal conocidas como gubias Clear Fork y las puntas de proyectil nombradas como Refugio y Triangular Temprano, previo al poblamiento del delta del río Bravo. 

El material arqueológico empezó a diseminarse en el abanico deltaico durante Arcaico Medio (2500-400 a. C.).  Durante el siglo XX, los arqueólogos juzgaban que los artefactos fabricados con moluscos marinos, tanto de caracoles (principalmente de la especie busycon) como de bivalvas, y el limitado material lítico encontrado en el delta que se pensaban pertenecían a un poblamiento tardío después del año 1100 d. C. 

PRIMEROS TRABAJOS

DE ARQUEOLOGÍA

El material arqueológico se le adjudicó vagamente al complejo Brownsville-Barril, la cultura más representativa del Bajo Río Bravo.  

Los sitios de este complejo fueron explorados por el Ing. Andrew Eliot Anderson a principios del siglo pasado, quien reviso 308 campamentos en ambos lados del río inmediatos al litoral costero.  

Más tarde, el renombrado arqueólogo Richard MacNeish estudió 12 sitios en el lado mexicano.  Los sitios mexicanos se encontraban a no más de 35 kilómetros de la costa, entre el río Bravo, al norte de la Laguna Madre.  

Otros sitios importantes que se relacionaban con este complejo son los cementerios Ayala en las inmediaciones de McAllen y el Floyd Morris en el condado Cameron, en Texas.  

Las prácticas funerarias en estos cementerios incluían restos en posición flexionada, con ornamentos de concha, cuentas de restos humanos, puntas de proyectil y raspadores de material lítico.  

T. T. Terney en un reciente análisis de seis fechas, obtenidas por radiocarbono-14 de los restos recolectados durante el siglo pasado en estos dos cementerios, demostró una larga temporalidad para el delta del Río Bravo.    

Aparentemente el poblamiento del litoral costero inmediato a la desembocadura del río y el desarrollo de la industria de artefactos de concha tiene sus orígenes durante el Arcaico Medio, que a su vez está marcado por la etapa moderna del Holoceno y el posicionamiento geológico del actual litoral costero. 

Durante el Arcaico Medio (2500-400 a. de C.) empieza la ocupación del abanico deltaico y del litoral costero inmediato a la desembocadura del río. En este período aparece la tradición de proyectiles triangulares, que marcan el estilo regional para el resto de la prehistoria del bajo Río Bravo. 

Las puntas de proyectil Abasolo y Tortugas no tienen espiga y aparentemente fueron utilizadas en diferentes tareas por los cazadores y recolectores en ese período.

Pipas tubulares de piedra arenisca son representativas durante este período arqueológico. Ofrendas en sepulturas del cementerio de la Isleta Sureña en la Falcón incluyen pipas, proyectiles triangulares, caracoles marinos oliva y cuentas fabricadas en hueso. Los artefactos en el delta se confeccionaban con material lítico (pedernal) que provenía de yacimientos río arriba y con material de concha que procedía del litoral costero. 

Durante el período Arcaico Tardío y Transicional (400 a. de C. al 800 d. de C.) aparecen las puntas Catán y Matamoros, que son una extensión de la tradición triangular con menores dimensiones, junto a implementos para la molienda, utilizados para las vainas de mezquite y otras semillas. 

A lo largo del Bravo, el 90 % de los proyectiles entran dentro de la tradición triangular sin espiga, de acuerdo con colecciones líticas del Arcaico y de períodos posteriores. 

Es común que el material lítico se encuentre refilado y reciclado en otros tipos de herramientas.  

ARCO Y FLECHA

El Prehistórico Tardío, aproximadamente del 800 a 1700 de nuestra era, está marcado por la introducción del arco y la flecha.  

Las pequeñas puntas de flecha Starr, Cameron y Fresno se han localizado junto con las puntas de proyectil Matamoros y Catán.  

Las puntas de proyectiles son mucho más grandes en tamaño; formaron parte de los dardos que eran lanzados por un propulsor conocido como átaltl, arma que no se dejó de usar cuando apareció el arco y la flecha.

