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Exploración hacia el Nuevo México

Pedro de Hernández de Almanza mencionó que él había acompañado a Antonio de Espejo en la expedición, donde encontraron muchos pueblos de indígenas vestidos, esto a más de 150 leguas hacia el norte de la ciudad de León.

Ruta transcontinental de los cuatro náufragos sobrevivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez, los primeros exploradores del septentrión de la Nueva España (1528-1536). Interpretación de la ruta por el arqueólogo Alex D. Krieger.Exploración hacia el Nuevo México

Al mismo tiempo que Luis de Carvajal fundaba la capital, ciudad de León, en el Nuevo Reino de León, el avance de las exploraciones continuaba hacia el norte de la Nueva España por el occidente. Esto era, sin definir, a qué gobiernos de las provincias o nuevos reinos le pertenecían los territorios entonces explorados. Al gobernador Carvajal le tocaba extender las exploraciones por todos los rumbos de sus primeros asentamientos en la Sierra de Picachos, con el fin de llegar a los confines de la Florida, como lo había pactado en sus capitulaciones con el Rey.

Fueron tres las exploraciones que se convocaron desde la capital del Nuevo Reino de León. El descubrimiento de Coahuila, por Diego de Montemayor, enviado por Luis de Carvajal, se mencionó en una nota anteriormente. Por el poniente, más allá de Coahuila, no se tenía bien definido la frontera con la Nueva Galicia y Nueva Vizcaya, por lo que la exploración hacia el Nuevo México, de Antonio de Espejo, fue consultada al gobernador en la capital ciudad de León.

El extenso litoral costero al norte del Pánuco, hasta cerca de la Florida, no había duda de que le pertenecía al Nuevo Reino de León, por lo que Carvajal organizó una expedición, desde su capital, para explorar las desembocaduras de los ríos Bravo y Palmas (Soto La Marina) y revisar las posibilidades de poder establecer puertos marítimos. 

Las primeras exploraciones del septentrión 

Los primeros descubrimientos hechos por los náufragos de la expedición de Pánfilo de Narváez habían causado un revuelo en la Ciudad de México. Los únicos sobrevivientes de la expedición de 300, que habían desembarcado en la Florida, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y su esclavo Estebanico, en una travesía transcontinental, habían cruzado desde la actual costa central de Texas, hasta San Miguel Culiacán, cerca de la costa en el Pacifico (1528-1536).

Las declaraciones de los sobrevivientes, recopiladas en diferentes puntos de México, Santo Domingo, ante el Rey y la publicación “Relación que dio Álvar Núñez… (1542)” daban cuenta del septentrión desconocido de la Nueva España. Cruzaron el río Bravo, que lo describen como “más ancho que el Guadalquivir, en Sevilla”, en las inmediaciones de la actual presa Falcón y Camargo. Rodearon las serranías donde décadas más tarde quedaría la capital del Nuevo Reino de León de Carvajal, en 1582. 

Tomando hacia el norponiente, los náufragos pasaron por la junta de los ríos Bravo o del Norte y el Conchos, en las inmediaciones del moderno Ojinaga, Chihuahua. Por el lado izquierdo del río viajaron hacia la región no muy lejos de lo que ahora es El Paso, donde observaron los primeros edificios de los asentamientos de los agricultores sedentarios de la cultura Pueblo, antes de voltear hacia el suroeste y la costa del Pacífico. 

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Mapa arqueológico de una de las villas al norte de la junta de los ríos Conchos y Bravo, el cual se piensa sea el pueblo San Juan Evangelista, visitado por Antonio de Espejo en 1582.

Esa región de estructuras de techos planos y paredes de adobe, con pisos subterráneos, creó en el imaginario novohispano los lugares fantásticos, como las Siete Ciudades del Cíbola y El Dorado, que ya venían del imaginario musulmán del medievo ibérico.

Fue entonces que, en 1539, el virrey Antonio de Mendoza envió al fraile Marcos de Niza, quien llevaba como guía al propio Estebanico, esclavo que le había comprado el virrey a Andrés Dorantes, para que llevara la primera expedición a esos lugares del septentrión. 

Fue la imponente expedición de Francisco Vázquez de Coronado, también enviada por el mismo virrey, la que subió por Sinaloa y Sonora, entrando por los actuales estados de Arizona, Nuevo México, la parte norte de Texas, hasta lo que se creía La Quivira, en el estado americano de Kansas, desmintiendo las riquezas que se creían que existían en el septentrión (1540-1542).

Esto no detuvo el avance novohispano hacia el norte. En junio de 1581, mientras Carvajal fundaba el Nuevo Reino de León, una expedición de los frailes franciscanos, Agustín Rodríguez, Francisco López y Juan de Santa María partían del punto más norteño de la Nueva Vizcaya hacia la evangelización de los grupos nativos en el Nuevo México, siguiendo el río Conchos hacia la junta con el río del Norte (Bravo).

El grupo de misioneros llevaba una escolta de ocho soldados bajo las órdenes de Francisco Sánchez (Chamuscado), además de 19 indios de servicio, con 90 caballos y 600 reses. El grupo siguió corriente arriba pasando por lugares descubiertos por Álvar Núñez Cabeza de Vaca y su grupo, antes de llegar al área de El Paso. Prosiguiendo hacia el Nuevo México, cubrieron el territorio descubierto por Francisco Vázquez de Coronado.

Uno de los frailes fue muerto cuando viajó a los pocos meses solo para dar aviso al virreinato del descubrimiento. Al siguiente año, los soldados de Sánchez decidieron retornar a Santa Bárbara, dejando atrás a los misioneros que habían decidido permanecer evangelizando en los pueblos nativos.

El grupo de militares llegó a su puesto después de nueve meses de su salida sin su jefe, por haber fallecido antes de arribar. Al recibir las excelentes noticas sobre los hallazgos en el Nuevo México, llevaría a una nueva expedición en busca de los frailes. Esta vez le tocaría a Antonio de Espejo y a Fray Bernardino Beltrán. 

Antonio de Espejo

Antonio de Espejo era un hombre acaudalado, prófugo de la justicia, que se había refugiado en el punto más norteño de la Nueva Vizcaya, en Santa Bárbara, en lo que es actualmente la parte sur de Chihuahua. Para poder llevar la expedición hacia el Nuevo México, se vio en la necesidad de pedir permiso a las autoridades en las provincias aledañas al área por explorar.

De acuerdo con el biógrafo de Carvajal, Samuel Temkin, Antonio de Espejo adquirió permisos de oficiales de bajo rango, como el capitán Juan Ontiveros, del puesto de Cuatro Ciénegas en la Nueva Vizcaya, en lo que es hoy Coahuila.

Espejo era lo suficientemente adinerado para financiar la expedición, por lo que reclutó 14 soldados proveyéndolos con 115 animales de carga que llevaban las provisiones. “La relación” de Diego Pérez Luján, un tipo de diario de uno de sus soldados, al igual que las cartas y el “Expediente y relación del viaje que hizo Antonio de Espejo”, está repleto de datos etnohistóricos sobre los grupos nativos que vivían a lo largo de los ríos Conchos, Bravo (bautizado por Espejo como río del Norte) y Pecos. 

La historiografía, tanto de Estados Unidos y México, omite la participación del gobernador Carvajal en la exploración del Nuevo México, tal vez porque el mismo Espejo relega la participación de Carvajal en sus escritos. Es por los testimonios presentados en la audiencia de Guadalajara que conocemos sobre la comisión que Luis de Carvajal dio a Antonio de Espejo en la ciudad de León. El dato salió a relucir en el juicio de la inquisición años más tarde. 

En los testimonios de Guadalajara, Felipe Núñez declaró que el gobernador había dado comisión a Antón [sic] de Espejo, quién entró hasta lo que llaman Nuevo México, descubriendo hasta 200 leguas por tierra. Declaró que lo sabía por un soldado, explicando que no se le hizo ningún daño a la población nativa, la cual le regalaban de la comida y artículos que tenían.

El testigo Juan de Carvajal vio al gobernador dar la comisión para el descubrimiento de la provincia del Nuevo México y vio las cartas que escribió. Lo mismo expresó Juan González, quien estando en la casa del gobernador escuchó que enviaba una comisión a Antonio de Espejo para que entrase a la provincia del Nuevo México, donde había hecho jornada. Juan Ochoa Garibay escuchó de los soldados sobre el descubrimiento del Nuevo México.

En su testimonio a los oidores de la Audiencia de Guadalajara, Pedro de Hernández de Almanza declaró que el gobernador había dado la comisión a Antonio de Espejo para que fuese a descubrir del Nuevo México. Este soldado mencionó que, él había acompañado a Espejo en la expedición, donde encontraron muchos pueblos de indígenas vestidos, esto a más de 150 leguas hacia el norte de la ciudad de León. Según Hernández, les tomó 10 meses en dicho descubrimiento. En la relación de Espejo se encuentra este personaje como uno de sus soldados.

Es probable que el gobernador Carvajal consideraba el Nuevo México como parte de sus concesiones, al igual que el territorio costero entre el Pánuco y la Florida. Sobre este territorio lo desarrollaremos en una próxima nota.