Durante el siglo pasado, el Complejo Brownsville- Barril fue creado erróneamente para representar a este último período, debido a que la arqueología del bajo río Bravo esta esencialmente basada por hallazgos superficiales y no por excavaciones. 

Los sitios del litoral costero, visitados por el ingeniero Anderson a principios del siglo pasado en las inmediaciones de la desembocadura del río, fueron fechados vagamente por hallazgos de cerámica huasteca entre los años 1100 y 1520. 

Los sitios de esta área contienen principalmente artefactos fabricados con moluscos marinos, material lítico, material cerámico, hueso, piedra pómez, obsidiana y vidrio.  

Aunque no todos los sitios pueden ser atribuibles a este período, la especialización en la manufactura de ornamentos y herramientas con moluscos marinos destacó en ese entonces. Ollas y tiestos de origen huasteco se hallaron en algunos entierros de ese periodo.  

En los cementerios Ayala y el de la Isla Sureña en la presa Falcón se encontraron diferentes osamentas con ornamentos de moluscos marinos.  

En el período histórico que le siguió, los grupos étnicos cazadores, recolectores y pescadores que hablaban el comecrudo vivieron desde Laredo hasta la desembocadura del río Bravo.

CONCLUSIÓN

Los cambios en el entorno derivados con la etapa moderna del Holoceno, desde hace 4 mil 500 años, permitieron a la población del río Bravo que ocupara el delta y el inmediato litoral costero, con adaptaciones encaminadas al sedentarismo.  

Este fenómeno ha sido observado por la escuela antropológica, conocida como ecología del comportamiento humano, en sociedades de cazadores, recolectores y pescadores en diferentes puntos del planeta y se manifiesta a través de la reducción en la movilidad y la creación de sociedades complejas. 

Por ejemplo, los cementerios y entierros prehispánicos dentro del delta del Río Bravo se encuentran generalmente en elevaciones cerca de los cauces de arroyos, separados de las áreas habitacionales.  En la mayoría de los entierros se encuentran individuos en posición flexionada e incluyen una gran cantidad de ornamentos fabricados con huesos humanos y animales (colmillos de coyotes), además de una gran variedad de ornamentos fabricados con moluscos marinos.

De acuerdo con el arqueólogo Kibler, el uso de cementerios en sitios predeterminado representa los fuertes lazos de los grupos con sus territorios, además sugiere una reducida movilidad.  Thomas Hester sugiere la posibilidad del surgimiento de territorialidad desde el Arcaico Medio.   

La muerte causada por heridas de dardos o proyectiles se encuentra en los cementerios del sur de Texas desde el Arcaico medio hasta el prehistórico tardío.  

Dentro del material arqueológico de los sitios costeros desde el Arcaico Medio al Prehistórico Tardío encontramos razgos de especialización y de jerarquía social. Gran parte del material de concha en los sitios costeros son residuos o fragmentos de diferentes etapas de manufactura de los artefactos.

La producción de estos talleres de concha indica que fue intercambiada con culturas del sur de México, al mismo tiempo que estos mismos artefactos eran llevados río arriba, desconociendo los bienes adquiridos de esa última región. 

Los sitios arqueológicos del delta muestran una especialización en las sociedades de cazadores y recolectores, además de la adquisición de bienes de prestigios como fueron los artefactos en los cementerios asociados con las culturas locales. 

En ellos se han encontrado ollas, escudillas y tiestos de cerámica pertenecientes a periodos  de la huasteca, del Posclásico Temprano y Reciente (1000 -1520 d. C.).  

También entre los materiales de esta área existen algunas piezas de obsidiana que se han podido trazar a sus lugares de origen través de técnicas arqueológicas: Zacualtipán en el estado de Hidalgo, Cerro de las Navajas en Pachuca, y Ojos Zarcos en Querétaro. 

En uno de los entierros del sitio Floyd Morris también se encontró una pieza de jadeíta, aunque no se pudo definir su contexto. 

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